Este lunes 28 de Abril, Teresa Giménez Barbat, candidata por
UPyD al Parlamento Europeo, organizó una mesa coloquio en la que, atendiendo a su amable invitación, participamos
Francisco Mora y quien esto escribe (además de, por supuesto, el público asistente). El coloquio tuvo lugar en el Círculo
de Bellas Artes de Madrid.
La pregunta estrella fue ¿cómo mover las fuerzas
emocionales y cognitivas de las personas en Europa para construir y no para
segregar?
Los ponentes dispusimos de
unos minutos para presentar nuestra perspectiva antes de pasar al intercambio
de impresiones con el público. Los siguientes fueron, más o menos, los contenidos de mi
intervención.
El Siglo de los
Individuos
El sociólogo norteamericano Charles Murray ha discutido extensamente sobre el papel de los
gobiernos. Sostiene, siguiendo a Thomas
Jefferson, que el
propósito de cualquier gobierno es facilitar a sus ciudadanos la persecución de
la felicidad. Y la verdadera felicidad
supone una sensación duradera y justificada de satisfacción con la propia vida.
También ha señalado que los gobiernos europeos confían
ciegamente en el poder transformador de la ingeniería social y se olvidan de
que los ciudadanos deben ser tratados como individuos.
H. J. Eysenck, uno de los psicólogos más
influyentes del siglo XX, fue un rebelde con causa que tuvo que abandonar
Alemania ante la amenaza nazi y que, entre otras cosas, estudió las actitudes
políticas llegando a conclusiones como las siguientes:
“Los
inteligentes serán arrollados por aquellos cuyos modestos talentos e
implacables personalidades les han situado en el puesto de mando” (Usos y Abusos de la Psicología, 1957).
Volveremos luego a este psicólogo y a aquel sociólogo.
Europa, el viejo continente, es un lugar turbulento. Aquí
tuvieron lugar las dos únicas guerras mundiales que ha vivido la humanidad, y,
en ambas ocasiones, Alemania tuvo un lugar destacado al desatar las
hostilidades.
El alemán Hitler
ejemplifica la declaración anterior de su compatriota Eysenck. El líder nazi
deseaba una Europa unida, pero de un modo insatisfactorio para el resto de los
países del continente. Los aliados tuvieron que unirse para combatir al poder
alemán.
Nuestro país permaneció neutral. Sin embargo, un spaniard tuvo un papel crucial en el
éxito del comienzo del declive nazi. Garbo,
así conocido por los aliados por considerarle el mejor actor del mundo, fue un
agente doble que trabajaba para los aliados a la vez que los nazis le
consideraban el mejor de sus agentes. Fue el único espía de la segunda guerra
mundial que recibió los máximos honores, tanto de los aliados como de los
alemanes.
Su papel fue clave para distraer a los nazis en el día D,
haciéndoles creer que el despliegue de Normandía era, en realidad, una maniobra
de distracción y que la verdadera invasión aliada tendría lugar por Calais.
Garbo, o lo que es lo mismo Juan Pujol García, merece un detenido análisis psicológico, pero ahora
quiero usar su ejemplo para subrayar el hecho de la relevancia que posee para
los grupos la determinación de un solo individuo. Pujol vivió el espanto de la
guerra civil española y ante la aparición de Hitler se propuso contribuir a su
caída:
"mis
convicciones humanitarias me impidieron cerrar los ojos al sufrimiento
provocado por el psicópata de Hitler y por sus secuaces".
Por cierto, Pujol era catalán pero, como él mismo nos dice:
"aunque mi
familia era muy catalana, ni mis padres ni los demás miembros eran separatistas
sino que, por encima de todo, nos sentíamos españoles (Spaniards)".
Carecía de conflictos de
identidad. Fue, por lo menos, catalán, español y europeo.
Psicología diferencial
Voy a hablarles desde mi especialidad, la Psicología
diferencial. Es esta una disciplina dirigida al estudio científico de la
variabilidad en la conducta humana que tuvo su origen en la época en la que Darwin propuso su teoría de la
evolución. Desde sus comienzos ha cimentado su desarrollo en la medida formal
de la variabilidad, como única vía para hacer ciencia psicológica con rigor.
