viernes, 28 de junio de 2013

Assange, Falciani y Snowden

Nuestra sociedad (las personas de bien, para ser más exactos) debe admirar a estos individuos porque nos demuestran que el intento de manipularnos y engañarnos está abocado al fracaso. No solamente debemos admirarles, sino que también hemos de protegerles.

Me siento particularmente orgulloso de que mi país haya dado refugio a quien destapó las cuentas corruptas del Hong Kong Shanghai Bank Corporation (HSBC) (Hervé Falciani). De hecho, como él mismo ha declarado, el gobierno norteamericano le avisó de que debía abandonar Suiza y viajar a España para protegerse de un eventual asesinato: me dijeron que el único sitio seguro en Europa sería España”.

Falciani tuvo la valentía de delatar a numerosos evasores fiscales usando los datos de 130.000 clientes del HSBC. Ese banco, con sede en la ‘neutral’ Suiza, acoge capital corrupto de cárteles del narcotráfico, grupos internacionales de criminalidad organizada y, por supuesto, organizaciones terroristas. La banca suiza no desea destapar la corrupción que corre fluidamente por sus impolutos bancos. Es un negocio demasiado lucrativo: “la información que yo tengo demuestra que los bancos suizos libran una guerra económica. Ellos son el enemigo. Y se trata de un enemigo que no es estático sino dinámico. Se adapta a cualquier directiva contra la evasión fiscal o el blanqueo de dinero para seguir haciendo caja. Además, los distintos paraísos fiscales funcionan en red”.

Declara Falciani: “América puede ayudarnos en esta lucha, pero no podemos dejar todo este trabajo en sus manos. Francia, España, Europa en general, también tienen que librar esta guerra. Porque es la gente normal la que está sufriendo sus consecuencias”. Amén.


Edward Snowden es otro de nuestros héroes. Se ha refugiado en Hong Kong porque el gobierno norteamericano ha dictado una orden de busca y captura por filtrar datos de la NSA, una poderosa agencia de espionaje. Snowden lo hizo porque no quiere “vivir en un mundo en el que se graba todo lo que hago y lo que digo”.

La NSA miente porque viola descaradamente las libertades individuales: “es espantoso hasta dónde llega su capacidad de actuar. Podemos intervenir ordenadores y, en cuanto se entra en la red, identificar desde qué ordenador se hace. Una persona nunca está a salvo, por más que se proteja”.

Snowden opina que Obama es, de hecho, una continuación de Bush.

Julian Assange, célebre por el WikiLeaks, ha recomendado a Snowden (desde su propio encierro en la Embajada de Ecuador en Londres para evitar ser deportado a Suecia) que pida asilo en Islandia: “no es posible enfrentarse a los servicios de inteligencia más poderosos del mundo y no ser consciente de ese peligro. Si quieren capturarme, con el tiempo, lo conseguirán”.

Como seguramente recordarán, WikiLeaks es una organización sin ánimo de lucro que publica información secreta, obtenida de informadores anónimos, a través de la web. Entre otros, la web ha publicado documentos clasificados relacionados con las guerras de Afganistán e Irak.


Las valerosas acciones de estos tres individuos apoyan una vieja tesis que mantuve en un ensayo que escribí hace algunos años, antes de que comenzase la famosa crisis en la que ahora nos encontramos inmersos. Allí expresé la idea de que la verdadera revolución debe venir desde dentro, porque son las personas honestas ubicados en el interior de las esferas del poder quienes pueden darle la vuelta al sistema.


Los demás debemos confiar en ellos porque estamos fuera de un poderoso campo magnético que protege a los líderes. Pero, al menos, debemos hacerles saber a los futuros Assange, Falciani y Snowden que no están solos, que los demás les acogeremos con los brazos abiertos. Son nuestros aliados y su presencia dentro de ese campo magnético les convierte en los valedores de nuestro futuro en libertad. Sus acciones derribarán el muro. No tengo ninguna duda.


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