Este gallego, concretamente de Ferrol,
ha ganado cuatro Campeonatos del Mundo (durante siete años consecutivos estuvo
en el pódium) y tres Campeonatos de Europa, de Triatlón, así como dos campeonatos de Iron-Man, entre otros logros.
El triatlón es una disciplina
deportiva que incluye natación (1.500 metros), ciclismo (40 kilómetros) y
carrera (10 kilómetros). Es una de los deportes más duros, tanto física como
psicológicamente. En la versión Iron-Man (la original del triatlón)
las distancias son: natación (3.800 metros), ciclismo (180 kilómetros) y
carrera (42 kilómetros).
Óscar
Campillo,
director de MARCA, declaraba lo
siguiente al entregarle a Gómez Noya el premio LEYENDA del famoso diario
deportivo:
“Durante 76 años hemos contado las gestas más increíbles y
más insólitas, pero pocas veces, o ninguna, hemos encontrado un caso como
Javier, modelo de espíritu de sacrificio máximo”.
Noya respondió agradeciendo el premio
y subrayando que “no estamos acostumbrados a que se hable de nosotros”. Ya
sabemos, lo que no sea fútbol carece del atractivo suficiente para concitar nuestra
caprichosa admiración.
El atleta reconoce que ha sacrificado
bastantes cosas durante los años de competición para poder triunfar. Uno se pregunta
cuáles serán esas cosas.
Nació en 1983 y comenzó su carrera en
el triatlón en 1998. Sin embargo, en 1999 se le detectó un problema de corazón,
retirándosele la licencia para competir. La dolencia correspondía a una
valvulopatía aórtica congénita:
“Si llegara a conocer mi límite pararía, pero en caso
contrario quisiera seguir porque el triatlón es mi vida”.
Y quizá sea su vida porque está
dotado para esa disciplina. Tiene un consumo máximo de oxígeno de 85 ml/min/kg,
mientras que el de la persona promedio es de 53 ml/min/kg. Para quienes piensan
que todo es cuestión de práctica, conviene saber que esta característica
metabólica mejora bastante poco con el entrenamiento (entre un 15 y un 20% en
el mejor de los casos).
Su ADN es probablemente responsable
de privilegiadas variables fisiológicas asociadas a la ventilación pulmonar, el
tamaño del órgano que bombea la sangre y la naturaleza de sus fibras
musculares.
Pero, naturalmente, aún con ese hardware, el entrenamiento y la dieta
son esenciales. Comienza la temporada con un peso de 72 kilos y suele cerrar
con 4 kilos menos:
“Psicológicamente es muy difícil salir a entrenar diariamente
cuando la cabeza te pide parar, liberarte y descansar”.
Una liberación que consigue, en
parte, rasgando la guitarra.
Solamente este año el atleta ha
logrado un patrocinio nacional (Pamesa). En su carrera siempre tuvo
patrocinadores extranjeros. Ahí queda eso.
El 1 de Junio de 2014 escribía Alejandro Hernández-Sampelayo López para el diario El
País una nota terrible que quisiera compartir con ustedes por si se la
perdieron (algo de probable a muy probable):
“El pasado sábado 24 de mayo
me encontraba yo paseando por los canales deportivos de la televisión en mi
casa, en la ciudad de México, cuando en uno de los canales de Estados Unidos,
concretamente en Fox, me pareció ver entre las camisetas de un montón de
participantes en el triatlón de la ciudad de Yokohama (Japón) compitiendo por
el campeonato del mundo a dos que indudablemente eran españoles.
Y ahí me quedé viendo cómo
los dos chavales terminaban la prueba ciclista y comenzaban la última prueba de
10 kilómetros de carrera.
Naturalmente seguí viendo el
programa hasta el final y, después de varios minutos y de una carrera muy
competida, los dos españoles, Javier Gómez y Mario Mola, entraron los dos
primeros delante del sudafricano, tercero, y de dos hermanos británicos, cuarto
y quinto.
Minutos después, en el
podio, se izaron dos banderas españolas y la sudafricana, mientras sonaba el
himno nacional.
Al día siguiente busqué en
periódicos españoles y en la programación deportiva de RTVE y no encontré ni
una mínima reseña del hecho.
Algo incomprensible ya que
se trataba del campeonato del mundo.
Me imagino la frustración de
estos dos atletas magníficos que sí venden marca España”.
No ubicaré más palabras en este post
porque me voy a llorar un rato agarrado a la almohada.
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