sábado, 22 de enero de 2011

La Reacción

La esperanza de que el sentido común pueda recuperarse solo debe perderse al final y el final ya se sabe cuál es.

Algunos opinamos que se tendría que haber anunciado antes de la entrada en vigor de la delirante 'ley antitabaco', pero más vale tarde que nunca, por el bien de unos y otros.

El gremio de hosteleros --a raíz de FITUR-- hizo sus cálculos provisionales y comprobó que se están reduciendo sus ingresos a dos manos desde el dos de enero de 2011. Se han documentado importantes pérdidas de facturación valoradas en miles de millones de euros. Teniendo en cuenta esas cifras, España debería ser declarada por la ONU como zona catastrófica.

De modo unánime, las 74 asociaciones de la FEHR (Federación Española de Hostelería y Restauración) pedirán al gobierno que suspenda esa ley recaudatoria a corto plazo, pero terrible a medio y largo plazo. A ese paso no habrá nada que recaudar en el único sector que no ha experimentado, globalmente, el efecto de la crisis --hasta ahora.

Más de un 50% de los negocios (es decir, alrededor de 100.000 bares y restaurantes) ya han manifestado que se verán obligados a despedir personal para soportar el batacazo de la entrada en vigor de la ley.

Ergo, los responsables políticos --así como los integristas anti-fumadores incapaces de soportar la idea de la convivencia pacífica de unos y otros-- serán, en este caso, directamente responsables de esa sangría económica --y humana. Difícil les resultará ahora culpar a la economía mundial.

La FEHR solicita algo sensato: adoptar aquí directrices similares a los 23 países europeos que viven con una ley sustancialmente menos restrictiva que satisface a las mayorías y a las minorías, evitando, de paso, atentar agresivamente contra su propia economía.

También, de modo menos pacífico, pero con razón, los hosteleros demandarán al Estado por haberles obligado a invertir en la separación de espacios para fumadores y el resto --ya era hora. Piensan pedir un mínimo de 100.000 euros (por negocio) por daños y perjuicios derivados de la errática política de quienes ya sabemos. Y, si el Estado pierde, pagaremos fumadores y no-fumadores. Nunca pasa nada hasta que pasa.

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