viernes, 8 de junio de 2012

Sorprendente --por Óscar García López


Aprovecho la gentil invitación de Rob (amigo a la par que maestro) para escribir sobre algo que últimamente me tiene bastante descolocado. Se trata de nuestra reducida capacidad para la sorpresa.

Permítanme poner algunos ejemplos. Dudo que nadie se sorprenda de que tengamos una larga lista de políticos fraudulentos, de que exista hambre en el mundo o de que las universidades españolas no aparezcan en los rankings de las mejores universidades del mundo.

Al hilo de este fenómeno decidí poner de relieve algunas cosas y hechos que me han “sorprendido” últimamente. Comienzo con esta imagen que me impactó. Dedique unos segundos. Fíjese bien. ¿Qué es? ¿Dónde es?


Son las Torres de Abraj Al-Bait, ubicadas en Arabia Saudí. Es el edificio más grande que se haya construido en el mundo (en tamaño por masa), el edificio más alto de Arabia Saudí, que a su vez contiene el reloj de torre más grande del mundo (espero que no se ofendan si les comento que para mi gusto evoca un tanto a la torre de Mordor). A su vez es uno de edificios más altos en el mundo (595 metros de altura).

Hasta aquí puede que el lector se haya sorprendiendo poco, pero, por si no lo ha adivinado, lo que realmente me dejó asombrado es que la mezquita que se ve abajo ¡es la Meca!  En el centro de la mezquita se puede ver perfectamente  La Kaaba, el edificio de piedra cubierto de una tela negra hacia el cual oran cinco veces al día todos los musulmanes.

¡No me digan que la foto no es sorprendente! Si antes de ver la fotografía le hubiesen pedido que imaginase la Meca ¿habría usted imaginado algo así?

Sigo con mis sorpresas. Ahora en sentido negativo. Hace referencia al último libro de Umberto Eco, 'El Cementerio de Praga'. Me declaro fan de Eco, idólatra total, incondicional.  'El nombre de la Rosa' y 'El Péndulo de Foucault' me parecen obras maestras y me cambiaron la forma de ver muchas cosas en la vida. Pero, desde entonces, siento una vertiginosa caída en picado. No me gusta lo que escribe. Me aburre. No me engancha. Ni siquiera pude acabar de leer el cementerio. '¿Seré yo, maestro?' No sé, pero sospecho que hay muchos lectores que comparten mi opinión y no dejan de sorprenderse por la evolución literaria del autor italiano.

Mas sorpresas. Me sorprende, me maravilla, la infinita capacidad de nuestros padres científicos, su extraordinaria inteligencia. Hablo de Newton, Galileo o Leonardo. Su capacidad para tener ideas brillantes, que han revolucionado la ciencia y el mundo, su inteligencia para haberlas demostrado sin calculadoras ni ordenadores, sin recursos más allá de un plumín, tinta y papel. Y no sólo eso, sino su capacidad de representarla. Hace no mucho encontré estos dibujos que se atribuyen a Galileo en sus observaciones de la luna. Aunque yo dedicara todo un mes a tratar de hacer estos dibujos ¡ni me aproximaría! Esa capacidad de calcular, de dibujar, de exponer ideas en “papel” (en sentido literal), sin mails, sin internet, sin tecnología. Además de dejarme fascinado, me da que pensar. Quienes nos dedicamos a la docencia  ¿enseñamos en algún momento estas cosas?

A este respecto, permítanme recomendarles esta web-joya de la Royal Society, donde pueden encontrar acceso libre a varios originales de Newton, Franklin, referencias a Mozart, etc.
y, tambien, un libro que me ha sorprendido gratamente --'Cazadores de Microbios', de Paul de Fruit-- un espectacular retrato de los científicos que descubrieron los microbios, las vacunas. Señores, esto es Ciencia con mayúsculas. Indispensable.

A modo de despedida (por ahora) y retomando la foto con la que comienza este texto, mis máximas dosis de sorpresa no me las proporciona ni internet, ni la fotografía, sino, diariamente, mi hijo Adrián, de dos años. Todo él está lleno de puras y maravillosas sorpresas.

Disfruten del día y déjense sorprender.

2 comentarios:

  1. La foto de Mordor al lado de la Meca me ha dejado impactado e invita a reflexionar. Gracias por sorprender!
    Paco

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  2. ¿Tiene algo que ver la sorpresa, como la entiendes aquí, con la curiosidad? ¿Será que la sorpresa se ha reducido porque se atenuó la curiosidad que presuntamente caracteriza al sapiens? Y si es así, ¿por qué crees que se ha perdido curiosidad? Saludos y gracias por sorprendernos, Óscar.

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