Se ha explorado durante más de 100 años la variabilidad en un
número considerable de factores psicológicos tales como la capacidad
intelectual, el temperamento, las actitudes o los valores.
¿En qué sentido se distinguen (y se parecen) los
individuos en esa serie de factores?
El análisis de esas diferencias individuales también ha
permitido explorar grupos humanos (agregados de individuos), llegando a algunas
consideraciones que pueden ser particularmente relevantes para el tema que nos
ocupa. Quizá la más importante sea el principio del solapamiento, es decir:
“Dados dos grupos humanos cualesquiera, la variabilidad
dentro de cada grupo es dramáticamente mayor que su diferencia promedio”.
Conviene saber que Eysenck fue un practicante destacado de
esta disciplina. Regresemos ahora a él para rescatar la respuesta a una de las
preguntas, relacionada con una de las variables diferenciales más sólidas, que
solía hacer en sus investigaciones sobre actitudes políticas.
Cuál sería la forma de
gobierno más adecuada para los seres humanos si…
A.- Todos fuesen
creados con una igual capacidad
B.- Si hubiese grandes
diferencias innatas en su capacidad
9 de cada 10 individuos respondían que la democracia era más
adecuada en el primer caso, mientras que en el segundo se decantaban por alguna
clase de autocracia.
Este autor discute en qué sentido la Psicología podía ser
relevante para la política. Tuvo claro que…
“¡Puede ser más
complicado que la sociedad use los avances científicos de la Psicología que
desarrollar la propia investigación científica!”
Esta declaración la hizo en el prólogo que le pedí cuando se re-editó,
en 1996, su obra de 1957, Usos y abusos
de la Psicología.
¿En qué sentido concreto pueden ser relevantes los
conocimientos psicológicos para la política?
Los partidos políticos mantienen doctrinas y creencias que
dictan sus conductas:
1.- Un concepto de la naturaleza humana: ¿hasta qué punto puede cambiarse?
2.- Principios en los que se basan los motivos humanos.
3.- Medios de gobernar y dirigir a los seres humanos.
Considera Eysenck que, generalmente, los políticos observan
con suspicacia a la psicología porque puede sustituir los estereotipos y los
dogmas por pruebas y hechos científicos.
Al contrario que a otros científicos, al psicólogo…
1.- Se le piden respuestas inmediatas.
2.- Se le exige trabajar con minúsculos presupuestos.
3.- Se le dificulta el contacto con los humanos.
Cuando se observa el panorama actual se llega a su misma
conclusión: sería absolutamente esencial crear un Consejo de Investigaciones Sociales.
Ese centro podría contribuir, entre otras muchas cosas, a
satisfacer las demandas de Paul Horst, autor que sostiene que el más elevado
objetivo al que los psicólogos pueden aspirar es el perfeccionamiento de los
instrumentos y técnicas que necesita una sociedad que
aspira a aprovecharse al máximo de la diversidad humana.
Se pregunta también Horst:
-. ¿Por qué los representantes no han de demostrar su
competencia en las ciencias, en economía, en sociología, en ciencias políticas
y, en general, en conocimientos relacionados con una
legislación inteligente?
-. ¿Estamos seguros de que los más capacitados son los que
consiguen alcanzar puestos de influencia y de mando político?
Steven Pinker & Judith
R Harris
Esa tesis sobre la relevancia potencial de las diferencias humanas
en la sociedad nos conduce a dos autores que, en parte, alcanzaron la fama al divulgar
las conclusiones a las que ha llegado la Psicología diferencial en sus
investigaciones.
Steve Pinker, en ‘The
Blank Slate’ revisa la absurda negación de la naturaleza humana recurriendo
a los conocimientos científicos disponibles. De hecho, concluye que el dogma de
que la naturaleza humana no existe constituye un síntoma de corrupción en las
ciencias sociales.
Hay 4 ideas en su obra, rica en detalles, que me gustaría
destacar ahora:
1.- Una mente maleable sería rápidamente seleccionada para su
extinción.
