Ya están los periodistas y políticos dándole vueltas al recientemente publicado ranking de competitividad.
Los datos se pueden encontrar en el siguiente link:
Las noticias dicen que España ocupa la posición 42 (descendiendo nueve puestos respecto a 2009) por detrás de países tan exóticos como Puerto Rico, Chipre o Túnez.
Suiza, Suecia y Singapur ocupan las tres primeras posiciones del ranking.
La lectura aceptada es que nuestra situación es poco menos que lamentable.
Sin embargo, los números admiten una lectura alternativa.
Las puntuaciones de competitividad de los 139 países considerados oscilan entre un mínimo de 2,7 y un máximo de 5,6.
La puntuación para España es de 4,5.
Si hacemos una conversión de esas puntuaciones para que la puntuación media del grupo de países en competitividad sea de 100, entonces ese 4,5 corresponde a una puntuación de 107.
Por tanto, nos situamos 7 puntos por encima de la media global.
En resumen, los datos pueden ser leídos de distintos modos.
El catastrofismo puede no ser una buena idea en la situación actual.
Aquí va otra consecuencia interesante de lo que puede pasar si mejoramos en este tipo de ránkings(reconozco que no tengo ni idea de economía pero me pareció curioso el razonamiento cuando lo oí por la radio): La única forma de mejorar la competitividad (básicamente productividad según este informe) en situaciones de bajo consumo y demanda como la actual es mediante el mantenimiento de la producción reduciendo los costes (entre otros los de personal). De este modo mejorar en productividad implica básicamente desempleo lo cual en la situación actual no parece muy recomendable. ¿Quién quiere mejorar ahora?
ResponderEliminarInteresante estrategia. Suena francamente mal eso de reducir los costes para mejorar la productividad. No sé si mucha gente lo hizo, pero, a pesar de que suele exagerar, la película documental de Michael Moore (Capitalismo: Una historia de amor) merece la pena para esta clase de historias capitalistas. Explora un par de ejemplos interesantes en el que se hace perfectamente compatible la ganancia económica sin castigar el salario de los trabajadores en absoluto. El primer ejemplo es una panadería (donde 'todos' los empleados ganas más que los pilotos de las principales líneas aéreas) y el segundo es una empresa de robótica. Salu2, R
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