Antes de cerrar este blog por vacaciones hasta septiembre,
permítanme contarles una historia. Seguramente les parecerá increíble. O
directamente falsa. Que cada cual juzgue por su cuenta (y riesgo).
El título de esa historia podría ser
'la venganza del
sapiens'.
En uno de mis paseos destinados a
desfragmentar el disco duro, decidí sentarme al borde de un río para
refrescarme del calor veraniego.
En ello estaba cuando se me acercó un
señor de pelo blanco y larga barba del mismo color, pero de edad indefinida. Me
pidió permiso para sentarse (o eso creo recordar) y comenzó hablar.
"Acabo de leer un libro cuya tesis es realmente
apasionante, y, también, muy inquietante.
Si admitimos
que los organismos vivos conocidos, incluyendo el Homo Sapiens, existen únicamente
como una carcasa protectora de los genes, como un medio que ellos usan para
perpetuarse a través del tiempo, siguiendo un proceso de duplicación infinita,
se ha de concluir que, en efecto, la
inmortalidad existe.
El libro se
titula ‘El gen egoísta’ y su autor
es Richard Dawkins.
El mismo que,
por lo que pude comprobar, se ha empeñado en haceros comulgar con el agresivo proceso
de secularización que apadrina, sirviéndose hasta de los autobuses urbanos de
la ciudad de Londres".
Dejó de hablar y se tomó su tiempo
para llenar de tabaco la cazuela de una enorme pipa antes de continuar. No la
encendió.
"La religión intuyó algo cuando hizo referencia
a la vida después de la muerte, la reencarnación o la separación de alma y
cuerpo.
Estas fábulas
religiosas son un modo, bastante razonable, de encontrarle un sentido a vuestras
vidas.
Sois inmortales
en el sentido más literal.
Paradójicamente,
la ciencia que Dawkins usa ahora para destruir las creencias religiosas, ha
demostrado, empíricamente, sin sombra alguna de duda, que éstas últimas no
solamente poseen un abrumador sentido sino que, además, son incontestablemente verdaderas
en su esencia.
Naturalmente,
hay un problema con ese ‘sentido literal’.
Si me permites
la licencia, debe concluirse que los genes se
han equivocado, han
cometido un terrible error de cálculo, al dotaros del instrumento necesario
para daros cuenta de su macabro juego.
El mecanismo
de replicación imperfecto característico de los genes dio lugar a seres
inteligentes capaces de producir la tecnología necesaria para encontrar al
culpable de aquello que más os atormenta, aunque, a menudo, huyáis de
reconocerlo en público".
Volvió de detenerse y esta vez sí
atacó su pipa con unos fósforos. Comenzó a extenderse un delicioso aroma. Mientras
extraía el humo con parsimonia, me pregunté, en silencio, por qué hablaba refiriéndose al género humano
como si él no formase parte de él. Pero no dije nada. Siguió hablando.
"En vuestro impulso por encontrarle sentido a
la existencia, en la persecución de respuestas a la gran pregunta (por qué) os
percatasteis, gracias a vuestra inteligencia, de que no sois más que un
instrumento al servicio de esos microscópicos y diabólicos entes.
Sois usados
cruelmente para promover su perpetuación,
y les importa un comino que sufráis o disfrutéis, viváis en la opulencia o seáis
pobres como ratas.
Lo único que
les importa es que les paséis, a salvo, a la siguiente generación de carcasas
(vuestros descendientes, ellos mismos con ligeras variaciones).
Para esos
despiadados organismos, vuestra vida después de los 30 ó 40 años de edad no
tiene absolutamente ningún sentido.
Dejáis de ser
útiles, así que se despreocupan de la carcasa, una carcasa que comienza a encadenar
los problemas de salud que tanto os preocupan como sociedad.
El hardware
comienza a estropearse rápidamente, así que buscáis soluciones para demorar el
final al que estáis inevitablemente abocados una vez se ha completado la misión
para la que existís, por la que estáis en este mundo".
Dejó que la pipa se apagase. Yo no me
atrevía ni a abrir la boca ni a levantar la mirada del río, donde se reflejaba
su rostro. Continuó enseguida.
"El hecho de que accidentalmente se os haya
dotado de inteligencia os permite saber cómo cobraros una más que justa
venganza.
Miles de
generaciones de humanos han sufrido lo indecible a causa de esa inteligencia.
Esa facultad
les ha obligado a afanarse por encontrar sentido.
Han llegado a
respuestas de lo más variado, pero, en el fondo, todos supieron que no eran más
que un consuelo, un cuento para niños, una fábula.
Ahora sabéis la
verdad y, por tanto, puede haber llegado el momento de acabar con esos seres
inmundos por siempre jamás.
No hace mucho
estuvisteis a punto de lograrlo, durante la guerra fría, pero, al final,
levantasteis el píe del acelerador y os retractasteis.
Fuisteis como
Frodo Baggins en el monte del
destino, incapaces de tirar el anillo de poder al río de lava que terminaría
con el reinado de Saurón.
Solamente la
intervención accidental de Gollum
pudo con la tentación y el mal pudo ser destruido.
Los genes son
el mal.
Son ellos los
que os han dotado de la facultad que os conduce a un callejón sin salida.
No sé cuándo
lo conseguiréis, pero no tengo dudas sobre el hecho de que llegará el día en
que acabareis con ellos, en el que se consumará la venganza.
Es un final
tan inevitable como deseable.
Vuestros
ancestros os lo agradecerían eternamente".
Cuando me decidí a mirar hacia el
origen del reflejo en el agua descubrí que estaba solo.
Pero hallé una hoja de papel en el
suelo con el siguiente texto:
"Se encuentran en ti y en mi.
Ellos
crearon nuestro cuerpo y también nuestra mente.
Su
preservación es la razón última de nuestra existencia.
Aquellos
reproductores han recorrido un largo camino.
Ahora
se les conoce con el término de genes.
Nosotros
somos sus máquinas de supervivencia".
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