https://www.youtube.com/watch?v=R85xBHb5L1k
Puede que esto no guste a
nadie. Al final de este discurso, puede que algunos acusen a este periodista de
morder la mano que le da de comer. Y puede que reprochen a la asociación de
haber dado acogida a ideas subversivas e incluso peligrosas. Y, sin embargo, el sofisticado entramado de emisoras, agencias de publicidad
y patrocinadores permanecerá impasible.
Es mi voluntad y mi deber
hablar con franqueza a quienes integráis este sistema sobre lo que ocurre en la
radio y la televisión. Y si lo que voy a decir trae consecuencias, yo soy el
único responsable de esta opinión.
Pasaremos a la Historia por nuestros actos. Si dentro de cincuenta o cien años aún quedan
historiadores y se han conservado grabaciones de lo emitido en las últimas tres
semanas, encontrarán registradas en blanco y negro, o en color, pruebas de nuestra decadencia, nuestro escapismo y nuestro aislamiento
de las realidades del mundo en que vivimos.
Somos una sociedad
opulenta, acomodada y auto-complaciente. Adolecemos de
una alergia innata a la información que nos perturba. Los medios son un
reflejo de esta situación. Como no dejemos de considerarnos un negocio y no
reconozcamos que la televisión está enfocada básicamente a distraernos,
engañarnos, entretenernos y aislarnos, la televisión y los que la financian,
los que la ven y los que la producen, podrían percatarse del error demasiado
tarde.
He comenzando diciendo que
pasaremos a la historia por nuestros actos. Si continuamos así, la historia se tomará la revancha y las
consecuencias no tardarán en alcanzarnos.
De vez en cuando conviene
exaltar la importancia de las ideas y la información. Imaginemos, por un
momento, que un domingo por la noche un espacio normalmente ocupado por Ed Sullivan sea cedido a un análisis
del estado de la educación pública,
y, unas semanas más tarde, un espacio utilizado por Steve Allen se dedique a un estudio exhaustivo de la política
americana en Oriente Medio.
¿Saldría la imagen corporativa de los
patrocinadores perjudicada? ¿Montarían los accionistas en cólera y
protestarían? ¿Qué otra cosa pasaría, más que unos
millones de personas recibirían un poco de luz sobre temas que pueden
determinar el futuro de este país, y, por tanto, el futuro de las empresas?
A los que afirman “la gente no los vería”, “no les interesa”, “todo les da igual, solo quieren evadirse”, solo puedo responder
que, en la opinión de este periodista, existen pruebas que rebaten ese
argumento. Pero aunque tuvieran razón, ¿qué tienen que perder? Porque si tienen
razón y este instrumento no sirve más que para entretener, divertir y aislar,
el tubo catódico ya parpadea y pronto veremos cómo la lucha está perdida.
La televisión
puede enseñar, puede arrojar luz y, sí, hasta puede inspirar. Pero solo lo hará en la
medida en que nosotros estemos dispuestos a utilizarla con estos fines. De lo
contrario solo será un amasijo de luces y cables.
Buenas noches
y buena suerte.
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