Hace unos días, un buen amigo me contó una DEMO
que presenció en los Estados Unidos sobre las impresoras
3D. Programaron la máquina para imprimir una llave inglesa, y, al cabo
del rato (de hecho, horas) ahí estaba la herramienta totalmente operativa, con
su ruedecita que giraba perfectamente.
Estoy convencido de que la impresión 3D va a
ser una gran revolución.
Escuché recientemente en la radio que en la
ultima feria informática presentaron la primera impresora 3D de comida. Para
explicar de qué iba la cosa, el diseñador ponía como ejemplo que la máquina podría
“imprimir” raviolis “comestibles” de diferentes sabores y formas. En vez de con
tinta funcionaba con pasta alimenticia de diferentes sabores.
Y eso por no hablar del ya polémico caso de las
pistolas 3D indetectables en aeropuertos, cuyos planos, por lo visto, andan
sueltos por la red.
Y es que la velocidad a la que está cambiando
el mundo cibernético es fascinante.
Roberto todavía recodará como, no hace tantos
años (¿20?) nos escribíamos estando él en Texas y yo en Madrid. Usábamos un “ordenador”
con un sistema en el que, si escribías mas de una línea en una pantalla gris,
se quedaba colgado.
Vivimos la revolución de la informática, no
hay duda.
Ahora bien, la revolución del ‘hágaselo usted
mismo’ me tiene fascinado por dos motivos. El primero es que uno ya
puede encontrar en la web información
sobre cosas que van más allá de lo imaginable. Recientemente, y olvidando las
pistolas, hay dos muy famosos. Uno de lámparas hechas con botellas de plástico
y otro de una estufa hechas con velas.
El segundo motivo es que me parece asombrosa
la cantidad de información que te permite hacer cosas peligrosísimas.
Por ejemplo, si en youtube tecleas “experimentos caseros fuego” aparecen cosas como “fuego de colores”, “bolas de
fuego que no queman”, “tornado de fuego
impresionante”. De verdad, uno se queda sin palabras. ¿A alguien con dos
dedos de frente se le ocurre ponerse a hacer “experimentos con fuego” y pensar que
no va a pasar nada, que no se va a quemar?
¿Y a cuento de que viene todo esto?
Pues de otro descubrimiento que hice en
internet, y que me dejó boquiabierto.
Todo el mundo conoce Chernóbil o el famoso
caso de la bomba atómica de Palomares, pero también hemos tenido nuestro propio
desastre nuclear en la Ciudad
Universitaria de Madrid. Nunca se dijo nada.
Por favor, si no la conocéis, leed esta
noticia que ya tiene sus años:
No sé cómo imaginarme la situación, pero de
forma cómica visualizo a uno señores con su título universitario, con un poco
de uranio, llamando al servicio técnico de reparaciones de la universidad, a
ver si le pueden dar un toque de soldadura a una tubería por el que va a ir el
liquido refrigerante radioactivo. Algo así como el del “Milagro
de Petinto” diciendo que hay que sanear. Vamos, un hágase usted mismo una
central nuclear en su despacho de la universidad…por fascículos.
Tal y como yo veo el futuro, en 10 años todos
tendremos posibilidad de acceder a una impresora 3D para hacer lo que nos venga
en gana. Y, gracias a internet, podremos hacer productos “caseros” de “todo”,
mas allá del peligro que esto entraña, ya sea para jugar a ser físicos
atómicos, ingenieros industriales o cocineros.
Solo puedo decir una cosa: a mí me mola, pero
que nos cojan confesados.
Feliz año a todos.
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