lunes, 18 de octubre de 2010

Contra la artritis reumatoide, un copazo (o dos)

El gran psicólogo Hans Jürgen Eysenck, fallecido en 1997, confesaba en su autobiografía ('Rebelde con Causa') que él siempre había sido un “apóstol de la moderación” a pesar de tener fama de polemista en los círculos académicos.

Argumentaba que algunos científicos alientan el histerismo de la población y la radicalidad de medios de comunicación y de políticos, adoptando posturas extremas en ausencia de sólidas evidencias. Sus estudios sobre los efectos del tabaco en la salud, algunos de cuyos resultados ya se han revisado en este blog, ponían en evidencia este hecho.

Ahora sabemos que algo comparable puede ocurrir con el alcohol. ¿Es bueno o malo beber? Depende. Ni una cosa, ni la contraria. Seamos, por tanto, moderados en nuestras declaraciones, aunque eso complique algo más el mensaje que se le envía a la sociedad.

En la revista 'Rheumatology' se ha publicado un estudio, con dos mil personas, en el que se concluye que el consumo de alcohol es positivo para (a) paliar los efectos de la artritis y (b) prevenir su aparición.

James R. Maxwell, Isobel R. Gowers, David J. Moore, and Anthony G. Wilson (2010). Alcohol consumption is inversely associated with risk and severity of rheumatoid arthritis. Rheumatology (2010) 49(11): 2140-2146 first published online July 28, 2010doi:10.1093/rheumatology/keq202

Se siguió la evolución de esas personas durante treinta días, llevándose a cabo una exploración exhaustiva de varios factores: ingesta de alcohol, análisis de sangre, radiografías y tests de exploración del funcionamiento de las articulaciones.

Los resultados señalaron que quienes consumían alcohol con frecuencia mostraban signos más positivos que los que eran abstemios o bebían raramente: las articulaciones estaban menos dañadas y se mostraban menores síntomas de inflamación.

Esto por lo que se refiere a las personas que ya tenían la enfermedad. En cuanto a la prevención, el estudio muestra que los abstemios presentan una probabilidad cuatro veces mayor de desarrollar ese trastorno. Es más, el riesgo se reduce cuanto más se bebe.

Se desconocen por ahora las causas de esta asociación, pero se especula con el efecto que puede tener el hecho de que el alcohol reduce la eficiencia del sistema inmunológico. Tal reducción podría influir en el probable desarrollo de este trastorno.

Por otro lado, una vez se manifiesta el trastorno, el alcohol puede atenuar los síntomas gracias a sus efectos antiinflamatorios y analgésicos.

Si nos preguntamos cuáles son las bebidas más efectivas, no encontraremos respuesta por ahora. Pero como me sugería un amigo hace unos días, por si acaso no reparen en gastos y que el néctar sea de calidad…

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