Este verano hice un hueco en mi lista
de lectura para volver a gozar de esta magnífica obra magna del psicólogo Richard Herrnstein y del sociólogo Charles Murray. En su momento escribí positivamente
sobre ella en mi libro ‘Orígenes de la
diversidad humana’ (Pirámide, 1996, 1997) y fui castigado por alguna
asociación y determinados medios aquí en nuestro país. Fue una desagradable
experiencia, pero las cosas son como son (por ahora).
20 años después aprecio aún más su
exquisita calidad y su nivel de compromiso. También se me sigue escapando por
qué produjeron tanto revuelo las ideas sobre lo que los autores consideraban
que eran las implicaciones de su tesis esencial, es decir, que no se podía seguir
ignorando las diferencias de inteligencia que separan a los ciudadanos:
“Durante los treinta últimos años el concepto de inteligencia
ha sido un paria en el mundo de las ideas”.
Si tuviera que hacer una hipótesis me
decantaría porque lo que ellos denominaron, con buen criterio, élite cognitiva, se sintió agredida y
desplegó su artillería para desacreditar la obra y a sus autores. Una parte de
los medios, y no pocos académicos, se lanzaron como hienas a devorar las
entrañas de una presa inventada por su propia imaginación, una presa que en
nada se parecía a la realidad de lo que H & M sostuvieron (una persona de
paja, para entendernos).
Dedicaré una serie de post a regodearme en sus contenidos
porque considero que es apropiado un más que merecido homenaje dos décadas
después de su publicación. La obra se divide en cuatro partes y, por tanto,
será ese, más o menos, el número de post
que verán la luz consecutivamente siguiendo ese mismo orden.
La primera parte explora el problema del surgimiento de una élite cognitiva,
tanto en el mundo de la educación como en el laboral. La sociedad moderna
identifica a los jóvenes más brillantes y les orienta hacia guetos educativos y
laborales. Esos guetos son cada vez más poderosos económicamente e influyentes
socialmente, dando lugar a una élite cognitiva que se aísla del resto de la
sociedad. La tecnología ha acelerado el proceso y ha subrayado con un grueso
trazo la relevancia de la inteligencia.
La segunda parte se dedica a revisar
la relación entre las clases cognitivas (el equivalente a las clases sociales,
pero según la variable inteligencia –o capacidad cognitiva) y conductas
sociales tales como la pobreza, la escolarización, el desempleo, la familia, la
delincuencia o la ciudadanía. Usando una extensa base de datos representativa
de la población norteamericana, los autores muestran que existen sustanciales
diferencias en las conductas sociales que separan a grupos sociales que
presentan diferencias intelectuales. Estos análisis se centran en los norteamericanos
de origen europeo.
La tercera parte considera el
problema de las diferencias entre los principales grupos étnicos
norteamericanos, especialmente los afroamericanos y los que denominaremos
euroamericanos. El capítulo 13 (mal número, bromeaba recientemente Murray en un
acto de recuerdo a la obra) discute la evidencia disponible sobre las
diferencias étnicas de inteligencia y sobre sus (supuestos) contenidos se
centraron buena parte de las críticas. Los autores invitan a sus lectores a “leer cuidadosamente”,
pero los hechos demostraron que casi nadie les hizo demasiado caso.
La parte cuarta es un auténtica joya
(“Living
Together”). Se exploran los datos conocidos sobre los intentos de
aumentar la inteligencia, así como los programas de acción positiva (affirmative action) en la educación y en
el trabajo. Los dos últimos capítulos (‘The Way We Are Headed’ y ‘A
Place for Everyone’) son simplemente magistrales. Subrayan hasta la
saciedad que en la sociedad en la que ellos viven se han abandonado los “viejos principios de
la igualdad individual ante la ley y se han adoptado políticas que tratan a la
gente como miembros de grupos”, práctica de la que estos
intelectuales (y quien esto escribe) abominan.
El grueso de la obra termina en la
página 552, pero siguen otras 300 páginas de apéndices, notas y referencias
bibliográficas. Esas más de 800 páginas están destinadas a narrar una sencilla historia:
Los Estados Unidos de América han
trabajado duro para alcanzar la igualdad de derechos, pero al aproximarse a ese
ideal se han producido extraños fenómenos en dos pequeños segmentos de la
población.
En uno de esos segmentos (la élite
cognitiva), la vida ha mejorado, pero en el otro (los desclasados) ha empeorado
dramáticamente. Ese hecho se ha intentado comprender recurriendo a la economía,
la demografía o la cultura, proponiendo soluciones basadas en una mejor
educación, en más y mejores trabajos, o en intervenciones sociales concretas.
Pero
“se ha ignorado un elemento que subyace a esos cambios: la
inteligencia humana –el modo en el que varía en la población y su rol crucial
en nuestros destinos en la segunda parte
del siglo XX
(…)
¿Qué se puede lograr al comprender la relación de la inteligencia con la
estructura social y la política pública?
Poco
se podrá hacer sin comprenderla”.
Los autores decidieron escribir esta
obra en el mes de noviembre de 1989 y desde la primavera del siguiente año se
dedicaron de lleno a trabajar en sus contenidos en continua colaboración: “la autoría sigue el
orden alfabético; el trabajo fue simbiótico”. El fallecimiento de
Herrnstein dejó a Murray la dura tarea de defender su obra de los ataques
provenientes de múltiples frentes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario