Los jugadores holandeses se comportaron el domingo 11 de julio de 2010, ese día en el que perdieron su tercera final de un campeonato del mundo, como unos auténticos asesinos desesperados.
Nuestros jugadores resultaron masacrados sin piedad ante la mirada impasible del árbitro británico (ninguna novedad).
Quizá evitaban una escena como la siguiente:
Pero ni con las malas artes que desplegaron las hordas de los países 'bajos' (¿por qué precisamente bajos?) pudieron evitar alegrías como la siguiente:
O que incluso las propias holandesas se pasaran a nuestras filas, como demuestra la siguiente imagen:
Es duro encajar los hechos cuando son adversos, pero las derrotas tienen causas.
El siguiente esquema, extraído del LA Times explica la cadena causal:
Es fácil observar, incluso para un tulipán cabreado, que el lugar donde se concreta el término 'Champion' corresponde a España (Spain, por si acaso).
Ergo, el mundo vuelve a ser nuestro.
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