Los individuos se unen para formar
grupos y sociedades, dotándose de una serie de reglas del juego que organizan
la convivencia de los socios.
Esas reglas no surgen
espontáneamente, sino que suelen ser pensadas y diseñadas por algunos de los
individuos del grupo. Hay reglas más próximas y más lejanas a la naturaleza
humana. A menudo esas reglas son consensuadas mayoritariamente, pero no siempre
es así. Algunos ciudadanos las siguen fielmente. Otros las violan con mayor o
menor regularidad.
Quienes estudian la evolución humana
sostienen que las reglas del juego social giran alrededor del problema de los recursos. Los individuos de la especie humana
necesitan alimento y refugio. Cuando se dispone de abundantes recursos, no hay
excusas para el conflicto. Los problemas suelen aparecer cuando escasean. O
parece que escasean. Y cuando eso ocurre, algunos socios persiguen patológicamente
la acumulación de recursos.
Vivimos ahora en una sociedad en la
que se prima la competitividad. Es más
competitivo quien produce recursos de modo más eficiente en un mundo
globalizado. Si un alimento producido en Brasil cuesta 1€, pero producido en
Albacete cuesta 2€, el empresario competitivo que vende en Madrid se decantará
por la primera opción. Si unos zapatos diseñados en Alicante y fabricados en
China cuestan 50€, pero fabricados en Alicante cuestan 60€, el empresario
competitivo que vende en Barcelona elegirá la primera opción. Esas son las
reglas que ahora seguimos.
En nuestro globalizado mundo se
aumenta la competitividad reduciendo los costes de producción y mejorando los
precios de los recursos que los humanos necesitamos o deseamos.
La economía parece compleja, pero la
esencia es simple.
Mejorar la competitividad es un
proceso pensado por algunos individuos y ejecutado por otros. Si Steve Jobs no hubiese tenido la idea
que tuvo, actualmente Apple no sería
la compañía que es. Facebook tampoco
sería la mayor red social del mundo sin el momento iluminador de Zuckerberg en la habitación de su
residencia universitaria.
Esos individuos de la sociedad consideran,
con razón, que puesto que son ellos quienes tienen las ideas que permiten
mejorar la competitividad, deben recibir una parte sustanciosa del pastel.
Quienes ejecutan sus ideas son, sencillamente, prescindibles. Si no lo hacen
trabajadores en Europa o los Estados Unidos, lo harán en China o Brasil.
En una demencial carrera por aumentar
la velocidad en la autopista de la competitividad, se está obligando a los
euroamericanos a aceptar unas condiciones laborales cada vez más leoninas. Ante
la terrible posibilidad de no encontrar un trabajo que permita disponer de los
necesarios recursos para llevar una vida digna, los ciudadanos de las
sociedades occidentales están viendo cómo se degradan sus condiciones.
Las sociedades del planeta se están
igualando a la baja.
Es dentro de este marco de referencia
en el que, pienso, pueden entenderse iniciativas como las del partido político
que, en los últimos meses, ha despertado el malestar de algunos en nuestro país
(y más allá de nuestras fronteras también): PODEMOS.
Se escuchan declaraciones de los
dirigentes más destacados del PP y del PSOE, entre otros, que no dejan lugar a
la duda: PODEMOS es lo peor que le puede pasar a la sociedad española. Apoyan
esa visión compañías internacionales que comienzan a
recomendar no invertir en nuestro país. Por el auge de ese partido político y
por la preocupante situación de Cataluña.
Se nos amenaza, literalmente, solo
por pensar que quizá PODEMOS tenga algo interesante que decirnos a los
ciudadanos, algo que nos ayude a ver las mismas cosas desde otra perspectiva.
Debido es reconocer que los
dirigentes nos incitan a estudiar sus programas políticos, pero me temo que es
una práctica que escasea. Puedo entender que los ciudadanos de sociedades
iletradas ignoren los documentos en los que se consignan los programas
electorales. Pero no en nuestra sociedad, la más educada de la historia de la
humanidad.
