Me gustaría compartir algunas
reflexiones a propósito de un acto al que asistí el lunes pasado, una mesa
redonda sobre la regeneración democrática en nuestro
país.
Quedó bien clara la idea de que,
además de la crisis económica y agravándola mucho, tenemos
un serio problema político. El motivo, como todo el mundo sabe, está en
las características del sistema de partidos políticos que se ha configurado en España durante los últimos 30 años.
Los partidos siempre tienden a ser
organizaciones cerradas, y se da la paradoja de que son
instituciones no democráticas (internamente) de
las que depende el funcionamiento democrático del país. Esto, que es una
tendencia general, se agrava en España por motivos peculiares:
-. Nuestros políticos, de hecho, no
responden ante el pueblo, salvo que sean juzgados.
-. En general, sólo son responsables
ante el aparato del partido, que es el que los nombra y el que decide sus
opiniones y sus votos.
-. Los partidos políticos, tanto el
PP como PSOE, CiU, PNV, han acumulado un peso y una influencia
desproporcionados, ya que dominan instituciones políticas, medios de
comunicación, e incluso están fuertemente infiltrados en el poder judicial
(está en peligro la separación de poderes).
-. Esto les ha permitido dedicarse a
servir sus intereses particulares y desarrollar fuertes tendencias
“extractivas” (en la terminología de Acemoglu
y Robinson), sin que haya habido
mecanismos de control efectivos de esas tendencias desviadas.
No se trata de entrar en diferencias
entre partidos. No se trata de si el PSOE es mejor que el PP. Tampoco se trata
de enjuiciar a los políticos como personas, si son buenos o malos. Se trata de las características estructurales de un sistema que
incentiva a los partidos y a sus miembros, animándoles a desarrollar malas
prácticas porque se sienten impunes.
El acto del lunes sucedía en Sevilla, organizado por Iniciativa Sevilla Abierta (enhorabuena
a ellos), y varios de los asistentes señalaron como ejemplo de la situación el
hecho de que no
existen datos sobre el número de empleados
públicos que hay en Andalucía. Obviamente, a ninguno de los partidos
políticos – ni el que gobierna, ni sus competidores – le interesa entrar en la
arena movediza de jugar limpio con los ciudadanos e informarles del número de
empresas públicas creadas en los años de bonanza, el número de empleados que se
ha nombrado (a menudo sin respetar los principios de mérito e igualdad) o los
sueldos que cobran (pensemos en los sustanciosos sueldos de los diputados en la
Diputación Provincial).
En Andalucía, por seguir con el
ejemplo, se ha dado el caso también de “blindar” la situación de los empleados
públicos “dudosos” por el procedimiento de convertir a los funcionarios de
carrera en simples contratados, para homologar ambos casos. Esto no es nada
particular que suceda en el sur, y el lector bien informado conoce numerosos
casos de corrupción relativos al partido en, por ejemplo, el gobierno de
Cataluña. Se dice que son un millar los políticos imputados ante los
tribunales, así que ¡podemos estar seguros de que se encuentran bien
repartidos! Una vez más: no se trata de buenos y malos, de norte y sur, ni de
este partido o del otro, sino de toda una estructura.
A nadie se le escapa el papel que ha
tenido todo esto en agravar la crisis económica y en generar los peores excesos
del mal uso de fondos públicos. Estoy pensando en los famosos aeropuertos y
autopistas inútiles, en los edificios faraónicos como la Ciudad de la Cultura
en Santiago, pero también estoy pensando en que los
partidos tenían gran interés en fomentar la burbuja inmobiliaria, que
parece haber sido una muy buena fuente de financiación, no sólo para el
político particular que ejercía en el gobierno local, sino también para su
partido. Todos nos preguntamos por qué no se hizo nada para controlar la
burbuja inmobiliaria hace más de una década, cuando ya había claros avisos del
peligro que entrañaba, pero quizá es una pregunta retórica. ¿O esperamos que
quien saca provecho de una situación le ponga fin?
Evidentemente es nuestro interés y el
interés de nuestra democracia que esas estructuras se modifiquen para que los políticos se vean responsables
ante sus electores, de manera que nuestra democracia sea realmente representativa, y para que los partidos
políticos vayan retirando su control de instituciones que deben representar a
la sociedad civil. Lo difícil de nuestra situación es que esos cambios políticos deben hacerse desde la sociedad civil y contra los intereses de los partidos
políticos. No podemos cometer la ingenuidad de esperar que los propios
partidos nos ofrezcan soluciones, más bien hay que
obligarlos a realizar ciertos cambios que no quieren realizar.
