El estudio de la relación del
cerebro con factores psicológicos como la inteligencia humana produce
verdaderos quebraderos de cabeza. Es complejo encontrar asociaciones sólidas,
y, por eso, los científicos se están devanando los sesos.
Uno de los principales problemas
es superar la presencia de falsos positivos y de falsos negativos, sin entrar
en la cacharrería como un elefante. Es decir, encontrar algún método que vaya
más allá de los habituales sistemas de corrección por comparaciones múltiples
que arrasan con todo.
En un reciente artículo de Zarrar Shehzad et al. se propone un
método multivariado basado en identificar vóxels cuyos patrones de conectividad
co-varíen significativamente con una variable fenotípica. En sus análisis usan
la capacidad intelectual (CI) como fenotipo y datos de conectividad obtenidos
en registros de resonancia funcional en reposo: “elegimos el CI porque es un fenotipo cognitivo
robusto con una alta fiabilidad y con una sustancial investigación previa sobre
sus correlatos neurales”.
Shehzad, Z. et al (2014). A
multivariate distance-based analytic framework for connectome-wide association
studies. NeuroImage, 93, 74-94.
En esta aproximación multivariada
se valora la contribución simultánea de conjuntos de conexiones a una variable
fenotípica, lo que permite reducir sustancialmente el número de comparaciones.
Conceptualmente, los procesos psicológicos se apoyan en redes más que en
regiones específicas, de modo que la valoración simultánea de conexiones
múltiples permitiría apresar con mayor precisión las relaciones de la
conectividad con el fenotipo. En concreto, los autores usan la regresión
multivariada basada en las matrices de distancia (MDMR).
Aunque en este estudio se usa la
conectividad funcional en reposo, también podría usarse la aproximación para
estudiar la conectividad estructural.
Se valora si los patrones de conectividad para cada nodo (vóxels, áreas
cerebrales o unidades de parcelación) del conectoma se relacionan con las
diferencias en un determinado fenotipo.
La estrategia requiere calcular
un mapa de conectividad para cada nodo del conectoma, y, posteriormente,
calcular la semejanza entre los mapas de conectividad de todos los posibles
pares de participantes a través de la correlación espacial, lo que produce una
matriz de n x n (siendo n el número de participantes). En segundo lugar, se
aplica la MDMR en cada nodo para averiguar si la variable de interés se asocia
a las distancias entre sujetos, calculando la significación estadística por
permutaciones. El producto final es un estadístico para cada nodo que
cuantifica la fuerza de la relación entre la medida fenotípica y las
variaciones de sus patrones de conectividad a través de los sujetos.
Una de las ventajas de la MDMR es
que no requiere (a) tomar decisiones a priori sobre la dimensionalidad de los
datos, (b) reducir la resolución de las representaciones del cerebro (p. e.
vóxels) para facilitar los cálculos, o (c) elegir regiones de interés para
actuar como ‘semillas’ o generar redes.
Los autores ofrecen los códigos
usados en sus análisis en la siguiente dirección web:
Usan otros ejemplos, además de la
capacidad intelectual, pero nos centramos ahora en ese fenotipo. Usan datos de
un repositorio público en el que se consideran 104 casos evaluados con la
escala Wechsler abreviada (WASI) con un rango de edad entre 18 y 65 años (media
de edad = 40.3). Se dispone de tres registros diferentes de esos casos, aunque
solamente usan dos en los análisis.
Los cálculos MDMR se hacen con el
programa R, usando el paquete que puede encontrarse en la siguiente dirección:
Las fases de análisis son:
1.- Valorar la conectividad
funcional para cada sujeto usando correlaciones de Pearson temporales, teniendo
en cuenta que los nodos se identifican en todos los individuos. El resultado es
una matriz de correlaciones de v x v, donde v es el número de voxels.
2.- Resumir las diferencias
individuales en conectividad funcional. Se calcula para cada voxel la distancia
entre los patrones de conectividad (la correlación de cada voxel con el resto
del cerebro) para cada pareja posible de participantes. El resultado es una
matriz de distancias n x n para cada vóxel.
3.- El tercer paso supone
calcular el MDMR para averiguar hasta qué punto la variable fenotípica explica
las distancias que separan a los participantes según los cálculos de la fase 2.
Esto permite averiguar, para cada vóxel, si los
patrones de conectividad tienden a ser más semejantes en individuos con
fenotipos similares que en individuos con distintos fenotipos. El
resultado final es un mapa de regiones cerebrales cuyos patrones de
conectividad se asocian a la variable fenotípica.
Los resultados para el CI
identifican como significativos aprox. un 15% de los vóxels. El solapamiento
entre los resultados para el primer y el segundo registro es de 0.27 (Dice
coefficient). Las regiones en las que se aprecia solapamiento se encuentran en
la corteza prefrontal ventro-lateral y dorsal, el cingulado anterior y
posterior, regiones somatosensoriales, y el lingual gyrus. Estos resultados son
un apoyo de la teoría parieto-frontal de la inteligencia (P-FIT). Sin embargo,
con menores resoluciones solamente las áreas prefrontales resultaron
significativas.
Los prometedores resultados
observados con esta aproximación MDMR invitan a estudios de replicación con
muestras independientes, usando fenotipos más claros conceptualmente de la capacidad
intelectual y empleando registros que permitan valorar conectividad estructural,
más estables que los que permite la conectividad funcional en reposo.
En ello estamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario