Algunos medios de comunicación han concedido crédito
a un estudio, que se publicará en la revista 'Intelligence', titulado 'Were the Victorians
cleverer than us? The decline in general intelligence estimated from a
meta-analysis of the slowing of simple reaction time'.
El breve artículo, preparado por Michael Woodley, Jan te Nijenhuis y Raegan
Murphy, concluye que nuestra capacidad intelectual se ha reducido 14 puntos
entre 1889 y 2004. Naturalmente ese dato entra en conflicto directo con el
famoso 'Efecto Flynn' que concluye precisamente
lo contrario, es decir, que la inteligencia ha aumentado a nivel mundial
durante el siglo XX.
¿En qué se basan Woodley y sus colegas?
En una serie de cálculos, bastante
discutibles, sobre la velocidad de respuesta a un estímulo simple, es decir, en
medidas de tiempo de reacción (TR). El TR estimado para 1889 es de 194
milisegundos, mientras que en 2004 es de 275 milisegundos, es decir, unos 80
milisegundos de diferencia entre ambos periodos.
Por tanto, basándose en que ahora somos mentalmente
más lentos y en que la velocidad mental se relaciona (correlaciona) con la
capacidad intelectual, deducen que ahora debemos ser menos inteligentes. Punto.
Usan 16 estudios considerados por otro autor
(I. W. Silverman): uno es de finales
del siglo XIX, otro de 1903, dos de 1941, uno de 1945, otro de 1970, dos de
1991, dos de 1993, uno de1999, uno de 2002, dos de 2004, uno de 2005 y otro de
2006.
Nueve estudian grupos menores de 100
personas, dos alrededor de 200 personas. Por tanto, once de los estudios son
seguramente poco robustos.
Pero no importa, los autores introducen una
serie de correcciones estadísticas (fiabilidad, baja representatividad, etc.)
y, por ejemplo, de una correlación de 0,2 entre TR e inteligencia pasamos a una
de 0,54 (casi nada).
La siguiente figura muestra los TR a través
de los años considerados en los distintos estudios. Los autores dicen que se
aprecia una línea ascendente que demuestra que a medida que pasan los años se
incrementa el TR simple.
No parece importarles que al menos diez de
los estudios (observen los puntos) se alejen notablemente de la línea de
tendencia. Es igual, son casos que se pueden ignorar, según ellos.
Ahora agárrense para no caerse: los TR han
aumentado (es decir, nos hemos ralentizado mentalmente) por la tendencia en la
población a que los individuos más inteligentes tengan menos descendencia que
los menos inteligentes. A esto se le llama 'disgenesia'.
La disgenesia disminuiría la capacidad
intelectual de la población al aumentar el número de personas menos inteligentes.
Ya que la capacidad intelectual se relaciona con el TR por razones genéticas
(según ellos) entonces es natural que ahora seamos mentalmente más lentos.
Nuestro equipamiento genético ha empeorado,
y, por tanto, ha disminuido nuestra capacidad intelectual a la vez que nos
hemos hecho más lerdos en nuestros reflejos mentales.
Uno de los graves problemas de este estudio
es que, más allá de los juegos estadísticos, el TR, especialmente si valoramos o
medimos el TR simple, posee una débil correlación con las medidas de capacidad
intelectual (0,2 siendo generosos).
La tendencia creciente en el TR que los autores
creen que existe en los datos que consideran, debería corregirse según el valor
de esa verosímil correlación. Por tanto, en el supuesto caso de que diésemos
por válido el cálculo de esos TR para las distintas épocas, habría que
considerar que solamente darían cuenta del 4% de lo que pudiera estar
ocurriendo con la capacidad intelectual durante ese mismo periodo de tiempo.
Seguro que mi colega Jim Flynn tiene bastante que decir sobre este artículo. El
incremento generacional de inteligencia, valorado formalmente por los tests
estandarizados, resulta patente no solamente en Europa, sino también en Asia,
América, África y Oceanía.
El cálculo promedio para ese incremento
generacional es de 3 puntos por década. Por tanto, en un siglo el aumento equivaldría
a 30 puntos. Si le restásemos los 15 puntos que calculan estos autores para las
tendencias disgenésicas, obtendríamos 15 puntos positivos.
Es decir, la población se estaría haciendo
mas tonta por motivos genéticos, pero, aún así, seríamos más listos.
¿Alguien lo entiende?
Espero que Intelligence no haya sucumbido a la tendencia de “publico algo para que hablen de mi” pues no encuentro otra explicación para la publicación de este engendro. Entre las muchas deficiencias de este estudio, tan sólo considerar que si no se diera crédito a los datos del siglo XIX (cosa que no considero descabellada) y podemos un dedo encima de dichos datos, la maravillosa recta de regresión tendría una pendiente de cero patatero que diría algún expresidente.
ResponderEliminarCuando vi este artículo en los periódicos lo primero que pensé fue "a ver cuanto tarda Roberto en hacerse eco de esto" :)
ResponderEliminarYa el hecho de que hayan escogido Tiempo de Reacción como variable operativa de la inteligencia da que pensar.
Por éste y otros motivos comentados por ti, este artículo pasa a formar parte de los "olvidados".
un saludo
Andreu: Woodley es un extraño personaje. Su trabajo más todavía. El enigma a resolver es cómo se ha publicado este artículo en 'Intelligence'. Mi hipótesis es que tuvo suerte con unos revisores ocupados (y proclives) y el editor estaba de vacaciones.
ResponderEliminarCésar: a lo mejor no hay simplemente que olvidar este artículo. Un poco de 'caña' no le va mal (uso la 'ñ' intencionadamente ;-)
Saludos, R