lunes, 8 de julio de 2013

Inteligencia y discriminación sensorial

La revista ‘Current Biology’ publica un artículo en el que se mantiene que las diferencias individuales en discriminación sensorial pueden explicar un buen trozo de eso que llamamos capacidad intelectual.

El viejo sueño de Francis Galton hecho realidad.


Melnick, M. D. et al. (2013). A strong interactive link between sensory discrimination and intelligence. Current Biology, http://dx.doi.org/10.1016/j.cub.2013.04.053

La tesis principal del estudio es que el cerebro debe procesar una enorme cantidad de información, y, por tanto, suprimir la irrelevante es crucial. Para demostrar esa tesis usan una tarea simple de discriminación visual que mide la velocidad de procesamiento y la supresión perceptiva.

Resultado clave: los individuos con mayor CI son rápidos al percibir el movimiento de objetos de reducido tamaño, pero empeoran sustancialmente al percibir el movimiento de los objetos a medida que aumenta su tamaño.

Conclusión: la capacidad para suprimir la información irrelevante y procesar con rapidez la relevante subyace tanto a la discriminación sensorial como a la inteligencia.

La manipulación experimental fundamental de esta investigación se centra en el tamaño del estímulo. Los participantes debían identificar la dirección del movimiento de cada uno de los objetos presentados tan rápido como fuese posible. A partir de aquí calcularon un índice de supresión (SI) definido como la diferencia entre el umbral para los estímulos de mayor tamaño y el umbral para los de menor tamaño. Por tanto, SI mide el nivel de deterioro en la percepción del movimiento a medida que aumenta el tamaño de los estímulos.


Las diferencias individuales en SI correlacionan con la capacidad intelectual (CI) con valores que oscilan entre 0.55 y 0.82. Realmente escandaloso.

A mayor nivel de inteligencia, el SI aumenta debido a una mayor rapidez al procesar los estímulos de menor tamaño y a una menor capacidad para percibir el movimiento de los estímulos de mayor tamaño. La combinación de ambos factores es clave. Por separado no resultan particularmente relevantes.

A partir de aquí los autores se tiran a la piscina especulando con la posibilidad de sustituir las complejas medidas de CI por el (mucho más simple) SI.

La velocidad mental solo es relevante cuando se mide con respecto a la información que resulta relevante. Suprimir la información irrelevante es la clave: “la capacidad de ignorar estímulos distractores presentes en la memoria operativa (working memory) predice las diferencias individuales de inteligencia y puede dar cuenta de las diferencias de actividad en la corteza prefrontal observada al comparar individuos de alto y de bajo CI”.

Los autores sugieren que el mecanismo subyacente es de muy bajo nivel. La capacidad para suprimir la información irrelevante no responde a una atención top-down. Se propone que el mecanismo responde al hecho de que las personas de mayor CI pueden caracterizarse por una mayor eficiencia neural. Es, por tanto, un mecanismo bottom-up.

Quizá convenga comentar que estos resultados se basan en dos estudios. El primero con 12 personas y el segundo con 53. No son números demasiado razonables para confiar en la estabilidad de las correlaciones calculadas.

Además, esas correlaciones se basan en una variable calculada sobre dos medidas que se restan. Conviene saber que esa clase de puntuaciones diferenciales suelen comportarse de modo extraño, por lo que no estaría de más conocer más detalles sobre su distribución (fui incapaz de encontrar esa información en el material suplementario).

Finalmente, el argumento de que la supresión de estímulos irrelevantes es esencial para la relación observada entre la memoria operativa y la inteligencia es notablemente discutible. El grupo de Randal Engle ha sido un arduo defensor de esta perspectiva, pero la evidencia empírica no terminaba de encajar adecuadamente, así que tuvieron que complicar su modelo (a) distinguiendo entre memoria primaria y secundaria y (b) reduciendo la presunta relevancia de los mecanismos atencionales.

En suma, mantengo mis reservas hasta ver replicado el estudio por un laboratorio independiente. Y, mejor todavía, (a) con muestras de mayor tamaño y (b) incorporando algún indicador independiente de eficiencia neural (una variable, por cierto, bastante escurridiza).


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