Esta obra del grupo musical Génesis,
que recientemente ha cumplido 40 años, cuenta una historia, con comienzo, nudo
y desenlace, es decir, es un trabajo conceptual. La narración comienza en Nueva
York y fue ideada para ser escenificada.
La esencia del relato se origina en
un enigmático texto que Peter Gabriel escribió para la contraportada de ‘Genesis Live’. Tras la lectura de ese
texto, William Friedkin, el aclamado director de ‘El Exorcista’, contactó con
el músico para que colaborase en el guión de su siguiente película. Pero
problemas contractuales imposibilitaron cerrar el trato. El fiasco hizo que el
músico se centrase en la historia del disco doble que supuso su contribución
final a Génesis.
La historia comienza con Rael paseando
por Broadway después de salir del metro, donde ha hecho una pintada con su
nombre. Un cordero yace en el suelo de una de las calles del barrio neoyorquino
(un probable símbolo de los bajos fondos de la ciudad). Al amanecer, una nube
que desciende sobre Times Square comienza a absorber todo lo que encuentra en
su camino, Rael incluido. No puede evitar ser atrapado, igual que un mosquito
no puede evitar se aplastado contra el parabrisas de un coche.
Perdiendo la consciencia, Rael viaja
hacia una especie de universo paralelo escuchando ecos de sonidos de Broadway.
El protagonista despierta dentro de
un receptáculo desconocido y, resignándose a su destino, vuelve a dormirse.
Cuando recupera el estado de vigilia, el receptáculo se ha esfumado y Rael se
percata de que está en una cueva en la que las estalactitas y estalagmitas
poseen vida. Queda atrapado en una jaula desde la que ve a su hermano John. Le
pide ayuda, pero no la recibe. Al poco tiempo la jaula desaparece y Rael se
desploma después de dar vueltas sobre sí mismo como una peonza.
Rael llega seguidamente a una fábrica
en la que hay muñecos humanos numerados. Conoce a algunos de ellos, entre los
que se encuentran integrantes de su pandilla y su hermano John. Se asusta por
su destino y procura aliviar su temor recordando su pasado en Nueva York (su
panda, su estancia en el reformatorio o su primer amor –fracasado).
Desde la fábrica accede a una
estancia llena de alfombras y extraños seres. Algunos de ellos se arrastran por
el suelo. Intenta entablar conversación, pero no lo logra. Decide subir por una
escalera de caracol llegando a una habitación de 32 puertas. El lugar cuenta
con seres que conversan sobre cuál es la puerta que debe abrirse, pero
solamente Lillith (una vieja ciega) puede ayudar a Rael. Todas las puertas,
salvo una, regresan a la misma habitación. Al atravesar la puerta elegida, la
vieja le abandona en la oscuridad. Rael se asusta, una vez más, pero, al cabo
de un rato, una fuerte luz al final de la gruta coincide con un desprendimiento
de rocas que le aplastan. Piensa que ha muerto. De hecho cree recibir la visita
de la misma muerte (el anestesista supernatural).
Cuando recupera la consciencia, se
abre camino a través de las rocas desprendidas llegando a un lugar en el que
hay un estanque de agua rosa. Se quita la ropa, se mete en las aguas y se
encuentra con una lamia (figura mitológica mitad mujer mitad serpiente). La
lamia come de su carne, bebe de su sangre y muere. Rael, a su vez, se come a la
lamia muerta y abandona el lago.
Caminando llega a una colonia de
seres deformes. John es uno de ellos. Los seres le informan de que ellos también
pasaron antes por el lago de la lamia, y que, después, se deformaron.
Rael intenta evitar la metamorfosis
visitando a un doctor, quien le explica que la única solución es rechazar el
placer extirpándose su pene. Acepta y recibe del doctor su órgano reproductor
en un tubo de plástico.
Repentinamente aparece un cuervo y le
roba el tubo a Rael. Le pide ayuda a su hermano, pero éste se niega porque el
cuervo es un pájaro de mal agüero. Rael sale en persecución del ave, pero
cuando está a punto de atraparle, el cuervo suelta el tubo que cae a un río.
En ese momento, observa una apertura
en el cielo a través de la que podría regresar a Nueva York. Pero su hermano
John, que le siguió en persecución del pájaro, ha caído al río. Rael se olvida
de la posibilidad de regresar a su ciudad para salvar a su hermano.
Le rescata depositándole en la
orilla. En ese momento observa que, en realidad, no es su hermano John, sino él
mismo. Su conciencia pasa fluidamente de un cuerpo a otro. Una nube les
envuelve y se disuelven en un resplandor final con el que se cierra el disco.
Esta
historia, convertida en canciones, es difícil de seguir porque los textos están
repletos de metáforas y admiten múltiples interpretaciones.
Esta
es la música:
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