Nuestra sociedad (las personas de bien, para ser más exactos)
debe admirar a estos individuos porque nos demuestran que el intento de
manipularnos y engañarnos está abocado al fracaso. No
solamente debemos admirarles, sino que también hemos de protegerles.
Me siento particularmente orgulloso de que mi país haya dado
refugio a quien destapó las cuentas corruptas del Hong
Kong Shanghai Bank Corporation (HSBC) (Hervé Falciani). De hecho,
como él mismo ha declarado, el gobierno norteamericano le avisó de que debía
abandonar Suiza y viajar a España para protegerse de un eventual asesinato: “me dijeron que el único sitio seguro en Europa sería España”.
Falciani tuvo la valentía de delatar a numerosos evasores
fiscales usando los datos de 130.000 clientes del HSBC. Ese banco, con sede en
la ‘neutral’ Suiza, acoge capital corrupto de cárteles del narcotráfico, grupos internacionales de
criminalidad organizada y, por supuesto, organizaciones terroristas. La banca
suiza no desea destapar la corrupción que corre fluidamente por sus impolutos
bancos. Es un negocio demasiado lucrativo: “la información que yo tengo demuestra que los bancos suizos
libran una guerra económica. Ellos son el enemigo. Y se trata de un enemigo que
no es estático sino dinámico. Se adapta a cualquier directiva contra la evasión
fiscal o el blanqueo de dinero para seguir haciendo caja. Además, los distintos
paraísos fiscales funcionan en red”.
Declara
Falciani: “América
puede ayudarnos en esta lucha, pero no podemos dejar todo este trabajo en sus
manos. Francia, España, Europa en general, también tienen que librar esta
guerra. Porque es la gente normal la que está sufriendo sus consecuencias”.
Amén.
Edward
Snowden es otro de nuestros héroes. Se ha refugiado en Hong Kong porque el
gobierno norteamericano ha dictado una orden de busca y captura por filtrar
datos de la NSA, una poderosa agencia de espionaje. Snowden lo hizo porque no
quiere “vivir en
un mundo en el que se graba todo lo que hago y lo que digo”.
La
NSA miente porque viola descaradamente las libertades individuales: “es espantoso
hasta dónde llega su capacidad de actuar. Podemos intervenir ordenadores y, en
cuanto se entra en la red, identificar desde qué ordenador se hace. Una persona
nunca está a salvo, por más que se proteja”.
Snowden opina que Obama es, de hecho, una continuación de
Bush.
Julian Assange, célebre por el WikiLeaks, ha recomendado a
Snowden (desde su propio encierro en la Embajada de Ecuador en Londres para
evitar ser deportado a Suecia) que pida asilo en Islandia: “no es posible
enfrentarse a los servicios de inteligencia más poderosos del mundo y no ser
consciente de ese peligro. Si quieren capturarme, con el tiempo, lo conseguirán”.
Como seguramente recordarán, WikiLeaks es una organización
sin ánimo de lucro que publica información secreta, obtenida de informadores
anónimos, a través de la web. Entre otros, la web ha publicado documentos clasificados
relacionados con las guerras de Afganistán e Irak.
Las valerosas acciones de estos tres individuos apoyan una
vieja tesis que mantuve en un ensayo que escribí hace algunos años, antes de
que comenzase la famosa crisis en la que ahora nos encontramos inmersos. Allí
expresé la idea de que la verdadera revolución debe venir desde dentro, porque
son las personas honestas ubicados en el interior de las esferas del poder
quienes pueden darle la vuelta al sistema.
Los demás debemos confiar en ellos porque estamos fuera de un
poderoso campo magnético que protege a los líderes. Pero, al menos, debemos
hacerles saber a los futuros Assange, Falciani y Snowden que no están solos,
que los demás les acogeremos con los brazos abiertos. Son nuestros aliados y su
presencia dentro de ese campo magnético les convierte en los valedores de
nuestro futuro en libertad. Sus acciones derribarán el muro. No tengo ninguna
duda.
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