Ignoro por qué, pero comenzaremos ahora una serie de post sobre iberos. ¿Una mirada al futuro dando un paso atrás? Elegiré, casi, al azar.
La ‘Historia mágica de España’, de Fernando Sánchez Dragó, es una lectura interesante que se publicó en 1978. Según sus fuentes documentales (incluyendo nuestras cuevas rupestres) España (o Iberia) fue la primera tierra poblada después del diluvio universal que se recoge en el antiguo testamento y, antes, en el poema de Gilgamesh.
Lo de historia mágica es, en realidad, un subtítulo. La obra de Sánchez-Dragó se titula ‘Gargoris y Habidis’.
Gárgoris fue rey de los cunetes, un patriarca del bosque tartésico donde los titanes se alzaron contra los dioses. Se emparejó con la más hermosa de sus hijas y de ella tuvo un varón (Habidis) que fue un monarca sabio, prudente, generoso y grande.
Habidis fundó la ciudad santa de Astorga, posiblemente el enclave urbano más antiguo de iberia que todavía existe. Habidis es hijo de atlantes y de aborígenes iberos, trayendo a la península la concordia, la paz, la revolución neolítica, el paso de la caza y la ganadería a la agricultura sedentaria y civil.
Gárgoris y Habidis son los protagonistas de la fabula más antigua de Occidente, según Sánchez-Dragó.
Diodoro de Sicilia atribuye a los cunetes la invención del arco, la espada, el casco, la ganadería y la agricultura. Estrabón hizo referencia a la “grande y primitiva raza ibérica” aludiendo a tartesios y cunetes, la primera manifestación histórica de lo español (tirando del hilo, el autor se pregunta por qué los investigadores buscan el origen de la tauromaquia en Creta y no al revés): “somos todos deudores de Habidis. Una marea común subió desde el Guadalquivir después del diluvio. Una marea en la que se funden –iguales, pero distintos—cunetes y conios, vettones, vascos, cántabros, asturianos y gallegos. Un eje religioso e industrial que se desplaza desde Tartessos a Galicia. Unas abejas, unas hachas, unas tumbas idénticas para nuestros muertos. Una fiesta nacional: la del toro. Lo demás –celtas, gentiles y cristianos—va a injertarse en ese tronco inicial”.
En su prólogo, Torrente Ballester escribe sobre la obra de Sánchez-Dragó: “sabiduría frente a técnica”. No sé muy bien qué significa, pero invita a agarrarse los machos.
El escritor soriano nos advierte, durante las casi mil páginas de su obra, del peligro que supone perder (u ocultar) nuestras tradiciones y aceptar la leyenda negra que insiste en perseguirnos. Reniega Sánchez-Dragó de Europa porque el viejo continente rechaza aceptar la cruda realidad: que su origen está en iberia (si el hombre moderno proviene de África, su tesis tiene sentido). Europa es una hija que, recurriendo a su complejo de Electra, quiere, como Edipo, matar al padre ibero.
Quiero terminar este post con el hecho de que televisión española prohibió un debate sobre ‘Gárgoris y Habidis’. Un extraño suceso si tenemos en cuenta que fue Premio Nacional de Ensayo en 1979. Por otro lado, Leopoldo Azancot calificó esta extensa obra de: (a) fascista, puesto que defiende el nacionalismo como valor y (b) antisemita (la inquisición fue creación de los judíos, los seis millones de judíos que murieron en las cámaras de gas de la Alemania nazi se inmolaron para justificar ante el mundo su regreso a Palestina, etc.).
Yo no sé si es fascista por el hecho de valorar los sucesos ocurridos en la península. Tampoco puedo valorar si es antisemita. Quizá lo sea, quizá no (el autor lo niega, admitiendo que es antisionista, pero no antisemita). Que el lector juzgue por sí mismo. Es siempre lo más adecuado.
Hola Roberto,
ResponderEliminaraunque esta entrada tiene un tiempo, creo que en realidad sigue "viva". Gracias a esta presentación voy a empezar a leerlo, con el firme propósito de terminarlo. Saludos,
Paula
Gracias Paula. Asi es, las entradas antiguas tienen vida. Solo hay que leerlas para que la tengan. Saludos, R
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