viernes, 26 de octubre de 2012

Estupidez humana. Humana sobra, realmente los únicos estúpidos son los hombres (Jules Renard, 1864-1910) --por Andreu Vigil


Se dice que, en cierta ocasión, Einstein comentó que tan solo hay dos cosas infinitas, el universo y la estupidez humana, pero que de la primera no estaba totalmente seguro.

Hace unos meses llegó a mis manos un libro titulado en España “Breve historia de la incompetencia militar” --cuyo título original es “Stupid Wars”-- de Ed Strosser y Michael Prince. Esta obra demuestra hasta qué punto Einstein tenía razón. No recuerdo ningún libro que haya conseguido que, de forma simultánea, me irritara, deprimiera y emitiera una sucesión casi infinita de carcajadas. Realmente en pocos ámbitos puede alcanzar el ser humano tal nivel de estupidez como en la guerra. Así, por ejemplo, el libro explica, entre otras astutas operaciones militares, como Francisco Solano, presidente de Paraguay, declaró la guerra simultáneamente a Brasil, Uruguay y Argentina (para que después digan de los de Bilbao).

No obstante, la que para mi llega a límites extraordinarios de estupidez es la Cuarta Cruzada. Voy a intentar resumir la historia.

A finales del siglo XII, el recién nombrado Papa Inocencio III pensó que no hay nada como una buena cruzada para darse a conocer. La idea fue acogida con entusiasmo por una serie de caballeros franceses, quienes encargaron a Venecia la construcción de las naves necesarias para transportar a los cruzados hasta tierra santa.

Desgraciadamente, en lugar de los 35.000 cruzados previstos lograron reunir 12.000. Como el transporte se pagaba a escote, tuvieron un problema. No eran suficientes para reunir el pago de las naves construidas y los venecianos (teniendo en cuenta que la prima de riesgo estaba por las nubes) se negaron a financiar la cruzada con un préstamo.

Visto lo visto, los venecianos sugirieron una posible solución: acercarse hasta la ciudad de Zadar --por cierto católica y húngara, país que apoyaba la cruzada-- con la que tenían unos asuntillos pendientes, arrasarla y saldar la deuda con el botín obtenido. Una vez arrasada la ciudad convenientemente comprobaron que las arcas municipales estaban totalmente vacías, así que no pudieron lograr su objetivo. Además, el Papa les amenazó con la excomunión por haber atacado una ciudad católica.

Llegados a este punto se encontraron con el príncipe Alejo de Constantinopla, hijo del emperador Isaac que había sido depuesto y estaba “on tour” por Europa buscando un ejército disponible. Les propuso conquistar Constantinopla y pagarles el dinero que debían a los venecianos con los tesoros de la ciudad. Así pues ya tenemos a los cruzados rumbo a la fantástica y poco musulmana ciudad de Constantinopla. Por el camino hay que señalar que el Papa no les excomulgó, pues excomulgar a cruzados daba muy mala imagen; simplemente les hizo prometer, con gran visión de futuro, que no atacarían a nadie más que no fueran musulmanes en tierra santa. Los acontecimientos a partir de ese momento sólo tienen parangón en algunos guiones de los hermanos Marx.

Los cruzados atacan a Alejo III, emperador en aquellos momentos, para imponer como emperador a “su” Alejo.

Alejo III se larga por piernas y dado que no tenía emperador el pueblo nombra a Isaac, sacándole de las mazmorras. Este nombra co-emperador a Alejo IV, su hijo.

El pueblo de Constantinopla no comparte la idea de recapitalizar directamente a los cruzados con su dinero, joyas, etc. (no sé a ustedes pero a mi esta historia me suena de algo). Debido a su presión, Alejo deja de pagar a los cruzados, estos empiezan a tener un comportamiento poco “cívico” para con los habitantes de Constantinopla y ya que Alejo no lo soluciona nombran a Nicolás Kannavos, que pasaba por allí, nuevo emperador.

A tenor de los sucesos, Alejo vuelve a pactar con los cruzados: si derrocan a Nicolás les regala el palacio en prenda. No obstante, y dado lo confuso de la situación, Murzuflo (otro que pasaba por allí y cuyo nombre no hacía presagiar dada bueno) reúne a todos los opositores a los cruzados, hace prisionero a Alejo y es coronado (si, si, lo han adivinado) emperador. En ese momento la ciudad tenía cinco emperadores vivos. Como era necesario un E.R.E para reducir la nómina de emperadores, Murzuflo elimina a Isaac, Nicolás y Alejo simplificando la ecuación (recuerden que, astutamente, Alejo III se había largado previamente).

El hecho que el valedor del acuerdo económico con los cruzados, que era Alejo, estuviera muerto, hizo que los cruzados pensaran que iba a ser difícil conseguir los fondos prometidos para pagar la deuda con los venecianos, así que atacan al nuevo emperador Murzuflo, quien hace una elegante maniobra de repliegue táctico y huye despavorido. Para defenderse el pueblo elige a Constantino Lascaris como nuevo emperador (y van seis). No obstante, los cruzados habían decidido volver a los métodos clásicos, así que atacan Constantinopla, la saquean, la arrasan y violan todo lo que se mueve, obteniendo en el proceso pingües beneficios con los que pagaron a los venecianos y se sacaron un sobresueldo.

En resumen, la cuarta cruzada consiguió:

A.- Saquear y expoliar dos ciudades cristianas.
B.- Derrocar 6 emperadores griegos.
C.- Matar cero musulmanes en tierra santa.
D.- Y ni tan solo acercarse a menos de 2.000 km de Jerusalén.

¿Alguien piensa que Einstein no tenía razón?

P.D. La magnitud de esta sucesión de estupideces fue tal que el Papa Juan Pablo II, casi 600 años después, pidió perdón a la Iglesia Ortodoxa por los acontecimientos de la cuarta cruzada.

1 comentario:

  1. Murzuflo merece un monográfico.

    La historia que narras sobre la cuarta cruzada es impresionante, aunque, en general, subraya la principal razón por la que los cristianos perdieron miserablemente la 'guerra de las cruzadas'.

    Aún así, esa pérdida supuso el hundimiento del mundo musulmán y el despegue de los cristianos como civilización. Ergo, quizá perdieron por otras razones independientes al nivel de estupidez.

    Gracias por un artículo tan estimulante y ágil.

    Saludos, R

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