Leer las más de 30 páginas del programa de PODEMOS no me ha resultado
particularmente doloroso, ni moralmente terrible, a pesar de la mala
disposición en la que han intentado ponerme los dirigentes habituales. De
hecho, no han sido pocas las cosas que me han resultado razonables. Algunos
ejemplos:
-. La economía debe basarse en la
innovación.
-. Los despidos en empresas que
tengan beneficios carecen de sentido.
-. Es necesario establecer un salario
máximo según el salario mínimo.
-. Las políticas redistributivas deben
ser capaces de reducir la desigualdad social.
-. El Banco Central Europeo debe estar
regulado democráticamente.
-. Es esencial prevenir los ataques
especulativos a la economía de las regiones.
-. Una banca ética y cooperativa es crucial.
-. Los sectores estratégicos de la
economía deben ser controlados públicamente.
-. Conviene poner coto a la
deslocalización de beneficios de las multinacionales.
-. Hay que eliminar los paraísos
fiscales.
-. Es necesaria la aplicación de un
IVA súper reducido para los bienes y los productos básicos.
-. Hay que respaldar
presupuestariamente el desarrollo de los centros públicos de I+D+i para ayudar
al regreso de investigadores españoles exiliados en el extranjero.
-. Se debe exigir la máxima
honorabilidad en los cargos públicos.
-. Hay que poner fin a las puertas
giratorias.
-. Hay que mantener separados la
propiedad de los grupos financieros y los grupos responsables de la comunicación.
-. Hay que desarrollar una política
europea de alfabetización tecnológica.
-. El IVA cultural debe reducirse del
21 al 4%
-. Se debe reconocer el estado
palestino y exigir la devolución íntegra de los territorios ocupados por
Israel.
-. Se debe rechazar la intervención
militar para resolver los conflictos internacionales.
-. Hay que evitar que la política sea
una profesión.
-. Se necesita articular políticas
que permitan la soberanía alimentaria.
-. Hay que prohibir las patentes del
genoma humano.
En contra del mensaje transmitido por
los dirigentes habituales de los partidos hasta ahora mayoritarios, PODEMOS
sabe lo que quiere hacer. Puede gustarnos más o menos. Puede ser muy discutible
o fácilmente aceptable. Pero algunos estamos saturados de la afición a que los dirigentes
habituales nos digan qué nos debe parecer más o menos razonable. Amenazarnos con el hombre del saco es un sinsentido.
Opino que la carrera por ser cada vez
más competitivo en un mundo globalizado puede ralentizarse. Puede incluso
redirigirse a distintos destinos buscando estrategias que consideren que los
ciudadanos tenemos derechos fundamentales, pero que también tenemos deberes.
La declaración universal de los
derechos humanos resume bastante bien muchas de las cosas que pueden
encontrarse en el programa electoral de PODEMOS.
Pero si yo tuviera algo que ver con
ese partido político pensaría en discutir con mis compañeros la posibilidad de
incluir explícitamente en el programa cuáles son los deberes de los ciudadanos.
En este caso no se contaría con una declaración universal de los deberes
humanos (que yo sepa no existe) pero se vería aumentada la probabilidad de aumentar
la atención de algunos ciudadanos.
JFK declaraba, en uno de sus famosos
discursos (que siguen siendo inspiradores para algunos norteamericanos):
“No preguntes lo que tu país puede hacer por ti, sino qué
puedes hacer tu por tu país”.
Los derechos son esenciales, pero los
deberes también. Sin ambos, las sociedades serán necesariamente disfuncionales.
Los ciudadanos son una parte activa de la vida social y no deberían vivir bajo
la consigna de que los dirigentes son responsables de todos sus males.
Hay, en esencia, dos modos de
rediseñar las reglas del juego social: desde abajo y desde arriba. PODEMOS
parece optar por la primera estrategia porque la segunda exige una masa crítica
suficientemente numerosa de dirigentes disidentes. La actual coyuntura (p. e.
listas cerradas) dificulta visualizar a esos disidentes, que existen, y, por
tanto, algunos ciudadanos se ven impelidos a tomar directamente las cartas del
mazo. El 15M fue un ejemplo. PODEMOS es otro.
