miércoles, 22 de enero de 2014

Cambios en el cerebro y su relación con la capacidad intelectual

Cerebral Cortex’ publica un complejo artículo en el que se exploran los cambios durante el ciclo vital del grosor de la corteza cerebral y de su superficie. Esos cambios se relacionan con los niveles de inteligencia de las personas consideradas en la investigación.

Schnack, H. G. et al. (2014). Changes in thickness and surface area of the human cortex and their relationship with intelligence. Cerebral Cortex. doi:10.1093/cercor/bht357

El resultado general es que la inteligencia está más relacionada con la cantidad y el momento del cambio de la estructura cerebral durante el desarrollo, que con la estructura en sí misma. El desarrollo cortical no termina nunca, sino que no cesa de cambiar. Esos cambios dependen, según los autores, de la capacidad intelectual de cada individuo.

La última frase es un tanto enigmática, pero se intenta explicar con frases como ésta: “las personas con una mayor inteligencia mantienen su cerebro activo y en desarrollo porque se educan y estimulan continuamente a sí mismos (…) buscan activamente ambientes cognitivamente retadores”. Por tanto, se apoya la idea de que las diferencias de inteligencia son una causa de los cambios diferenciales observados en la corteza.

Estos son los tres periodos de cambio en el desarrollo de la corteza:

-. Hasta los diez-doce años de edad: se caracteriza por la expansión del área cortical, que es sustancialmente mayor en los individuos más inteligentes.

-. Hasta los 21 años de edad: ahora se invierte la relación entre nivel intelectual y expansión del área cortical; los más inteligentes alcanzan antes una máxima expansión seguida de una contracción acelerada. En este mismo periodo se aprecia una reducción en el grosor de la corteza.

-. En el tercer periodo continúa la contracción del área cortical, manteniéndose su relación con la inteligencia. Sin embargo, se invierte la asociación de la inteligencia con los cambios en el grosor cortical: la reducción en el grosor continua en los individuos menos inteligentes, pero se observan aumentos de ese grosor en los más inteligentes, lo que lleva a una correlación positiva entre grosor e inteligencia en los individuos más inteligentes a la edad de 42 años.

La figura muestra (de un modo algo críptico) que las personas más inteligentes presentan los cambios más extremos durante el desarrollo. Sus cerebros son, por tanto, más dinámicos.


Estos resultados se basan en el análisis de 504 individuos cuya edad oscila entre los 9 y los 60 años (114 por debajo de 12 años de edad, 76 entre 12 y 20 años, 152 entre 20 y 30 años, 105 entre 30 y 40 años, y 57 por encima de 40 años). Se dispone de dos registros MRI, separados por entre 2 y 8 años aproximadamente, de cada participante. Su nivel intelectual se obtiene en un solo momento temporal a partir de cuatro tests estandarizados, y, por tanto, esta investigación no puede averiguar si los cambios observados en el cerebro poseen alguna relación con supuestos cambios en el nivel intelectual.

Este último aspecto, particularmente relevante, fue explorado en la investigación de Burgaleta et al. (2013) ya comentada en este blog:


El principal resultado de Burgaleta et al. fue que el aumento del nivel intelectual se asociaba a una preservación del grosor de la corteza (ausencia de cambio), mientras que una reducción del nivel intelectual se asociaba a una reducción de la corteza.

Se aprecia, por tanto, una cierta contradicción con esta conclusión del artículo que se está comentando ahora: “los mayores cambios del grosor de la corteza durante el desarrollo se asocian a una alta inteligencia, mientras que ese grosor cambia menos en los menos inteligentes”.


Queda todavía, por tanto, un largo camino por recorrer hasta averiguar cuáles son las relaciones recíprocas, altamente dinámicas, que parecen existir entre los cambios en el cerebro y en la inteligencia de los individuos. Probablemente sea algo más complejo de lo que parece establecer relaciones de causa-efecto.

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