Entre mis papeles apareció recientemente un artículo
del suplemento 'Blanco y Negro, Mujer'
titulado 'Inteligencia emocional en el trabajo' y preparado por Elvira Machado.
Estos son los dos mensajes destacados en el
artículo:
1. El concepto clásico de cociente intelectual ya se ha superado.
2. Hoy en día todo se hace en equipo, por lo
que la comunicación y el saber escuchar son fundamentales.
Ahora las claves del éxito, se dice en este
artículo, residen en el autocontrol, el entusiasmo, la perseverancia y la
capacidad de auto-motivación.
Además, en el siglo XXI, escribe la autora,
"los
conocimientos técnicos concretos no son más importantes que la habilidad de ir
aprendiendo cosas nuevas y de desarrollar ideas innovadoras".
No sé a ustedes, pero a mí se me hace difícil
admitir que aprender cosas nuevas o innovar pueda hacerse sin la dosis
suficiente de capacidad intelectual.
Dudo (mucho) de que sea posible aprender algo
relativamente complejo y desarrollar ideas nuevas a partir de ahí echando mano
de mi entusiasmo, mi perseverancia y mi incombustible motivación. Siempre que,
claro está, carezca de la capacidad necesaria.
Por tanto, Sra Machado, es absurdo declarar que el concepto clásico de cociente
intelectual ya se ha superado. En su elitista mundo pueden permitirse
hacer esas declaraciones, pero en el mundo real, en el de carne y hueso, las
diferencias de capacidad, estupendamente valoradas por el CI, poseen una
extraordinaria relevancia.
El autocontrol, el entusiasmo, la
perseverancia y la capacidad de auto-motivación pueden poseer su relevancia
cuando se dispone de la suficiente capacidad intelectual. En caso contrario,
esas características de personalidad pierden rápidamente protagonismo.
Innovar exige manejar competentemente una
considerable cantidad de información para desarrollar algo (material o
inmaterial) novedoso. Quien tenga el valor de declarar que en ese proceso de
innovación la capacidad intelectual es irrelevante se está columpiando
peligrosamente.
Soy consciente de que puede ser poco popular
decir en voz alta verdades incómodas, pero, a menudo los
periodistas olvidan que a los ciudadanos nos chifla la verdad, sea cómoda o
incómoda. Creen adivinar qué es lo que nos gustaría escuchar y nos
privan de la verdad. Aunque también puede que no tengan la más remota idea de
cuál es esa verdad y escriban lo que a ellos les gustaría que fuese la verdad.
Pero la verdad es que son nuestros conciudadanos más capaces (menos numerosos de lo que
pensamos) los responsables de la innovación, del progreso, quienes tiran del carro al que vamos subidos todos los demás.
Y no alcanzan esos logros por su autocontrol, su entusiasmo, su perseverancia y
su capacidad de auto-motivación, sino porque pueden,
porque son capaces de hacerlo.
De acuerdo con lo que dices. Toda la corriente de la psicología positiva, tan dominante en estos momentos en los medios de comunicación social, es un espectáculo poco gratificante de mala práctica científica.
ResponderEliminarDios te oiga, pero tengo poca fe.
ResponderEliminarMe quedo con el último parrafo, y dudo- a la vista de la realidad actual- que tengamos hombres capaces. Me temo que han emigrado. Quizá desalentados. No obstante estoy de acuerdo que los hay. Estemos mas de acuerdo o menos con su forma de hacer, espero que alguien ponga un poco de sentido comun.
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