2.- La realidad social existe únicamente dentro de un grupo
de personas y depende de la capacidad cognitiva
presente en cada uno de los individuos.
3-. La psicología
individual se convierte en cultura colectiva.
4-. Las políticas que insisten en que las personas deben ser
idénticas en sus resultados sociales supondrán un alto coste para los seres
humanos, ya que, como ocurre en el resto del reino animal, su constitución
biológica no es idéntica.
Por tanto, la sociedad actual no puede seguir negando esa
variabilidad.
Pero, ¿de dónde proviene esa variabilidad?
Naturalmente, en primer lugar de la variabilidad genética,
pero Harris se hace una pregunta que compartiré con ustedes:
¿cuáles son los factores no genéticos que contribuyen a que
no haya dos personas iguales (No Two Alike)?
Su teoría, avalada por una serie de hechos y que permite
generar predicciones contrastables, se centra en tres sistemas que podrían ser
localizados en el cerebro de los humanos: el sistema de relación, el sistema de
socialización y el sistema de estatus.
El primer se encarga de las relaciones personales, el segundo
permite interiorizar la cultura y saber adaptarse a ella y el tercero acumula
estrategias a largo plazo para ocultar los defectos y destacar las virtudes.
Opino que estos tres sistemas ayudan a comprender la conducta
de los individuos y de los grupos.
Europa
La UE incluye 28 estados que persiguen una integración
regional. Los 7 países de mayor tamaño son Francia, España, Suecia,
Alemania, Finlandia, Polonia e Italia. Los 7 países más poblados son Alemania, Francia, Reino Unido,
Italia, España, Polonia y Rumania. Los 7 países con mayor PIB son Luxemburgo, Países Bajos,
Austria, Suecia, Irlanda, Alemania y Bélgica.
Un ciudadano de la unión es un individuo
que ostenta la nacionalidad de un estado miembro de la UE.
763 individuos representan en el Parlamento Europeo a 505
millones de ciudadanos.
La convocatoria de esta mesa expresa que en la región se
persigue una federación de estados y que tal objetivo requerirá un
sentimiento de pertenencia capaz de integrar a esos millones de personas mucho
más distintas y diversas de lo que habíamos imaginado.
Hay dos preguntas en
concreto:
1.- ¿Cómo superar esta
contradicción?
2.- ¿Cómo mover las fuerzas emocionales
y cognitivas de las personas para construir y no para segregar?
El escritor francés, de
origen libanés, Amin Maalouf, Premio
Príncipe de Asturias, puede ayudarnos a responder esas preguntas.
En su ensayo, ‘Identidades asesinas’, sostiene que hay
demasiados intereses creados basados en instrumentalizar las identidades de
grupo para beneficiar a determinados individuos.
Los ciudadanos debemos admitir
que la aventura de la humanidad es algo mucho más grande que nuestras rencillas
domésticas, pero tampoco debemos ignorar que la globalización es una amenaza a
las identidades de los pueblos.
Quizá el antídoto más efectivo
para vencer esta clase de venenos sea trabajar duro para que la gente comprenda
que el único lugar real en
el que cristalizan las diferentes identidades es el individuo.
En similares términos se desarrolla su obra ‘El desajuste del
mundo’ abundando en la tesis de que si nuestras
civilizaciones sienten la necesidad de meter ruido para afirmar su
singularidad, es porque esta singularidad se va difuminando por efecto de la
globalización.
Combatir esas tendencias requiere
ciudadanos que conozcan profunda y sutilmente el mundo que les rodea. Y, desde
esta perspectiva, la ciencia puede ayudarnos en la
tarea descomunal de cimentar un mundo nuevo en el que los pueblos de la Tierra
puedan caminar juntos en la misma dirección.
Sin embargo, el psicólogo norteamericano David Lykken, experto en psicología evolucionista, subrayaba en su
obra ‘The
antisocial personalities’ su escepticismo con respecto al éxito de
la empresa europea.
