martes, 30 de octubre de 2012

Videojuegos: ¿algo más que un pasatiempo?


Algunos científicos estamos convencidos de que determinados videojuegos permiten ofrecer una respuesta positiva a esta pregunta.

Hoy en día existen videojuegos que promueven la actividad física. La rancia idea de que nuestros chicos engordarán como los personajes del crucero de Wall-E ha dejado de tener sentido. Jugando con estos dispositivos se puede mover el corazón. Y mucho.

Se han examinado las respuestas fisiológicas cuando los chavales juegan a "Dance Central" o "Kinect Sports Boxing", observándose incrementos del ritmo cardiaco, el aporte de oxígeno y, por tanto, el gasto de energía.

Por otro lado, se ha logrado controlar la ira de los adolescentes mediante el juego 'Rage Control'. El sistema se basa en un sensor que se coloca en el dedo, de modo que cuando aumenta su frecuencia cardiaca se reduce la precisión de tiro. El jugador debe controlar sus emociones si desea progresar. Los adolescentes no solamente aprenden a controlar su tasa cardiaca, sino que también expresan menor ira subjetiva en un cuestionario de evaluación.


En una investigación de las Universidades de Rochester y de Ginebra se comparó individuos que optaban por juegos de acción y quienes preferían otro tipo de videojuegos. Se valoraron sus habilidades de agudeza visual, atención, toma de decisiones o multitarea. Aquellos que usaban juegos de acción superaron al resto con creces en esas habilidades:

-. Seguían con eficacia el movimiento simultáneo de varios objetos.
-. Fueron capaces de encontrar un objeto en un entorno saturado de información.
-. Procesaron más eficientemente imágenes proyectadas rápidamente.
-. Discriminaron con extraordinaria velocidad detalles minúsculos.
-. Se distraían menos.
-. Fueron capaces de cambiar de tareas con una enorme flexibilidad.

El siguiente paso consistió en entrenar a un grupo de personas en videojuegos de acción para compararles con grupos que usaban juegos no calificados de acción. Solamente los primeros mostraron mejoras sustanciales en las habilidades señaladas anteriormente.

En nuestro equipo de investigación hemos puesto a prueba la hipótesis de que determinados videojuegos (concretamente Profesor Layton, de Nintendo) pueden modificar positivamente la estructura y función del cerebro. Los resultados se pueden encontrar en estas dos publicaciones:

Martínez, K., Solana, A. B., Burgaleta, M., Hernández-Tamames, J. A., Álvarez-Linera, J., Román, F. J., Alfayate, E., Privado, J., Escorial, S., Quiroga, M. A., Karama, S., Bellec, P., & Colom, R (In Press). Changes in resting-state functionally connected parieto-frontal networks after videogame practice. HUMAN BRAIN MAPPING.

Colom, R., Quiroga, Mª Á., Solana, A. B., Burgaleta, M., Román, F. J., Privado, J., Escorial, S., Álvarez-Linera, J., Alfayate, E., García, F., Lepage, C., Martínez, K., Hernández-Tamames, J. A, & Karama, S. (2012). Structural changes after videogame practice related to a brain network associated with intelligence. INTELLIGENCE, 40, 479-489.


En resumidas cuentas observamos que:

(A) La práctica con Layton mejora la conectividad funcional entre una serie de regiones cerebrales clave para nuestras capacidades mentales.
(B) Se producen cambios dinámicos en la sustancia gris también en una serie de zonas fundamentales para esas capacidades.
(C) La sustancia blanca que conecta los centros de procesamiento de las neuronas también es sensible a la práctica con ese videojuego.


Probablemente estamos a las puertas de servirnos de una actividad lúdica para contribuir a mejorar la potencia de procesamiento de nuestros cerebros, sabiendo lo que nos traemos entre manos.

Pero, como siempre, para ello será necesario poder desarrollar estudios rigurosos. Y eso requiere inversión. Los científicos estamos preparados. ¿Lo está la sociedad?

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