jueves, 3 de mayo de 2012

Good night and good luck


https://www.youtube.com/watch?v=R85xBHb5L1k

Puede que esto no guste a nadie. Al final de este discurso, puede que algunos acusen a este periodista de morder la mano que le da de comer. Y puede que reprochen a la asociación de haber dado acogida a ideas subversivas e incluso peligrosas. Y, sin embargo, el sofisticado entramado de emisoras, agencias de publicidad y patrocinadores permanecerá impasible.

Es mi voluntad y mi deber hablar con franqueza a quienes integráis este sistema sobre lo que ocurre en la radio y la televisión. Y si lo que voy a decir trae consecuencias, yo soy el único responsable de esta opinión.

Pasaremos a la Historia por nuestros actos. Si dentro de cincuenta o cien años aún quedan historiadores y se han conservado grabaciones de lo emitido en las últimas tres semanas, encontrarán registradas en blanco y negro, o en color, pruebas de nuestra decadencia, nuestro escapismo y nuestro aislamiento de las realidades del mundo en que vivimos.

Somos una sociedad opulenta, acomodada y auto-complaciente. Adolecemos de una alergia innata a la información que nos perturba. Los medios son un reflejo de esta situación. Como no dejemos de considerarnos un negocio y no reconozcamos que la televisión está enfocada básicamente a distraernos, engañarnos, entretenernos y aislarnos, la televisión y los que la financian, los que la ven y los que la producen, podrían percatarse del error demasiado tarde.

He comenzando diciendo que pasaremos a la historia por nuestros actos. Si continuamos así, la historia se tomará la revancha y las consecuencias no tardarán en alcanzarnos.

De vez en cuando conviene exaltar la importancia de las ideas y la información. Imaginemos, por un momento, que un domingo por la noche un espacio normalmente ocupado por Ed Sullivan sea cedido a un análisis del estado de la educación pública, y, unas semanas más tarde, un espacio utilizado por Steve Allen se dedique a un estudio exhaustivo de la política americana en Oriente Medio.

 ¿Saldría la imagen corporativa de los patrocinadores perjudicada? ¿Montarían los accionistas en cólera y protestarían? ¿Qué otra cosa pasaría, más que unos millones de personas recibirían un poco de luz sobre temas que pueden determinar el futuro de este país, y, por tanto, el futuro de las empresas?

A los que afirman “la gente no los vería”, “no les interesa”, “todo les da igual, solo quieren evadirse”, solo puedo responder que, en la opinión de este periodista, existen pruebas que rebaten ese argumento. Pero aunque tuvieran razón, ¿qué tienen que perder? Porque si tienen razón y este instrumento no sirve más que para entretener, divertir y aislar, el tubo catódico ya parpadea y pronto veremos cómo la lucha está perdida.

La televisión puede enseñar, puede arrojar luz y, sí, hasta puede inspirar. Pero solo lo hará en la medida en que nosotros estemos dispuestos a utilizarla con estos fines. De lo contrario solo será un amasijo de luces y cables.

Buenas noches y buena suerte.


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