viernes, 7 de noviembre de 2014

Desigualdad rampante, igualdad necesaria –por Félix García Moriyón

Es un clamor que se escucha ya en muchos ámbitos, no solo en los habituales de las ONGs dedicadas a abordar problemas sociales o en partidos y sindicatos de «izquierdas». La desigualdad está creciendo en España y casi todos los países de la Unión Europea, pero también en Estados Unidos. El problema ha adquirido tales dimensiones que ya se considera que puede afectar seriamente a la democracia y al crecimiento o desarrollo, entendidos en un sentido general, pero también en el más limitado de crecimiento del PIB.

El asunto viene de lejos, y quizá saltó a la opinión pública gracias a un libro de Piketty, El capital en el siglo XX, en el que denunciaba ese crecimiento de la desigualdad. Como indica muy bien uno de los expertos mundiales en el tema, Branko Milanovic en  la conferencia inaugural del reciente congreso celebrado por la Fundación Foessa, podemos todavía afirmar que la desigualdad está disminuyendo a nivel mundial, sobre todo por el crecimiento de las clases medias en China y la India, dos países que dan cobijo a un tercio de la humanidad. Pero, eso no debe ocultar que en esos países también está creciendo la desigualdad y que muy probablemente una vez que hayan llegado a un nivel de desarrollo suficiente, vuelva a crecer la desigualdad a nivel mundial.

Como en todo fenómeno social, las causas son variadas, siendo difícil saber cuáles son más o menos importantes. Con los datos de Milanovic, podemos empezar subrayando que es una consecuencia de la globalización, ya anunciada hace cuarenta años por economistas críticos como Mandel, Amir, Jaffe: el crecimiento en los países dependientes, de los que el centro del capitalismo mundial extraían pingües beneficios, conllevará un deterioro de las condiciones de vida en los países del centro, que afectará preferentemente a las clases sociales bajas y medias.

Algo de eso está ocurriendo: aumenta la riqueza global, mucha más gente vive en mejores condiciones e incluso la pobreza está disminuyendo en el mundo. Sin embargo, esa riqueza se está repartiendo de otro modo y eso explica que las desigualdades pueden disminuir, pues mucha gente está accediendo a bienes de los que nunca dispuso, pero también pueden crecer, puesto que las divisiones sociales en cada país y en el mundo en general  se están consolidando.

Otra causa, indirectamente relacionada con la anterior, es la fuerte crisis que está afectando a los países de la Unión Europea, y en general a los países del centro del sistema actual. En tiempos de crisis, es frecuente, casi una ley de hierro, que se deteriore más rápidamente las condiciones de vida de quienes ocupan las posiciones más vulnerables. Si volvemos al informe Foessa, avalado por informes de otras organizaciones como Oxfam, la pobreza está aumentando, castigando sobre todo a niños y jóvenes. Son ellos quienes padecen el lado más duro de la crisis, los pobres son más pobres y aumenta su número, mientras el número de ricos y su nivel de riqueza crece, pues tienen más recursos para aguantar la situación.

Pero quizá haya que apuntar a otra causa más directa que resumió perfectamente Warren Bufett: «Por supuesto que existe lucha de clases, y mi clase la ha ganado». No se puede decir más breve y más claro. Y eso lo dice una de las personas más ricas del mundo y también uno de los mayores donantes. El informe Foessa ofrece una explicación más global: es la consecuencia de políticas sociales y económicas que no pretenden acabar con la exclusión, pues se basan en un modelo social y económico que de manera reduccionista identifica riqueza y bienestar con simple crecimiento del PIB y pone como objetivo prioritario de las empresas ganar dinero.

El párrafo anterior me lleva al enfoque con el que empezaba: la desigualdad es una amenaza real para la estabilidad social y amenaza no solo directamente a los más afectados por la misma, sino a todos, incluido a los ricos. Como es lógico, en este punto hay más divergencias, que no son consecuencia de la dificultad de comprender bien un problema muy complejo, sino de las diferencias ideológicas que orientan las políticas que se realizan.

Dejando al margen una tesis algo reduccionista, que identifica como causa fundamental la codicia desmesurada de las élites sociales (económicas y políticas) y los programas neoliberales más radicales, que son, sin duda, una parte importante del problema, no debemos olvidar otros dos aspectos que merecen nuestra consideración, aspectos que abordo resumidamente.

Por un lado está el hecho indiscutible de las desigualdades de partida de los seres humanos, que proceden de sus propios rasgos individuales (algo que es obvio para los expertos en psicología de las diferencias individuales, como el administrador de este blog) y de las condiciones sociales en las que nacen. Podríamos repasar, sin ir más lejos, la excelente revisión hecha en este blog del libro de Herrnstein y Murray. Esas desigualdades existen, es algo con lo que hay que contar y en gran parte son una genuina riqueza de la humanidad.

Por otro lado es importante no solo contar con el dato, hacerse cargo de la desigualdad, sino también encargarse de ella. Es decir, la política debe ser entendida como el conjunto de medidas que toman los seres humanos para hacer frente a sus problemas; ahora bien, algunos piensan que no es posible ni tiene sentido luchar contra la desigualdad, mucho menos optar por políticas redistributivas que gravan a los ricos para dar a los pobres. Eso, dicen, termina generando más pobreza.

Por otro lado estaríamos quienes, como yo, pensamos que son posibles y necesarias políticas de activas de redistribución, pues sin ellas la condición de vida de mucha gente se degrada, se desvanece el ideal democrático de garantizar una vida digna a todas, absolutamente a todas las personas y al final viviremos en una sociedad manifiestamente peor. Por ahora, parece que, como decía Buffet, vamos perdiendo, pero no hay que desanimarse; más bien todo lo contrario: hay que insistir hasta el agotamiento. Y no olvidar que algunos países lo están consiguiendo.


1 comentario:

  1. Interesante Félix, pero lo que pienso se necesita es proponer mecanismos verosímiles para alcanzar ese objetivo. Tu declaración de intenciones sería abrazada por muchos, muchos ciudadanos, pero ¿qué hacer para ponerse manos a la obra? Ahí reside el verdadero reto y sobre eso poco o nada dice tu post. Por cierto, ¿por qué te incluyes entre los que 'van perdiendo'?

    Saludos, Roberto

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