Este norteamericano de origen polaco
es una leyenda de las ultracarreras (“los ultras parecen atraer a buscadores de todo tipo, entre
los que se encuentran adictos y alcohólicos en rehabilitación, videntes,
sabios, ingenieros, chiflados, poetas y un variado grupo de luchadores contra
molinos al estilo de don Quijote, sin olvidar a monjes y demás hombres sagrados”),
es decir, del reto humano consistente en correr durante el equivalente a cuatro
maratones (“corre
20 minutos y te sentirás mejor. Corre otros 20 y quizá te canses. Añádele 3
horas y todo te dolerá, pero tu sigue adelante y verás –oirás, olerás y
saborearás—el mundo con una intensidad que hará que tu antigua vida palidezca”).
Estuve leyendo su obra ‘Correr,
comer y vivir’, donde relata sus extraordinarios logros deportivos (“muchas personas
nunca llegan a hacer algo grande en sus vidas; otras muchas, ni siquiera lo
intentan”) sazonando el texto con recetas de cocina y con retazos de
su vida.
Por alguna extraña razón le atrajo el
objetivo de llevar su cuerpo (y su mente) al límite. Pero desconocía dónde se
encontraba ese límite, así que tuvo algún que otro susto y alguna que otra
sorpresa durante su carrera profesional. Su padre le enseñó “que la competición podía
convertir las cosas más mundanas en algo emocionante y que completar una tarea
con éxito (le) podía hacer tremendamente feliz (…) ese instante en el que
pensamos que no podemos continuar, pero lo hacemos”.
Jurek recomienda las carreras largas
y lentas porque fortalecen el corazón y los pulmones, mejoran la circulación y
aumentan la eficiencia metabólica de los músculos:
“Si das pasos más pequeños, ligeros y rápidos, estarás
minimizando la fuerza de impacto y podrás correr durante más tiempo y de forma
más segura
(…)
mantente en forma, trabaja duro y diviértete
(…)
el dolor solo duele
(…)
solo creces como ser humano si estás fuera de tu zona de confort”.
Cuenta la anécdota de un novelista
que “nunca había
sido tan feliz como en el momento en que estaba escribiendo su primer libro –el
que acabó siendo tan malo que nunca le enseñaría el manuscrito a nadie—(…) su
felicidad vino por la forma en que se paraba el tiempo y por todo lo que
aprendió de su trabajo y de sí mismo en aquellas sesiones”.
Gradualmente se transforma en vegano:
“Podía correr de forma más inteligente; podía comer de forma
más inteligente; podía vivir de forma
más inteligente
(…)
desde que me hice vegano había perdido la capa de grasa que se genera por comer
galletas, tartas, dulces y pizza de queso”.
Pretende quitarle hierro a la idea de
talento natural:
“Si pensara que la biología marca nuestro destino, habría
abandonado hace mucho.
Tengo
escoliosis, y los dedos de mi pie izquierdo se desvían hacia fuera, tuve la
tensión arterial elevada cuando estaba en la escuela primaria y mi récord
personal de maratón de 2.30 horas no es nada del otro mundo
(…)
la perfección no es un accidente
(…)
todo el mundo sigue un camino diferente”.
Critica duramente a quienes ingieren
sustancias como el ibuprofeno porque les conduce al error, es decir, a continuar
haciendo ejercicio cuando no deberían. Engañan a su cuerpo y dejan de
escucharle.
Las hazañas de Jurek han captado la
atención de compañías como Microsoft
o Starbucks, quienes le han
requerido para narrar sus experiencias entre sus empleados y directivos. Han
considerado que el despliegue de voluntad del atleta es una fuente de
inspiración para sus vidas.
El autor de este libro es presa de la
tentación de comenzar cada capítulo con una cita de algún personaje célebre.
Hay dos que me han llamado la atención porque ambos residieron en un lugar
clave en su propia vida: Seattle (un
lugar que merece la pena visitar).
“Querer ser alguien diferente es desperdiciar quien eres en
realidad” (Kurt Cobain).
“Vacía tu mente, no tengas forma. Sé amorfo, como el agua”
(Bruce Lee).
Concuerdo con la primera, pero no
demasiado con la segunda. En cualquier caso, ambos personajes no tuvieron un
final que invite a la emulación.
Un post muy interesante e inspirador. Sin embargo, el autor de la obra que te ha fascinado peca un poco de falsa modestia...Por ejemplo, cuando dice que su record personal en la distancia del maratón no es nada del otro mundo (2:30:00)....Es un tiempazo, al alcance de muy pocos corredores.
ResponderEliminarPor ejemplo, el tiempo medio que emplearon los hombres en el Maratón de New York en el año 1983 fue de 3:41:49 (lo que supone un ritmo de 5:28 min /km), En la edición de 1993, el tiempo medio de los participantes masculinos en ese maratón fue de 4:14:27 (un ritmo de 6:07 min/km), y en la edición de 2003, el tiempo medio de los varones fue de 4:28:41 (un ritmo de 6:51 min/km). En la edición del año pasado (2013) de esa misma carrera, nuestro maratoniano más ilustre, Chema Martínez, se marcó un tiempo de 2:28:31....Muy cerca del autor que ha inspirado tu post....Y creeme, ese registro no puede ser calificado como "nada del otro mundo".
Gracias por la nota Sergio. Son sus palabras y supongo que se refiere a la elite de la competición.
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