miércoles, 20 de octubre de 2010

La Segunda Economía

Regresando de Córdoba escuche en Radio 5 parte de una entrevista a Julio Gisbert Quero. Me gustó lo que oí, pero quise saber más, así que me hice con su libro ‘Vivir sin empleo’ (publicado por la editorial ‘Los Libros del Lince’) y consulte su blog ‘http://www.vivirsinempleo.org/’.

El autor –licenciado en informática, pero que trabaja para la banca, en una caja de ahorros—escribe sobre conceptos como trueque, banco de tiempo, moneda social o ayuda mutua. Distingue entre empleo y trabajo, algo importante para comprender esos conceptos.

No voy a explicar aquí los detalles. Lo que me resulta particularmente interesante es la intención explícita de que el poder regrese al ciudadano, a los vecindarios, a las pequeñas comunidades. Nada de planificaciones a gran escala o revoluciones radicales orquestadas por unos pocos.

Justo lo contrario a lo que promueven movimientos como ‘Zeitgeist’ (claramente centralizadores y contrarios a la naturaleza humana) y coherente con las propuestas de intelectuales como el sociólogo Charles Murray en su obra ‘In Our Hands’. De estas dos perspectivas se ha tratado ya en este blog:


Gisbert propone

un segundo sistema paneconómico fundamentado en la ayuda mutua y la colaboración de las familias, el vecindario, el movimiento asociativo y la sociedad civil en general (…)

lo que se pretende es reconstruir las redes de ayuda tradicionales que impidan que la primera economía se imponga como un falso monopolio para la creación de riqueza y bienestar para algunos seres humanos en detrimento de otros (…)

el Estado provoca la disgregación de las redes familiares de apoyo, rellenando los huecos de solidaridad natural a través de la institucionalización del voluntariado y del desarrollo paulatino de toda una industria económica del cuidado a las personas mayores para las clases más pudientes, alejando a los hijos de sus padres y creando barreras entre generaciones”.

Conviene aclarar que no es algo que se le haya ocurrido al autor en un momento de extrema creatividad, sino que habla de experiencias concretas que están teniendo lugar ahora en todo el mundo.

Su libro es, desde luego, estimulante, pero, a mi juicio, fracasa en su principal objetivo: darle al lector una imagen clara de lo que se está hablando. Hay muchos detalles, demasiados.

Gisbert es valiente. Declara que la banca islámica considera el hecho de compartir como algo prioritario, y actúa de ese modo por motivos religiosos: “sus clientes no reciben intereses por sus inversiones, sino que comparten pérdidas o ganancias con el propio banco”. Una enorme diferencia con la banca occidental: “en una economía de interés, el dinero se traslada de aquellos que tienen menos a quienes tienen más, por lo que los activos se concentran en unos pocos”.

Es valiente, pero se le va la mano en el capítulo final sobre propuestas. Cuando discute los tres abismos que separan a los hombres (ricos vs. pobres, educados vs. analfabetos, ciudad vs. campo) hace declaraciones que es difícil sustentar en algo sólido. Ejemplos:

-. La pobreza debe ser una opción.
-. (Se debe crear) una nueva clase social de personas liberadas al servicio de los demás.
-. (Hay que estimular) un nuevo concepto de la propiedad urbana basada en la premisa de compartir. Compartir los vehículos, compartir la cultura, compartir la vivienda, compartida la vida.

Digamos, para terminar, que el hecho de que el blog de Gisbert tenga una escasa participación (1 comentario en el último mes) apoya –aunque no demuestra—lo dicho más arriba: no es fácil hacerse una idea de cómo materializar lo que se pretende. Pero es indudable que se está haciendo, incluso en España.

1 comentario:

  1. ¿De qué va esta historia? ¿Lo han puesto en informe semanal? Deberían.

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