'El filo de la
eternidad' narra la hipótesis del origen del universo basada en
el big
bang, la gran explosión. Basándose en el efecto
Doppler --fácilmente comprensible por cualquiera por el cambio de un
sonido cuando se acerca y se aleja de nosotros-- Milton Humason demostró, observando los cielos de la ciudad de Los
Ángeles, que las galaxias se alejan unas de otras.
Humason apenas tenía educación y su trabajo
consistía en trasladar objetos sirviéndose de una mula. O sea, se dedicaba a las
mudanzas y ayudó a construir un famoso observatorio en California. En ese
tiempo se interesó por la observación de los cielos. Era inteligente y logró
hacerse con un puesto de observación. Noche tras noche escrutaba el universo y
dedicaba horas a obtener imágenes fotográficas de remotas galaxias. Fue así
como descubrió su expansión.
El espectro de color captado por los
telescopios revela la expansión del universo (por una tendencia al color rojo).
El resto es especulación. Ese cosmos pueden estar cerrado (¿esférico?) o
abierto. La materia puede ser finita. La expansión podría detenerse y comenzar
una contracción (revelada por una tendencia al color azul).
El origen del universo ha sido y sigue siendo
un enigma. El homo sapiens no ha
dejado de preguntarse por ese comienzo (y, por tanto, si habrá un final). El
big bang es solo una respuesta posible más, pero no resulta menos mágica que
las demás. Así lo reconoce Sagan, aunque es partidario de la navaja de Ockam:
¿por qué preguntarnos quién creó a Dios en lugar de qué hizo posible la
concentración de energía que supone la existencia del big bang?
En este interesante capítulo el científico
que presenta la serie documental usa el mundo de Fratland, el famoso mundo en dos dimensiones creado por Edwin Abbott, para ayudarnos a admitir
que lo que ahora no comprendemos, o aquello que no podemos observar, puede,
quizá, deducirse. El mundo del arriba y del abajo carece por completo de
sentido para los habitantes de un mundo basado en dirigirse a la izquierda o a
la derecha, hacia delante y hacia atrás. Pero eso no demuestra que no existe la
tercera dimensión.
Para nosotros, habitantes de un mundo
visiblemente 3D, la existencia de una cuarta dimensión se nos resiste. Pero ¿y
si hay, de hecho, más dimensiones? ¿Y si no comprendemos la mecánica, la
lógica, del universo porque nos faltan datos cruciales o no somos capaces, por
ahora, de hacer las deducciones adecuadas?
Apelar a seres sobrenaturales es una
respuesta razonable, pero es tan poco satisfactoria como la basada en el big
bang. Seguimos sin conocer. Solo suponemos, especulamos, sin dejar de
preguntarnos. Sagan viaja a la India para concluir que las "historias de
creación son merecedoras de nuestro profundo respeto (...) no hay marcos de
referencia privilegiados".
Puede no existir la creación, sino un ciclo
continuo de creación y destrucción, como sugiere la doctrina hindú de Shiva. Ignoramos qué sucedió 'antes',
igual que seguimos sin saber qué pasará 'después'. Quizá sea un conclusión tan
inquietante como insatisfactoria. Pero es lo que por ahora podemos decir con
certeza: "el
universo no parece ni benigno ni hostil, simplemente indiferente a las
preocupaciones de seres tan insignificantes como nosotros".
No hay comentarios:
Publicar un comentario