Es materialmente imposible erradicar la obsesión de algunos psicólogos por darle una extraordinaria importancia a las prácticas de crianza de los niños. Un estudio español, reseñado en la revista electrónica del Colegio Oficial de Psicólogos (COP) dice demostrar que unas prácticas inadecuadas de socialización en el hogar familiar atentan contra el autoconcepto, el comportamiento antisocial o el consumo de estupefacientes de los adolescentes.
Calvete, E., Gámez-Guadix, M. y Orue, I. (2010). El Inventario de Dimensiones de Disciplina (DDI), Versión niños y adolescentes: Estudio de las prácticas de disciplina parental desde una perspectiva de género. Anales de Psicología, 26, 2, 410-418.
El estudio se basa en el Inventario de Dimensiones de Disciplina de Straus & Fauchier (2007). El chaval informa sobre los métodos de disciplina seguidos por sus padres, teniendo en cuanto si se trata del padre o de la madre. Se evaluó a casi mil trescientos estudiantes de la ESO.
Los análisis revelaron cuatro categorías de disciplina parental: (1) castigo, (2) privación de privilegios, (3) reforzar conductas positivas y extinguir las negativas, (4) supervisión.
Las madres son más variadas en el uso de estos métodos. Los padres son más negligentes. Los varones reciben más castigo físico. Según los autores del estudio, los propios chicos son responsables de este hecho, puesto que son “menos obedientes”. Es decir, aunque los autores no usan esta terminología, el uso de un método por parte de los padres puede atribuirse, en último término, a la conducta espontánea del retoño.
La investigación concluye que existe una socialización diferencial según el sexo de los hijos. Curiosamente ahora pierde relevancia la naturaleza del niño. Para explicar este presunto fenómeno diferencial, ahora lo relevante es el ‘estereotipo de género’ que influye –¿mágicamente?—en los padres para interactuar con sus hijos de modo peculiar.
¿No sería más sencillo admitir una explicación similar a la usada para interpretar el hecho de que los varones reciban más castigo físico? La naturaleza de los chicos y de las chicas promueve reacciones diferenciales en los progenitores. Los estereotipos de género pueden ser un añadido innecesario.
Finalmente, saber si realmente las categorías reveladas por el inventario de dimensiones de disciplina son relevantes exige usar un diseño genéticamente informativo. Si el uso del mismo método incide diferencialmente en los hermanos de la misma familia, entonces podríamos cuestionar la relevancia del método en sí mismo. Al contrario, debería concluirse que el elemento importante es la experiencia personal que el chaval tiene de la interacción con los padres. Y, siendo así, en última instancia el factor clave es personal, no algo vinculado a conceptos etéreos como los ‘estereotipos de género’.
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