Voy a despedirme hasta Septiembre (el mes de agosto se inventó para detener el mundo temporalmente) con una de las polémicas sociales recientes.
El Parlamento Catalán aprobó hace dos días (28 de Julio de 2010) la prohibición de la Fiesta de los Toros en esa Comunidad Autónoma.
Quizá no todos sepan que, de hecho, no están capacitados para llegar a ese veredicto. Pero podrán regular la fiesta, según me cuentan los entendidos en la materia.
Finalmente habrá corridas de todos en Cataluña, pero se inventarán algo para descafeinarla, seguramente siguiendo el modelo portugués (una autentica ruina).
Algunos europeos (ni remotamente todos ellos, lo sé) están encantados con la decisión, desde luego no unánime, de los representantes políticos. Es natural.
Ayer escuchaba a un modesto ganadero extremeño que venia a decir lo siguiente: vale, prohíban la fiesta de los toros, pero sean consecuentes. No voy a repetir, decía él, que el toro de lidia se extinguirá inexorablemente en cuanto se termine con el toreo. Pero invito a quienes ansían ver el cartel de ‘cerrado’ en las plazas, a que se pasen por un matadero. Entonces verán lo que significa realmente hacer sufrir a un animal. Si, es un sufrimiento no televisado, pero el sufrimiento es el sufrimiento.
Hay una extraordinaria hipocresía en esta historia. Tan alta que promueve que se especule con la posibilidad de que no se trata de evitar el presunto dolor de los toros en el ruedo, sino de quitar otro eslabón a la cadena que algunos líderes catalanes consideran que une Cataluña al resto de la península.
Pero no todos los catalanes estamos de acuerdo con esa percepción de ciertos representantes. Y me atrevería a declarar que somos mayoría quienes estamos satisfechos y orgullosos de compartir camino y destino con gallegos, astures, vascos, aragoneses, castellanos, extremeños, andaluces, valencianos y canarios.
Personalmente habría apoyado una consulta popular, en lugar de delegar la decisión en los líderes políticos. Me permito dudar de que el resultado hubiera sido el mismo.
Es realmente triste que los representantes logren desunirnos a la mayoría para apoyar los intereses de unos pocos. De los de siempre. Ojala nos demos cuenta a tiempo y les quitemos lo que en realidad nunca poseyeron porque siempre fue nuestro.
Pues nada, teniendo en cuenta que se cierra el pais, felices vacaciones. Por cierto del tema no voy a opinar porque me parece que con la que está cayendo (hoy superamos el 20% de parados) unos y otros han encontrado una cortina de humo fantástica después del mundial ya que todos los telediarios empiezan hablando de toros y no los problemas reales que tenemos que no son pocos. Simplemente me gustaría hacer la apreciación que coincido contigo en que sería mucho más deseable una consulta popular (aunque el resultado creo que no sería el que tu crees) pero la Generalitat no tiene potestad para convocarla pues cualquier consulta popular en Catalunya debe tener el visto bueno del Gobierno y dudo mucho que en este caso lo tuviera.
ResponderEliminarHasta Septiembre
Es cierto que los problemas son otros. Quizá por eso sea mejor cerrar (temporalmente). Las cortinas de humo duran lo que duran. Siempre es posible que las consultas populares arrojen resultados distintos a los que predecimos. Por eso son temidas, según creo, y no es precisamente la valentía lo que caracteriza al gobierno, central o periférico. Nos vemos, R.
ResponderEliminarAl convertir una entrada sobre la lidia en una proclama política más, le hace el juego a los que presentan la barbarie de la "fiesta" como algo típicamente español de lo que el pueblo catalán, europeísta, progresista y refinado, debe distanciarse.
ResponderEliminarSería mucho mejor hablar de cada tema por separado, sin mezclar, para llegar a conclusiones más claras. Por ejemplo, si hablamos del toreo, el viejo argumento de la extinción del toro -que usted afirma que no quiere repetir, pero repite a fin de cuentas- no sólo es irrelevante sino también incorrecto. Es irrelevante porque viene a ser como defender las peleas de perros que se celebran en determinadas culturas y épocas porque de su mantenimiento se derive la existencia de alguna raza particularmente feroz. Si no apelamos a ese argumento para justificar la bondad de tales peleas, tampoco hay razón para hacerlo en el caso de la lidia. Por otro lado, el argumento es falso porque, al contrario de lo que muchas veces se escucha, el toro de lidia no constituye una especie aparte, por lo tanto, su "extinción", suponiendo que llegara a darse (si de verdad tanta gente fuera a lamentarla, podría inventarse algún medio para preservar la variedad sin necesidad de matanza) en ningún caso sería irreversible.
Finalmente, la apelación a la coherencia es notablemente incoherente. Por una parte, la diferencia entre la alimentación y el espectáculo, en términos de necesidad y justificación, cae por su propio peso. Por otra parte, la existencia de un posible mal no invalida la eliminación de otro. Es como si dijéramos que como hay tanta corrupción en las instituciones, no vale la pena, pongamos por caso, penalizar las infracciones de tráfico.
Seamos coherentes, sí, y rigurosos, también. Si aceptamos las siguientes premisas, por otra parte bastante razonables: (1) las corridas de toros tienen un fuerte componente de tortura y (2) la tortura es inaceptable, la única conclusión derivable es que las corridas de toros son inaceptables. Todo lo demás es intentar distraer la atención de la cuestión principal.
Muchas gracias y reciba un saludo cordial.
Estoy de acuerdo, en general, con el último comentario. Sin embargo las premisas finales son discutibles, y, por tanto, también la conclusión. Depende de cómo se defina tortura. Por ejemplo, las relaciones amorosas a menudo conllevan una tortura emocional. Si la tortura es inaceptable, entonces las relaciones amorosas son inaceptables. ¿Tiene sentido? Saludos, R
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