Hace unos días visité Washington DC. Allí conocí, casualmente, a un historiador de Mississippi (David D). Mantuvimos algunas conversaciones, y, sorprendentemente, apareció una mañana con un regalo: un libro usado que encontró un día de lluvia rebuscando entre las famosas librerías de Dupont Circle.
Su titulo era 'Spain'. La autora, Jan Morris, resultó ser británica.
La breve obra se editó en 1964, pero fue revisada en 1979. Esta es la versión que leí, con sumo interés.
El mensaje de Morris es tan intenso como inquietante. Se confiesa admiradora de los 'Spaniards' y de nuestro país. Pero considera que los iberos no estamos hechos para la democracia, que nuestro 'ser' dificulta la tarea. 'Estamos' ahora en un estado de democracia --ella escribe su versión revisada en plena transición-- pero nuestro estado natural, si nos remitimos a la historia, es la veneración a un líder.
Meternos en la modernidad, convertirnos en ciudadanos del mundo, contribuye a que perdamos nuestra identidad, algo que la autora valora por encima de todo lo demás. Somos, para ella, esencialmente 'orgánicos', humanos distintos al resto. Distintos, ni mejores ni peores. La autora rezuma restos de una lucha interior entre la atracción por España y la perplejidad ante nuestra historia. Una historia que, para ella, revela un carácter.
Vivimos casi en una isla y eso ha contribuido a forjar ese carácter. Despojarnos de la insularidad pasará factura. Don Quijote sólo pudo ser español, pero el personaje agoniza. ¿Estamos dispuestos a dejarle morir? nos pregunta Morris.
El repaso que hace la autora británica sobre nuestro pasado es realmente interesante. Conviene conocer perspectivas ajenas. Dice que somos un país "tremendo y a veces amenazador". Equipara el relieve de la península con nuestro devenir histórico: "desde el comienzo de su historia hasta el siglo XVI subió hasta llegar a la cima del éxito, acumulando riqueza, cultura, prestigio y unidad. Pero, desde ese momento, comenzó un lento declive que todavía pervive". El peor momento de ese declive se produjo en el siglo XIX, precisamente cuando los Estados Unidos comienzan su ascenso.
Concluye que los iberos somos esencialmente guerreros. Roma tardó dos siglos en someter Hispania --no tuvimos problemas con los fenicios y griegos que únicamente deseaban comerciar.
Hay mucha información en este pequeño libro, pero algo se repite insistentemente. Aunque somos unos incorregibles individualistas, cedemos a la tentación del líder: "una vez disciplinados por la voluntad de la mayoría, o por las órdenes inflexibles del gobierno, los españoles se convierten en el material ideal para los dictadores --fuertes, diligentes, valientes, orgullosos, patriotas, obedientes y sin imaginación".
Jan Morris profetiza que la modernidad convertiría a España en menos española: "el mundo solo puede perder y las últimas ilusiones se desvanecerán".
Es tentador mirar en derredor y darle la razón a la autora británica.
La identidad es valiosa.
Fundirse con los demás, o, para el caso, con el mundo, no es lo nuestro, pero estamos en ello.
Los políticos, gobernantes y el resto, se están ensañando con nosotros, pero está por ver que logren sus metas. No cesan de ganar batallas, pero ¿ganarán la guerra?
Avanzar es realmente necesario, pero la distinción puede resultar clave para hacerlo con paso decidido y genuino.
Nos vemos por aquí en 2011. Hasta entonces disfruten, si pueden, de estas fiestas.
Es curioso que en muchas ocasiones he comentado con amigos que a los rusos parecen gustarles los zares porque cuando pueden elegir a sus gobernantes democráticamente eligen a lo más parecido a un zar-Putin que encuentran. De todos modos nunca me lo había planteado en el caso español. Igual es porque somos un poco vagos y bajo una dictadura los límites y las normas vienen impuestas mientras que en democracia hay que currárselas cada día :-)
ResponderEliminarMerry Xmas
Conviene recordar la época de Felipe G. Estuvo como Presidente bastante más de lo razonable. No debería suceder en una democracia genuina. Por otro lado, no creo que sea cuestión de vagancia. Los alemanes dicen que España es la Prusia del Sur. Supongo que será por algo. Sea como sea, es interesante averiguar cómo nos ven los demás. Da que pensar. MX too, R.
ResponderEliminarAdemás de haber diferencia entre "ser" y "estar", no olvidemos que en español (así de chulos somos), tenemos otro verbo copulativo, "parecer". Así que se puede Ser de una forma, Estar de otra, y Parecer "ser" o Parecer "estar" de otra.
ResponderEliminarChulos somos, eso está claro, pero solamente de boquilla. En realidad estamos acomplejados porque pensamos que los demás son mejores. Tuvieron éxito al convencernos, pero las cosas cambiarán a no mucho tardar. Vivimos en un increíble país en el que la mezcla es riqueza intelectual y moral. Solo debemos admitir que juntos tendremos más fuerza para superar las adversidades. Abzo, Rob
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