Antes de comenzar confieso dos cosas. Primero, esta asociación no existe. Segundo, la idea de fundarla a la mayor brevedad no es mía, sino de un amigo de la Universidad de Sevilla que mantendré en un segundo plano por si desaprueba la presente iniciativa.
La ACPUSC no existe, pero hay serios indicios sobre su inminente creación y fulgurante paso a la legalidad. Un numero creciente de profesores advierten del riesgo que se corre de acabar, de una vez por todas, con lo que se pensaba que debe ser un universitario. De acuerdo, a lo mejor no son tantos individuos, pero se debe a que están extraordinariamente atareados esforzándose por asimilar los cientos de puñetitas que se les exige para poner en marcha, como es preceptivo, el próximo curso académico sin provocar un drama burocrático a escala europea.
Entre plataformas y campos virtuales, PowerPoint, Moddle, Sigma y punteros laser diseñados por Industrial Light & Magic, estamos al borde de olvidar lo que hay que hacer para enseñar. Algunos tenemos la sensación de que ahora lo relevante es que parezca que se enseña. Que lo parezca mucho.
Y tal apariencia se cimenta en poner a disposición de los chavales montañas de ingentes posibilidades desglosadas en los llamados créditos ECTS. Una vez fagocitado por esas cordilleras de información, ninguna brújula resulta útil para evitar extraviarse –perdidos y nunca encontrados.
Los horarios para el siguiente curso, los calendarios de exámenes, las guías docentes --también en inglés, claro-- y un larguísimo etcétera, deben estar vistos para sentencia con un alocado tiempo de antelación. Vamos siempre corriendo. Casi no se ha terminado con las actividades de un periodo y ya se esta proponiendo que nosotros y ellos hagamos una minuciosa valoración de la experiencia para aumentar la calidad en el siguiente. Y así una y otra vez en un demencial bucle –no llega al estatus de espiral. Valoramos para mejorar pero ¿qué es lo que realmente se esta valorando?
Únase a esto la burocracia que rodea a los grupos de investigación. Y no, no es un detalle mas. También aquí se exigen seguimientos regulares y aprobaciones por parte de comisiones que supervisan hasta los mas nimios detalles antes de que se pueda dar un solo paso. Los famosos informes de seguimiento se convierten ahora en charlas presenciales ante un jurado sumarísimo.
Véase, si se quiere, el siguiente articulo. Si no, siga adelante.
Impresos y mas impresos nos acechan a la entrada de la Facultad, se nos adhieren a los talones y se introducen en el sistema nervioso central --superando la barrera hemato-encefálica-- a medida que abrimos la puerta de nuestros despacho y conectamos el ordenador. Si, si, esa máquina luciferina que contiene algo llamado email, un correo que posee la capacidad de eliminar de un plumazo los planes que hicimos para el día en curso. Abrir el correo electrónico conlleva, automáticamente, dedicarse a cosas que no estaban previstas. Saben a lo que me refiero, no miren hacia otro lado.
El malestar que este tipo de factores produce está cristalizando en la edición de escritos que animan a la rebeldía académica. Por ejemplo, Fernando Gil Villa publica ‘Profesores indignados’.
En Suiza se ha creado una organización anti-PowerPoint.
Algunos de mis colegas puntualizan que “nosotros no hacemos lo que esa organización denuncia” pero yo no lo tengo muy claro. Me da que si, que hacemos eso y cosas peores.
El sistema desconfía de nuestra capacidad para hacer lo que debemos y para lo que, no se olvide, tuvimos que aprobar una oposición bastante dura. El sistema o, mas probablemente, determinados individuos con tendencias sádicas que se sirven de los paraguas legales --¡ay, esas leyes!-- para sacarnos de nuestras casillas.
No me atrevería a señalar con el dedo a esas despiadadas almas que atesoran un inexplicable poder. Me planto aquí comentando que quienes mas deberían saber sobre lo que debe hacerse para enseñar son, a menudo, los peor valorados por los chavales. ¿Sera casualidad?
Una nota final: miembros posibles de la ACPUSC me comentan que precisamente esos espíritus han ideado la bacanal de gestiones señalada aquí, para intentar robarle su esencia a los profesores que, hasta ahora, han hecho su trabajo como deben, es decir, han enseñado a los chavales a pensar como un universitarios.
Fracasarán, que se vayan haciendo a la idea. Ellos no pueden imitar lo que nunca supieron hacer.
Estoy de acuerdo completamente con los comentarios de esta página. Efectivamente, concienciar de la deriva de la Universidad y de la educación en general es el objetivo de "Profesores indignados. Manifiesto de desobediencia académica". Me escribe un colega de la UCA diciéndome que hubo una reunión de profesores autodenominados indignados. También en Madrid y en Valladolid ha habido concentraciones en las se suman al "espíritu" de la idignación. En algunos cursos de verano algunos catedráticos vaticinan que habrá universitarios indignados. Creo que el próximo curso eberíamos continuar generando ese movimiento fomentando debates, junto con los alumnos, para corregir al menos del rumbo del modelo educativo tecnoburocrático que nos ha ido poseyendo sin darnos cuenta. Tal vez así recuperemos algo de la vieja pasión por aprender y enseñar, ligada irremediablemente a la conciencia social y al humanismo.
ResponderEliminarFernando: gracias por tu contribución. Quizá seamos capaces de hacer lo que dices, pero tengo la sensación de que lo tenemos complicado. Es posible que la mejor estrategia suponga actuar como pensamos que debe hacerse y esperar a las consecuencias. Saludos, R
ResponderEliminarMoriremos aplastados por las exigencias burocráticas. ¡Menos mal que hay ordenadores y se puede copiar, cortar y pegar!
ResponderEliminarEl excesivo énfasis en las TIC puede también ahogarnos. Al final, el exceso de información es puro ruido
Y las presentaciones en power point son una plaga maligna; deje constancia de mi opinión en una breve presentación que os paso: http://www.slideshare.net/fegamo2004/las-presentaciones-power-point-3380144.
Muchas gracias por la contribución Félix. Algo huele mal en Dinamarca...
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