Manual Villatoro llamó mi
atención sobre la figura de este extraordinario almirante de la armada
española, nacido en Guipúzcoa en 1689
y fallecido en Cartagena de Indias
en 1741.
Como es habitual en una gran parte de los
casos estudiados en esta sección del blog,
su genio apenas ha sido resaltado, y, por supuesto, permanece olvidado.
Y no es que los demás no compren, sino que
los iberos no vendemos, no promocionamos estos modelos de personalidad y de comportamiento.
Si en lugar de Lezo se apellidase Nelson habría sido objeto de multitud
de novelas y largometrajes. Pero nosotros no. A lo sumo algunos de nuestros
intelectuales preparan tratados que terminan cubiertos por el polvo de la amnesia
en las estanterías de la Biblioteca Nacional.
Lezo es, sin duda, uno de los
mejores estrategas navales de la historia. Comienza su carrera a los doce años de
edad, participando en la batalla decisiva de Málaga entre los aliados
hispano-franceses y los enemigos anglo-holandeses (en 1704) que enfrentó a los Borbones
contra los Austrias (Guerra de Sucesión).
El mismo Luis XIV le condecoró por
su valor en la batalla. Se le ofrece un puesto en la corte, pero lo rechaza
porque su pasión estaba en el mar.
Su coraje y su inteligencia se van
haciendo famosos. Se dirige a socorrer a la ciudad de Barcelona, sitiada por los ingleses en 1706, con una flota en clara
inferioridad. Para compensar su desventaja lanza paja ardiendo al mar para
crear una nube de humo que oculte al enemigo el verdadero tamaño de su flota.
También reviste sus balas de cañón de un material incendiario para hacer arder
las naves enemigas. Los británicos se rinden ante ese
despliegue de ingenio.
En 1707 se convierte en Teniente de Guardacostas.
Tres años después vuelve a combatir contra una flota inglesa, dirigida por John Combs, que le triplicaba en
fuerzas. Vuelve a derrotarles echando mano de su inteligencia militar. Logra
abordar la nave nodriza con una incomprensible maniobra creando el pánico entre
los británicos, quienes tenían por costumbre darse por perdidos cuando los españoles entraban en
combate cuerpo a cuerpo.
Es ascendido a Capitán de Fragata con poco
más de veinte años de edad. Ya en ese momento es casi una leyenda; en sus
operaciones militares Blas ha perdido un ojo, y, también, han quedado tocados
para siempre una de sus piernas y un brazo. Precedido por su fama, en 1715
reconquista Mallorca sin hacer uso de la fuerza.
Se le encarga ayudar a limpiar de corsarios los
Mares del Sur (Costa de Perú). Se
casa con la peruana Josefa Pacheco
en 1725 y regresa a España en 1730 siendo nombrado jefe de la escuadra naval de
Mediterráneo.
En 1737 vuelve a América como comandante
general de Cartagena de Indias. En
el 41 se produce, quizá, la batalla más memorable de Lezo, al defenderse de un
salvaje ataque del inglés Edward Vernon,
que dirigía la mayor flota de la historia hasta el desembarco de Normandía
(superaba en más de 60 naves a la famosa Armada Invencible de Felipe II). Como
era habitual, la inferioridad numérica de Lezo resultaba escandalosa, pero hizo
uso de su genio y de la experiencia acumulada en 22 batallas clave durante su
carrera militar.
La entrada por
mar a Cartagena de Indias sólo se podía llevar a cabo mediante dos estrechos accesos, conocidos como boca-chica y boca-grande. El primero estaba defendido por dos fuertes y el segundo por cuatro fuertes y un castillo. Lezo situó algunos buques en los dos accesos, dando
órdenes de hundirlos para que
sus restos impidieran la entrada de los ingleses a la ciudad. Usó,
también, bolas encadenadas para inutilizar los barcos enemigos.
El bombardeo
inglés obligó a los españoles a abandonar dos fuertes. A pesar de las artimañas
de Lezo para bloquear el acceso de las naves inglesas, éstos logran acabar con
varias fortalezas y asentarse en las bahías. Vernon acaricia la victoria y
envía un mensaje a Inglaterra.
Pero todavía
quedaban 600 españoles en el Castillo de San Felipe, su último baluarte. Vernon
decide atacar por la espalda, pero caen casi dos mil de sus soldados. El jefe
inglés se asusta y ordena un asalto con escalas. En su intento se percatan que
las escalas no tienen la altura adecuada; Lezo había cavado un foso alrededor
de la muralla para aumentar su altura. Aprovechando la sorpresa de los
británicos, los españoles acabaron con cientos de enemigos, dando un giro
copernicano a los acontecimientos.
Sirviéndose de
este golpe psicológico, Lezo sale del Castillo para hostigar al enemigo y
obligarle a retirarse. Vernon regresa a sus naves y bombardea la ciudad durante
un mes, pero son los españoles quienes ganan la batalla.
El éxito de Lezo aseguró la circulación de
las naves españolas durante más de medio siglo. La prepotencia de los ingleses
fue aplastada por el almirante español. Estaban tan seguros de su victoria en
Cartagena que hasta habían preparado monedas con mensajes del tipo "el orgullo español humillado por Vernon".
Pero perdieron miserablemente ante solo 6 navíos, menos de 3.000 hombres y la
imaginación del comandante vasco. Las 195 naves y los casi 30.000 hombres (o
sea, 1 español por cada 10 ingleses, para dejarlo claro) de Vernon cayeron
derrotados por el genio militar de este intrépido ibero.
El rey Jorge
II de Inglaterra prohibió hablar de esa batalla, y, por supuesto, que se
escribiese una sola línea sobre los sucesos. Sencillamente esa derrota nunca se
había producido. Lezo le escribió a Vernon:
"Para venir a Cartagena es necesario que el rey de Inglaterra
construya otra escuadra mayor, porque esta solo ha quedado para conducir carbón
de Irlanda a Londres, lo cual les hubiera sido mejor que emprender una conquista
que no pueden conseguir".
Aunque los logros de Lezo están a
la altura de los más grandes personajes de la historia, su genio se encuentra
prácticamente olvidado. También aquí en España. En Cartagena es, sin embargo, un héroe.
Pérez-Reverte escribió
sobre este personaje en su web:
"estaba acostumbrado
a que los ingleses ocultasen sus derrotas ante los españoles --como la de
Nelson cuando perdió el brazo en Tenerife-- pero no a que, además, se inventasen
victorias" (en referencia al combate entre Lezo y Vernon en
Cartagena).
El historiador Jesús
María Ruiz Vidondo comenta que
"la historia de
España no vende ni en los medios de comunicación, ni en la enseñanza en general.
Los ingleses están orgullosos de su
historia, y a los españoles, que tenemos una historia mucho más rica que la
británica, no nos interesa nuestro pasado, solamente lo utilizamos para tergiversarlo
o utilizarlo políticamente".
Amén.
Termino con tres recomendaciones:
1.- La novela histórica de Pablo Victoria sobre Lezo:
"El día que España derrotó a Inglaterra".
Editorial Altera, 2005
2.- El siguiente artículo:
3.- Este video:
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