No voy a ocultar mi antipatía por el pueblo holandés. Estoy
dispuesto a admitir que es irracional, pero ya saben que es así cómo funciona
nuestro cerebro. Cuando se trata de valorar grupos vamos al trazo grueso, calculamos
un promedio y hoy paz y después gloria.
La estupenda película de Tony
Kaye, ‘American History X’,
protagonizada por un excelso Edward
Norton, volvió a denunciar las desgracias a las que nos llevan esas
identidades de grupo cuando alcanzan un extremo. Si se la perdieron, hagan lo
posible por hacerse con una copia.
El caso es que andaba quien esto escribe por un pueblo
perdido de Navarra cuando, haciendo un alto en el camino, se sentó en un bar a
ver el partido Holanda-Australia. Ahora que estamos siguiendo los mundiales de
fútbol resulta bastante propio.
En la mesa de al lado había un individuo con la mirada atenta
en la pantalla. Cuando marcó Australia no pude evitar saltar de alegría (ver
arriba). El individuo me miró, sonrió, se acercó a la barra del bar y me invitó
a una cerveza.
Nos perdimos el resto del encuentro.
Me contó que hacía dos meses que llevaba caminando. Salió de
su casa, en los lejanos países bajos, y ahora estaba aquí, en la Comunidad
Foral. Tenía pensado llegar a Santiago de Compostela y de ahí bajarse a Fátima.
El desolador panorama económico en su país se había decantado
en que, después de 27 años de trabajar en un taller mecánico, la empresa había
decidido prescindir de sus servicios (un ERE, vaya). Le correspondían 27 meses
de paro porque allá en su país esas son las reglas (siempre que los años hayan
sido consecutivos). Y pensaba invertir ese tiempo en superar sus traumas.
Porque, verán, no solamente había sido despedido sino que,
además, su mujer se había ido de vacaciones a Kenia para no regresar nunca más.
Recibió una fría llamada desde el continente africano para expresarle su deseo
de obtener el divorcio. Ese suceso tuvo lugar poco después de que él perdiese
su estatus como trabajador, de que perdiese escalones en la pirámide
alimenticia.
“Eso duele” me dijo tocándose en la zona del pecho
en la que se supone que está el corazón.
Tras los fatídicos sucesos laborales y sentimentales comenzó
a autodestruirse, llevando una vida patéticamente sedentaria y fumándose más de
dos paquetes de cigarrillos diarios. Ante ese proceso degenerativo decidió
tomar medidas drásticas. Se confabuló con su madre para engañar al fisco tulipán
y poder salir del país sin dejar de recibir la compensación económica sobradamente merecida por sus años entregados
a la empresa.
Fue un agradable rato en compañía de una persona, de un
individuo, cuya pertenencia grupal me hubiera llevado, en frío, a salir
corriendo y no parar hasta el siguiente pueblo.
No me cabe duda de que su largo paseo por Europa le cambiará
la vida. Caminar durante horas renueva. Hacerlo durante meses buscando el
Finis-Terre modifica.
Qué es un camino? http://carmesi.wordpress.com/2013/05/26/literalidad-y-simbolismo-el-camino/
ResponderEliminarUn artículo muy estimulante Paco, muchas gracias. R
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