Según su perspectiva, los firmantes del tratado europeo nadan
en contra de la corriente de la evolución al intentar transformar una Torre de
Babel en un poderoso organismo socioeconómico integrado.
Su predicción, hecha en 1995, fue que fracasaríamos
estrepitosamente, tarde o temprano.
¿Por qué?
Porque las consideraciones evolucionistas llevan a concluir
que los grupos sociales humanos (naciones, estados) progresan y se cohesionan
solamente cuando comparten una cultura.
El caso de los Estados Unidos demuestra que puede tolerarse
una considerable diversidad, pero que hay límites.
Si se hubiese permitido que los inmigrantes de los distintos
estados de la unión conservasen la lengua y las costumbres del viejo mundo, actualmente
no existirían los Estados Unidos de América.
Enfoque
Entonces, ¿qué se puede hacer para promover la identidad
europea?
Primero, romper, con hechos, los estereotipos nacionales
sirviéndose de técnicas científicas de presentación imparcial y de deducción
prudente.
Es posible realizar un estudio empírico de las diferencias
nacionales que sería de capital importancia para el desarrollo de esa identidad
europea.
Hace muchos años que la UNESCO hizo notar que “los prejuicios
nacen en las mentes individuales”.
Segundo, romper la patológica tendencia del etnocentrismo, es
decir, la irracional creencia de que la nación o el grupo social propios son
superiores a los demás.
Hay muchas personas que repiten como papagayos frase hechas
porque nunca se han parado a pensar sobre cuestiones de naturaleza
etnocéntrica, o porque no son lo suficientemente competentes para comprender lo
que están diciendo, o porque esas cuestiones son moneda común en su ambiente.
Obsérvese que el peligro reside en
los escasos fanáticos más que en el rebaño de individuos dispuestos a seguirles.
Por cierto, algunos de mis colegas de profesión defienden de
modo vehemente que no podemos fiarnos de lo que la gente dice, sino que
solamente debemos dar crédito a lo que hace para conocer sus verdaderas
actitudes.
Es falso.
Ir a la iglesia no significa que la persona sea religiosa.
Un individuo puede colgar una ikurriña en su ventana para
evitarse problemas en el bar de su pueblo.
Tercero, subrayar que la unidad de análisis correcta sobre la
que construir la identidad es el individuo. Europa
sería una más de las facetas de la identidad individual.
No propongo aplicar ninguna clase de ingeniería social para
convencer a los ciudadanos europeos de que acepten una identidad europea. Lo que
estoy sugiriendo es que debemos darles a conocer el hecho de que su naturaleza
individual constituye su identidad y que puede decidir libremente incorporar
Europa a esa identidad para compartir un proyecto de integración.
Quiero cerrar mi intervención como fue abierta.
Dijimos que los gobiernos deben facilitar a sus ciudadanos la
persecución de la felicidad. Ahora habría que añadir que ese proceso de facilitación supone “un marco de referencia dentro del que la gente
–independientemente de su temperamento y de su talento—puede buscar la
felicidad”.
Si
nos preguntamos cuáles son las instituciones mediante las que los seres humanos
logramos una profunda satisfacción con la vida, una respuesta razonable es la
familia, la comunidad, la vocación y el sentido trascendente de la vida.
Murray
abomina de la tendencia de los ciudadanos europeos a delegar en sus gobiernos
lo que deberían hacer por ellos mismos. Cuando los gobiernos se hacen cargo,
esas cuatro instituciones se resienten y terminan por desintegrarse, puesto que
su tamaño es incompatible con ellas.
“Las soluciones
centralizadas restringen, mediante leyes, las diferencias individuales usando
como medida de su éxito el nivel de acatamiento de esas leyes (…) así resulta
imposible liberar a los humanos para materializar su potencial. Así no se
alimenta el alma humana”.
Debemos
responder a la pregunta de cómo lograr una sociedad en la que todo el mundo, todos
los ciudadanos europeos, sin importar cuáles sean sus dones, pueda llegar a los
70 años de edad, mirar hacia atrás, y concluir que han tenido una vida feliz,
repleta de satisfacciones profundas y justificadas.
Muchas gracias.
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