Se discute ahora en España sobre si las chavalas que lo deseen, o se vean impulsadas por su familia, pueden o no llevar pañuelo (hiyab) en la escuela. En cuanto a si pueden o deben llevarlo en la calle, no hay debate. Es, naturalmente, una discusión estéril, pero que da para rellenar páginas en los periódicos y tiempo en la televisión.
En Francia, salen de casa con el pañuelo puesto, se lo quitan al entrar en el colegio y se lo vuelven a poner al terminar las clases. Aquí estamos dilucidando si debemos seguir ese ejemplo. Por lo que parece, algunas feministas, de origen musulmán (caso de Sihem Habchi) quieren aprovechar la situación para denunciar la discriminación hacia las mujeres dentro de la cultura del Islam.
Puede ser verdad que algunas chicas llevan el pañuelo porque se ven obligadas a ello por sus familias, pero se ignora en qué proporción ese es el caso.
El gobierno español está preparando una Ley de Libertad Religiosa. Según parece, no se pretende prohibir ni obligar a nada (están de suerte los religiosos, por lo que los fumadores están celosísimos del trato que reciben los creyentes por parte de las autoridades –y eso que hay pruebas indiscutibles sobre el hecho de que ‘la religión puede matar’).
Bibiana Aído ha declarado: "estamos ante un debate de enorme complejidad que requiere ser abordado con rigor y responsabilidad, huyendo de oportunismos y demagogias". Nada similar dice, Bibiana, cuando habla sobre el maltrato doméstico, por ejemplo.
Si regulamos lo que pueden o no llevar en la cabeza los chavales que van al colegio, ¿por qué no discutir sobre si pueden llevar el pantalón cagado –exponiendo, así, medio culo a la inspección pública—una camiseta con la imagen de Bob Marley –campeón mundial del consumo de psicotrópicos—un tatuaje de una mujer desnuda –para algunos una gran ofensa contra el rol femenino—o una serie de anillos clavados en las orejas, la lengua y las cejas –como reivindicación de la época tribal y rechazo de la civilización moderna?
Una vez más diremos que se debe regular lo menos posible. Si hay chavalas que llevan el pañuelo, porque así lo desean o porque sus padres las han persuadido para que lo hagan, ¿por qué deberíamos prohibirlo? No deberíamos, igual que sería absurdo prohibir que un chaval decidiera llevar una camiseta con la imagen impresa de Jesucristo o de Kali.
Cosa distinta es que el colegio, público, decida pegar en las paredes crucifijos o suras del Corán. Aunque, bien pensado, ese tipo de prácticas podrían contribuir a incrementar la cultura de nuestros chavales.
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