lunes, 14 de marzo de 2011

Glucosa cerebral y teléfonos móviles

Desde los primeros albores del uso de los teléfonos móviles --y no parece que fue ayer-- se han propagado una serie de leyendas urbanas sobre el efecto de la radiación emitida por esos dispositivos sobre nuestra integridad física. Incluso se dijo, en algunos foros, que podía llegar a promover cáncer.

No se le ha seguido dando publicidad porque, como se dijo en tiempo de la Armada Invencible, es duro luchar contra los elementos. Su uso está tan extendido, y conlleva un lucro tan suculento para las compañías, que sería extremadamente complejo hacerse escuchar.

Sin embargo, recientemente se ha publicado un estudio en el que se ha observado algo bastante predecible: el uso del teléfono móvil promueve el metabolismo de la glucosa cerebral.

¿Es esto positivo o negativo?

Ni idea --o los científicos prefieren inhibirse para que sigan lloviendo lo dólares.

Usar el móvil durante 50 minutos produce un aumento del 7% en el metabolismo de la glucosa cerebral, lo que se pudo comprobar usando PET (tomografía de emisión de positrones).

Como parece natural, el cerebro humano es sensible a la radiación electromagnética de los móviles, en igual medida que es sensible a otros muchos factores.

Sin embargo, el mayor metabolismo se produce a nivel regional, en las zonas del cerebro más próximas a la antena del móvil: la corteza orbitofrontal y el lóbulo temporal.

Mi colega y amigo Paul Thompson, de la UCLA, comenta esta investigación: "se ha estudiado el nivel de activación de las células no el flujo sanguíneo; el segundo es una medida razonable de funcionamiento cerebral, pero es mejor explorar las células del cerebro".

Dudo que se siga investigando, por temor a lo que se puedan encontrar, lo que, por otro lado, resulta bastante tontorrón.

Si se siguiera escarbando, mi predicción sería que una exposición moderada a esa clase de radiación electromagnética --así como a otros supuestos 'venenos'-- puede ser incluso positiva para estimular el metabolismo cerebral, atendiendo al fenómeno conocido como hormesis.

Pero vivimos en una sociedad dicotómica: o es bueno o es malo.

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