Mucha gente joven y no tan joven,
entusiasta de las nuevas tecnologías, piensa que es el momento de la democracia
directa vía Internet. Las personas más experimentadas y con más conocimientos
de la historia, en cambio, no están de acuerdo: los
referéndums son un arma magnífica para los populistas e incluso para los
tiranos. Para mí, al menos, resultó una conclusión clara de la discusión
del acto que estoy comentando, que la solución está en una reforma de la actual democracia representativa y no en su eliminación.
Hasta donde yo entiendo, introducir modificaciones en el sistema electoral, en
la dirección de las listas abiertas o algún sistema mixto de ese tipo (a la
alemana) y en la dirección de modificar las circunscripciones electorales,
sería un muy buen primer paso. (Por cierto, algún partido nos quiere convencer
de que una solución está en la elección de candidatos a presidente mediante
primarias: no nos dejemos engañar, es una pseudo-solución que busca evitar
cambios más incómodos para ellos).
Pero la tarea es titánica y nos
obligará a los ciudadanos a realmente fortalecer nuestros músculos democráticos
y nuestra capacidad de acción. ¿Es imposible? No. ¿Cómo hacerlo? Cada cual debe
tratar de aportar su grano de arena, con acciones que estén a nuestro alcance:
es el lema aquel de “think globally, act
locally”.
Unos pueden poner toda su energía en
lograr que haya transparencia, que conozcamos los datos básicos que como
ciudadanos tenemos derecho a conocer
(el ejemplo de los empleados públicos que ponía arriba). Otros pueden
organizarse en grupos para poner en marcha una iniciativa ciudadana de
modificación del sistema electoral. Y así sucesivamente.
Añadiré que yo soy de los que se
alegraron mucho con los movimientos del 15-M por lo que significaron de despertar
político de toda una generación y símbolo de la capacidad de nuestra sociedad
para entrar en acción. También todo lo que se ha conseguido ya en el terreno de
los desahucios y en avanzar hacia la modificación de un sistema de hipotecas
abusivo es una buena señal.
Despertemos y continuemos en la
dirección de lograr que los políticos sientan el peso de la responsabilidad. Sólo nosotros podemos conseguirlo.
Gracias por compartir esta necesaria perspectiva.
ResponderEliminarSin embargo, pienso que los ciudadanos no lograremos absolutamente nada, desgraciadamente.
A corto plazo podrá parecer que los representantes son sensibles a nuestros requerimientos.
Pero ellos son pacientes y persistentes.
Nosotros no.
Por eso, mi opinión es que la situación debe cambiarse desde dentro.
Confío en que no todos los representantes son iguales y que algunos de ellos, que realmente tienen capacidad de maniobra, están trabajando para introducir una buena parte de los cambios que propones en tu post.
Pero la distancia entre representantes y representados es insalvable, por definición.
Los movimientos bottom-up están condenados al fracaso a medio plazo.
Los representantes están ahí para gobernar, mientras que los representados están aquí para vivir.
Excelente aportación. Entiendo los reparos del dueño de este blog, pero creo que das en el clavo cuando dices que no podemos esperar que organizaciones e individuos que sacan partido del actual estado de las cosas sean quienes emprendan las verdaderas reformas estructurales. Como psicólogo, creo que es una situación clara en que los refuerzos mantienen la conducta.
ResponderEliminarRespecto a abordar los cambios con pequeños esfuerzos "locales", por mi parte voy a empezar difundiendo este texto. Muchas gracias.
Roberto, entiendo tus reparos, pero no entiendo el optimismo que añades a continuación: confías en que los representantes hagan los cambios, pero deberías saber que la política funciona cada vez más en función del corto plazo. Solo si los ciudadanos tenemos ideas claras, ellos se adaptarán. Y claro está que no hace falta que se muevan todos los ciudadanos, basta con que haya movimientos sociales como los hay en otros países.
ResponderEliminarEfe Hache, gracias por el interés y ojalá que haya efectos bola de nieve con estas cosas. Salud!
Confío en que 'algunos' representantes promuevan esos cambios.
ResponderEliminarRajoy no parece estar actuando a corto plazo.
¿A qué ciudadanos te refieres? ¿Ciudadanos o movimientos?
Gracias, R
Interesante: coincidiendo casi con este post, sale a la luz una iniciativa popular para promover el cambio de la Ley de Partidos. Si el asunto discutido arriba os ha parecido importante, pensad en firmar la petición:
ResponderEliminarhttp://porunanuevaleydepartidos.es/
Saludos, José
Muchas gracias por el oportuno enlace.
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