Hay cosas que los científicos admitimos sin sólidas pruebas. Según el biólogo Colin Patterson (miembro del Museo Británico) la teoría de la evolución es un caso paradigmático.
En noviembre de 1981 impartió una conferencia en el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York. En esa intervención dice muchas de las cosas que posteriormente se han usado para ‘castigar’ a quien acepta sin pestañear lo que se supone que descubrió Charles Darwin.
Comenta, por ejemplo: “durante veinte años había creído que estaba trabajando acerca de la evolución en algún sentido. Una mañana me desperté y algo había sucedido durante la noche. Me vino repentinamente a la mente que había estado trabajando en este material durante veinte años, y que no había nada que supiese de ello. Esta fue una fuerte sacudida, darme cuenta de que alguien puede andar engañado durante tanto tiempo (…) me desperté y me di cuenta de que había pasado toda la vida embaucado y aceptando el evolucionismo de algún modo como una religión revelada”,
Confiesa Patterson que el nivel de conocimiento respecto a la evolución es notablemente superficial. Su poder explicativo es esencialmente ‘verbal’ y no comunica realmente ningún conocimiento. Los datos que se manejan son vacíos que tienen la función de conocimiento, pero que no comunican ninguno. Se recurre a argumentos como que ‘es evidente que la evolución ha sucedido’. Hay más fe que conocimiento verdaderamente científico.
Patterson se despacha con declaraciones que no dejan lugar a muchas dudas sobre las reservas que deberían albergarse sobre la evolución de las especies: “tiempo atrás, en 1974, Mayr apeló al genotipo como la clave del verdadero conocimiento. Y en aquel tiempo el genotipo seguía siendo un gran misterio. Ahora que tenemos muestras del genotipo procedentes de una amplia variedad de organismos, de modo que ya no es tan misterioso, se abandona, y se propone un nuevo misterio, el centro de Broca, y aquella larga lista de autapomorfías no especificadas del hombre. Parece que lo mismo que los creacionistas, los evolucionistas son proclives a apelar al misterio”.
Dice también que la duplicación genética se encuentra en algún punto en el pasado, y, por tanto, no hay forma de investigarla. Piensa que, a menudo, se invoca la duplicación genética sencillamente para arrinconar datos problemáticos.
Y respecto a las simulaciones, comenta que permiten maquillar los datos con la teoría evolucionista, presuponiendo que la evolución es cierta. Se le pide al ordenador que encuentre un árbol. Pero ¿que nos dice el árbol? ¿Nos está diciendo algo acerca de la naturaleza o sobre la teoría evolucionista?
El hecho es que, según él, los datos moleculares son incongruentes con la morfología. Y esto resulta inquietante para la doctrina evolucionista.
¿Alguien debería hablar con Richard Dawkins?
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