Es difícil saber donde nos llevará la
actual situación. Pero lo que me parece crucial es la necesidad de no dejarnos
atrapar por la táctica fácil de descalificar categóricamente a quienes tratan
de expresarse en un lenguaje algo diferente. A los dirigentes les fascina
colocar a sus oponentes en un lugar del espectro político para polarizar a
seguidores y detractores. No caigamos en el error de seguirles el juego. Otras
reglas son posibles.
"Las sociedades del planeta se están igualando a la baja."
ResponderEliminarTotalmente en desacuerdo. Y entiendo que de ahí partirían el 99% de nuestras discrepancias :)
Mírate el post de Felix publicado el viernes pasado. Salu2
ResponderEliminarLeído. Veo completamente distinto "nivel de vida" y "nivel de desigualdad".
ResponderEliminarFélix alude a la idea de que pese a que el nivel de pobreza estaría disminuyendo en el mundo, el nivel de desigualdad estaría aumentando.
El caso es que a mí "igualándose a la baja" me evoca la idea de que cada vez somos más pobres a nivel general y es en eso en lo que discrepo rotundamente.
Oigo muchísimo lo de "los ricos son cada vez más ricos y los pobres son cada vez más pobres". Pues debe ser que yo vivo en un planeta distinto. Quizás ciertos ricos sean cada vez más ricos pero desde luego no considero que cada vez haya más pobres y que estos sean cada vez más pobres.
un saludo
César, ¿te suena eso de la moderación salarial? Si los sueldos se paralizan (y algunos colectivos que conozco de cerca han visto reducido/no regulado su salario hasta en un 30% en el último lustro) el poder adquisitivo se reduce. Si aumenta el de los países emergentes, como sucede, entonces blanco y en botella. Pero, en cualquier caso, me gustaría conocer los datos que manejas para llegar a tu conclusión. Finalmente, el post expresa algunas cosas más, opino que bastante más relevantes. Saludos.
ResponderEliminarVolvemos a la misma historia, gente que cree que las sociedades pueden ser dirigidas desde un centro de mando. Muy al estilo de los funcionarios españoles.
ResponderEliminarEn el mismo instante en que los ciudadanos tenemos enormes diferencias entre nosotros (y este blog avala tal punto de vista), es absurdo ponerse a hablar de igualdad. La igualdad solamente se puede lograr por abajo. En una clase se puede conseguir que todos sean igual de burros, pero no que todos sean unos genios, y a partir de ahí se deriva toda clase de desigualdades económicas. Lo que hay que buscar es que esas desigualdades se deban al talento y no a otras causas.
Pensar que gente talentosa va a poner su capacidad al servicio de la sociedad sin llevarse la parte más gorda del pastel es una insensatez. Aquí cada cual trabaja y se esfuerza por su propio beneficio.
Yo vivo gran parte del año en Irlanda y un par de meses en España. Trabajo en Irlanda porque allí pago menos impuestos, a pesar de que mi actividad la ejerzo por toda Europa. Y lo mismo hacen miles de personas en otros muchos países de baja fiscalidad. Y en esos países es donde se innova y se desarrolla la economía.
Yo no trabajo para mantener a los hijos de los demás ni me paso el año saltando de país en país para que los políticos hagan de buenos samaritanos con mi dinero.
La primera obligación de todo ser humano es mantenerse a si mismo y a su familia. Y solo en caso de enfermedad o minusvalía se acoge uno a la solidaridad de los demás.
Finalmente decir que la economía no es una cuestión de reparto, es una cuestión de generación. No es como un manantial que da siempre agua, si intentas repartir lo ajeno el manantial se seca. Ese manantial es el talento individual.
¿Conoces la obra de Murray ‘In Our Hands’? (http://robertocolom.blogspot.com.es/2007/12/en-nuestras-manos-ms-all-del-estado-de.html) Es bastante probable que encuentres sintonía con tu perspectiva. Si la conoces, ¿qué piensas? Si no la conoces, merece la pena que le eches un vistazo y, si te parece, compartas después tus impresiones sobre su principal tesis.
ResponderEliminarSaludos, R