Sabemos hace tiempo que la medicina está cambiando hacia una perspectiva orientada al individuo, al paciente. Este movimiento relativiza, sustancialmente, las declaraciones de que tal medicamento o cual alimento es ‘bueno’ o ‘malo’ para nuestra salud y calidad de vida. Esa bondad o maldad interactúa con las características personales del individuo, de modo que su naturaleza cambia de acuerda con éstas.
El caso del colesterol es paradigmático.
Se ha publicado recientemente en la revista ‘Arteriosclerosis, Thrombosis, and Vascular Biology’ un estudio que documenta los desalentadores resultados de un ensayo clínico patrocinado por Pfizer:
J. P. Corsetti, D. Ryan, D. L. Rainwater, A. J. Moss, W. Zareba, C. E. Sparks (2010). Cholesteryl Ester Transfer Protein Polymorphism (TaqIB) Associates With Risk in Postinfarction Patients With High C-Reactive Protein and High-Density Lipoprotein Cholesterol Levels. Arteriosclerosis, Thrombosis, and Vascular Biology, DOI: 10.1161/ATVBAHA.110.207977
Los suplementos de salud de los medios de comunicación nos calientan la cabeza con la necesidad de elevar los niveles de HDL (colesterol bueno) y reducir los del malo (LDL) para mejorar nuestra salud. Se da por hecho que el HDL es intrínsecamente positivo y el LDL es profundamente nocivo.
Sin embargo, ese ensayo clínico demuestra que esta regla se viola en algunos grupos de pacientes en los que altos niveles de HDL incrementan el riesgo de padecer trastornos coronarios. Charles Sparks, co-autor del estudio, dice: “es importante identificar a los pacientes que no se beneficiarán del esfuerzo por aumentar el HDL, de modo que se puedan adaptar los tratamientos a sus necesidades específicas; esta estrategia nos permitirá dar un paso más hacia la meta de la medicina personalizada”.
Sostienen los autores de este trabajo que los genes de los pacientes interactúan con los niveles de HDL para producir un efecto positivo o negativo. Esos genes son el cristal con el que nuestro organismo colorea el mundo, un mundo en el que abundan los grises y en el que escasea el blanco y el negro.
Roberto
ResponderEliminarMe gusta la analogia de los genes y el color de los cristales. Ingenioso y apasionante el tema de medicina personalizada.
Fukuyama, en su libro:"El fin del hombre", habla de esta temática en relación con el tratamiento farmacológico de los enfermos mentales.
Saludos
Antonio
El libro de Fukuyama tiene un título sugerente, desde luego. Y seguramente lo que sostiene sobre el tratamiento se puede aplicar a las demás cosas. El libro Ridley puede ser un complemente estupendo:
ResponderEliminarhttp://robertocolom.blogspot.com/2009/03/genome.html
Saludos, R