Comienza a escucharse que el famoso polígrafo será sustituido por la fMRI (resonancia magnética funcional) para detectar a los mentirosos. Si se alcanza la meta prevista, la actividad cerebral que registra la fMRI permitirá averiguar cuándo se miente o cuándo se dice la verdad. Al menos esa es la idea.
Según una serie de estudios, los llamados ‘psicópatas’ presentan una actividad sustancialmente menor en una pequeña estructura cerebral denominada amígdala (un centro clave de las emociones) ante estímulos emocionalmente cargados.
Existe un intenso debate sobre si el uso de los registros fMRI debería admitirse en los procesos judiciales. Por ahora no resulta fiable, y, por tanto, su uso queda descartado, pero, como suele ser habitual, los científicos tienen grandes esperanzas.
De todos modos, a pesar de las reservas, ya existen algunas empresas que ha puesto a la venta el producto.
Se supone que el metabolismo cerebral no puede manipularse conscientemente, mientras que las señales que registra el polígrafo pueden modificarse a conciencia.
Francamente, es fácil ser escéptico. La actividad cerebral cambia con la práctica, y, por tanto, alguien dispuesto a superar el test podría esmerarse en lograr atenuar (o incrementar) la actividad cerebral captada por la fMRI exponiéndose repetidamente a situaciones en las que se debe mentir para salvar el pellejo.
Mentir es una habilidad, y, por tanto, se puede entrenar.
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