En 2008 mi colega Carmen Flores-Mendoza invitó a Charles Murray a un encuentro
científico que tuvo lugar en Belo
Horizonte.
El sociólogo americano tuvo que medir finamente sus palabras
en su conferencia ‘The PISA results and
their implications’. De hecho, cualquier parecido entre el original y la
versión final que dictó al público asistente fue pura coincidencia.
El asunto giraba, en parte, alrededor de la relevancia del
grupo racial para dar cuenta de las bajas puntuaciones de Brasil en PISA.
Escribía Murray en la versión original:
“Brazilian whites are disproportionately of high
socioeconomic status, while Brazilian blacks are disproportionately of low
socioeconomic status.
And just to
make things still more sensitive, Brazil takes justifiable pride in having
moved beyond the kinds of racial classifications that are common in the rest of
the world.
In that
context, to talk about the relationship of cognitive test scores to race and
socioeconomic status is exceptionally difficult.
And so no
one wants to do so
(…) even
though Brazil is famous for its racially mixed population, your situation is
not completely different from that of the United States
(…) Brazil
is famous for its immense natural resources.
But in
today’s global economy, the importance of natural resources is dwarfed by the
importance of human capital.
The
intellectually gifted constitute Brazil’s most important national asset.
Brazil’s
future depends in large part on how well you exploit it”.
Aunque por ignotas razones, el mundo civilizado piensa que
Brasil no es un país racista, la realidad es distinta. Por supuesto que existe
una clara separación social entre blancos y negros. Se palpa en el ambiente, a
pesar de los titánicos esfuerzos de algunos ciudadanos por superar la
situación. Estuve en varias ocasiones por aquellos lares y regresé a casa con
la incómoda sensación de que lo que vi no se correspondía con lo que esperaba.
Los brasileños de origen africano no se encuentran en
absoluto integrados en aquella sociedad. Ocupan las posiciones de menor
prestigio y, por supuesto, peor remuneradas.
Recientemente, Marcio
Chargas, árbitro de la liga de futbol brasileña, tuvo que recurrir a los
tribunales para denunciar el acoso al que estuvo sometido: “la discriminación
es algo recurrente en Brasil. Es un país muy racista. No existe la
democratización racial que se quiere vender”.
Para quien esto escribe es obvio que la única solución, la
salida regia a esta clase de situaciones, que se repite sistemáticamente en
distintos países, conlleva combatir la sociedad de los grupos para crear la de
los individuos. Hay algo en nuestros cerebros que nos impele a pensar en el grupo
como algo totalmente distinto al pensamiento sobre los individuos. Aplicamos
unas reglas a los grupos y otras a los individuos.
Ahora lo sabemos, así que ¿por qué no tomar cartas en el
asunto con determinación?
Finalmente, permítanme un comentario que echa piedras sobre
mi propio tejado. Algunos científicos no cejamos de subrayar que la unidad de
análisis apropiada es el individuo. Sin embargo, seguimos dando pábulo a los
estudios sobre grupos. Craso error. Predicar con el ejemplo se está
convirtiendo en una imperiosa necesidad.
Murray caía en ese mismo desliz en su conferencia original.
Subrayaba la relevancia del individuo, pero el texto estaba plagado de
referencias a los grupos. Por si interesa a alguien, aquí tienen un enlace para
descargarse el texto de la versión original.
Sr. Colom, encantado, este es mi primer comentario en su Blog, visita rebotada desde el del Sr. Gregorio Luri a quien sigo. Me ha encantado el de usted.
ResponderEliminarTotalmente cierto lo que menciona y el Sr. Murray. Yo lo observé personal y exactamente igual en Cuba, y para más inri con sus pretensiones de "igualdad". Ciudadanos de segunda, a todos los efectos, por muy buenos músicos que sean.
Las dominicanas están obsesionadas con la intensidad de la tonalidad de su piel. He sido testigo de los comentarios que se hacían unas a otras al contemplar las fotos de una celebración familiar: "Fíjate que blanquita es fulana, i que oscura mengana...", comentarios preferentes y detallados antes que cualquier otro sobre la fotogenia o el vestido lucido.
Lo conozco de primera mano porque una encantadora familia de aquél país nos ayudó a cuidar a nuestros padres. Al menos una vez por semana iban a la peluquería a estirarse el pelo, si no lo hacían entre turno y turno en nuestra casa entre ellas mismas. "Pelo malo" le llaman al rizado natural de su raza. Y no son nada compasivas con las de su misma condición, llamándose directamente con el sobrenombre de "Negra" a las más oscuras.
En Brasil y Cuba han conseguido crear una versión femenina subsidiaria de prestigio sexual: la mulata. Prestigio ganado con todo mérito, pero que no disminuye la discriminación.
Individualmente sólo se está consiguiendo (y a base de sobresalir) en los EE.UU, (por pionero): desde votar a su presidente (un hito histórico), hasta todos los anteriores políticos que han tenido relevancia, o intelectuales, escritores y artistas que han destacado.
Saludos.
Muchas gracias por el ilustrativo comentario y por el positivo feedback.
ResponderEliminarOjalá que se vaya sustituyendo el enfoque orientado a los grupos por el de los individuos. Será complicado, pero, como señalas, poco a poco se irá logrando.
Saludos, Roberto
Como el señor Belart este es también mi primer comentario en su blog y como él igualmente llego a su casa rebotado del blog de Gegorio Luri.
ResponderEliminarSin duda tienen ambos mucha razón en lo que afirman y yo, como ustedes, puedo hablar de experiencias muy parecidas por no decir casi idénticas a la suyas.
Según mi modesto parecer, y sin ningún ánimo de dar instrumentos argumentales que fomenten el racismo, considero que la estadística es una disciplina que usa de otras y de una ciencia básica como son las matemáticas, que pueden ayudar a comprender los comportamientos individuales de las personas y la propensión psicológica al gregarismo y a las actitudes miméticas en general.
Actitudes que son muy características, por poner un ejemplo sencillo, en las etapas infantiles y adolescentes de la formación de las personas en la que los fundamentos de su identidad y personalidad se están construyendo. Actitudes que cualquier buen educador debe conocer.
Gregarismo y mímesis a las que los adultos también somos muy proclives, tanto en nuestras actitudes sociales como políticas.
¿A esos movimientos de bandada, igual que los pájaros cuando vuelan, se les puede llamar “grupales”?
Yo no lo sé, pero supongo, que como todo, ha de estar, en primer lugar, bien definido el objeto de estudio, herramientas para hacerlo existen, objeto que no hay que evitar ni renunciar a él solamente para impedir consecuencias indeseables, consecuencias, valga la paradoja, que en su comentario también son grupales.
Saludos.
El gregarismo y la mimesis funcionan en interacción con las caracteristicas individuales. Los niños no se unen a grupos o imitan acciones de modo aleatorio o pasivo, sino de modo activo. Somos seres sociales, naturalmente, pero sin perder nuestra identidad. Saludos.
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