El Profesor Emérito de Ciencia Política de la
Universidad de Tampere (Finlandia) Tatu
Vanhanen ha publicado en 2012 un libro titulado 'Ethnic conflicts. Their biological roots in ethnic nepotism' (Ulster Institute for Social Research).
El autor se pregunta por qué son tan comunes
los conflictos étnicos en distintas civilizaciones y a lo largo de la historia.
Su carácter universal y atemporal le lleva a proponer que su origen se
encuentra en la naturaleza humana. De hecho, es la hipótesis que pretende contrastar
en su obra: "los humanos estamos inclinados a situarnos de parte de nuestros más
allegados en situaciones de conflicto".
Además, señala que las variaciones en la
intensidad de esos conflictos depende de la heterogeneidad étnica en una
determinada región del planeta. Usa medidas de esa heterogeneidad y los
resultados le llevan a concluir que esa variable explica algo más de la mitad
del fenómeno de interés, es decir, el conflicto. La
correlación que calcula para 176 países entre heterogeneidad étnica y conflicto
es de 0.81. Variables como los ingresos per capita, el nivel de
desarrollo humano o el nivel de democratización predicen bastante peor la
presencia de conflicto.
Su anclaje en la naturaleza humana apoya la
idea de que no cabe esperar que los conflictos desaparezcan, pero subraya que
existen ejemplos de que la tendencia puede mantenerse bajo control: "es una importante
tarea del científico explorar las políticas y las instituciones mejor
preparadas para superar los conflictos de intereses".
Su perspectiva se aleja de las explicaciones meramente
culturales del conflicto, pero propone servirse de las instituciones creadas
por los seres humanos para atenuar los perniciosos efectos de nuestra belicosa
naturaleza.
En la medida en que se incremente la heterogeneidad
étnica, las probabilidades de conflicto aumentarán. Observa que el nivel de
heterogeneidad étnica es prácticamente independiente de los niveles de
desarrollo económico y democratización de los países y regiones (basándose en
los datos antes comentados).
¿Cuáles son las soluciones que propone el
autor?
1. Promover la
mezcla entre los grupos de una determinada región. Considera que es la
solución más eficiente. Usa el ejemplo de Latino-América, región del planeta en
el que apenas existe violencia étnica.
Aún así, señala que no siempre será fácil
alcanzar ese objetivo porque hay grupos humanos que se resisten a la mezcla
racial, como es el caso de los judíos. Además, discute lo que sucede en varios
países europeos: "los inmigrantes se esfuerzan por conservar su etnicidad, lo
que aumenta la probabilidad de conflicto".
2. Introducir
reformas en las instituciones. Conviene dejar margen a los ciudadanos
para que opten por los partidos que mejor pueden representarles en las
instituciones nacionales. Los grupos étnicos de una determinada región deben
poder movilizarse y competir por obtener poder político por vía democrática. En
caso contrario, buscarán otros medios menos civilizados para lograrlo.
3. Compromisos democráticos.
Aquí discute, como ejemplos paradigmáticos, los casos de Canadá, Malasia y
España, lugares que, según él, se caracterizan por un sistema que se acerca al
federalismo. Es posible convivir pacíficamente dentro de la diferencia,
sostiene Vanhanen.
4. División.
En algunos casos, la solución pasa por dividir un país en conflicto. El caso destacado
es la Unión Soviética.
Hacia el final de su obra el autor nos invita
a admitir que "las migraciones intercontinentales aumentan la diversidad
étnica de las poblaciones de muchos países, y, por tanto, se incrementa la
probabilidad de conflicto ... los grupos defienden su territorio y es poco
probable que lo cedan a los miembros de otros grupos ... debemos aprender a
aceptar que el mundo en el que vivimos es inseguro y que es imposible erradicar
las raíces evolucionistas de los conflictos de intereses".
Considero que es innecesario valorar la
perspectiva de este Profesor. Pero quizá fuese interesante recabar datos que
pusieran en duda sus conclusiones. Quizá algún científico (social o no) se
anime.
Comparto sustancialmente lo que dice el autor. Es más, cuando se mezclan identidades étnicas y religiosas, se agrave el conflicto, y eso nos permite entender la virulencia del islamismo radical o el enquistamiento grave del conflicto entre Israel y Palestina. En este último caso, un conocido, judío argentino afincado en Israel, me dijo que quizá una esperanza para resolver este conflicto era que judíos y palestinos eran todos semitas, es decir, compartían ciertos rasgos étnicos.
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