miércoles, 17 de abril de 2013

Animal Nation


PG es un músico genial. Pero me desilusiona cuando se pasa de frenada.

Un músico crea música y se comunica con la audiencia contando historias en sus canciones.

Algo tan sencillo se complica cuando el artista tiene que explicar sus letras.

Y a veces eso le sucede a PG, con el resultado de que mete mucho la pata.

En su tema 'Animal Nation' echa mano del (entre los psicólogos) famoso debate sobre el lenguaje entre el psicólogo B. F. Skinner y el lingüista N. Chomsky (un simple proceso de condicionamiento operante para el primero y algo genético para el segundo) que llegó a publicarse como libro (y que, por cierto, mi amigo JMG recordará con cariño porque le ayudó a superar con elegancia una 'delicada' operación quirúrgica).

En esa canción, PG intenta hacernos ver que hay vida inteligente en todas partes a nuestro alrededor ('Intelligent life is all around us').


Especialmente entre nuestros primos los simios, y, sobre todos ellos, en el caso del bonobo. Pero también entran en sus estrofas delfines, gatos y elefantes.

'Just look in their eyes and say it's not true
Look in their eyes, they're checking out you
'

Nos invita a comunicarnos con la 'nación animal'.

Los animales no humanos son seres vivos. Algunos son agresores y otros víctimas. Distan de ser encantadores y, generalmente, su máxima aspiración es alimentarse y sobrevivir para, en su caso, copular y pasar sus genes a la siguiente generación de seres vivos no humanos.

En absoluto se percatan de algo que los seres vivos humanos sí han llegado a saber porque son inteligentes: que los seres vivos, en general, somos instrumentos del ADN, los únicos organismos inmortales del planeta en el que residimos.

Ni los bonobos ni los delfines tienen la más remota idea de ese hecho porque, en contra de lo que supone PG, no son inteligentes.

Los humanos las hemos pasado canutas para llegar hasta aquí. Nuestros compañeros no inteligentes de viaje no nos lo pusieron nada fácil, así que vamos a dejar de lado la retórica barata de que debemos protegerles de nuestras garras.

En su mayoría son una amenaza para nuestra especie, así que es mejor tenerlos controlados. A la postre no hay que preocuparse demasiado por su destino puesto que, como PG recuerda cuando se explica (y aquí sí acierta) compartimos la mayor parte de nuestro ADN, así que su legado está a salvo en nuestro interior.

Su extinción no es ningún drama.

http://www.youtube.com/watch?v=Cu-JCL7cJGM

3 comentarios:

  1. Muy de acuerdo con lo que dices de los animales. El proyecto gran simio, por ejemplo, me parece un despropósito (http://www.proyectogransimio.org/). Y como señalas, los animales no son ejemplo de bondad, mucho menos de inteligencia. Los delfines también violan a las hembras, los chimpancés atacan a grupos de chimpancés vecinos y matan a sus crias... Y quitando a la loba romana, cuidan a los seres humanos bastante peor que la revés, exceptuando quizá algunos animales domésticos que han aprendido a cuidar gracias al entrenamiento proporcionado por los humanos. Vamos, que me parece bien que no los maltratemos, pero desde luego no los considero sujetos de derechos y entre ellos y nosotros hay una diferencia de clase, no de grado. Y filósofos como Mosterín o Peter Singer (para quien hay pesonas que no son seres humanos y seres humanos que no son personas)andan algo despistados.
    Menos claro tengo eso de que comos instrumentos de los genes. Como metáfora, puede valer, pero poco más.

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  2. Gracias por el comentario Félix. En efecto, el argumento no conlleva ninguna clase de maltrato hacia ningún ser vivo. El que seamos instrumentos de los genes no es ninguna metáfora, sino una cruda realidad que puede exigir una venganza:

    http://robertocolom.blogspot.com.es/2012/07/la-venganza-del-sapiens.html

    Saludos, R

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  3. Lo dicho, una bella metáfora, como queda patente en la entrada de tu blog que citas
    En primer lugar, profundamente antropomórfica en la medida en que atribuye proyectos o intenciones a los genes.
    En segundo lugar, incapaz de resolver de manera solvente el problema del sentido de la vida ligado a la inmortalidad. Como bien dijo Unamuno, lo que me importa es mi inmortalidad, la de Félix García Moriyón, y la de mi seres queridos. Ya sé que algo mío queda en mi descendencia, pero eso solo es un sucedáneo de inmortalidad.Eso sí, por si acaso es lo único que hay, cuidamos a nuestros hijos como si se nos fuera la vida en ello. Y el mayor dolor, según dicen los de tu gremio, es ver morir a un hijo.

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