Hace unos días, Steve McIntryre, el climatólogo que puso en entredicho el famoso palo de golf de Mann (véase la Figura) en el que se ha apoyado la teoría sobre el cambio climático provocado por el hombre, ha escrito sobre el caso de la filtración de mensajes de correo electrónico de miembros del IPCC (Panel Intergubernamental para el Cambio Climático).
“Aunque la cosa termine en mucho ruido y pocas nueces, el daño está hecho. Hay dos cosas que ponen de relieve estos mensajes filtrados y que dañan la credibilidad de la investigación sobre el clima: la falta de transparencia en los datos y el tribalismo que dificulta, entre otras cosas, el proceso de revisión y publicación de artículos científicos”.
Comenta McIntryre que deben aplicarse rigurosos estándares sobre la transparencia y la disponibilidad de los datos sobre el clima, dada su extraordinaria relevancia política. Estos estándares deben ser acordados, clarificados y aplicados por las agencias nacionales de financiación y por las sociedades profesionales que se encargan de publicar las revistas científicas.
Tras la publicación del cuarto informe del IPCC, la concesión del Premio Nóbel de la paz, y la reciente legislación sobre energía, quienes ponen en entredicho la teoría del cambio climático provocado por el hombre están siendo marginados con mayor fuerza. Los poderes fácticos del IPCC disparan contra los investigadores escépticos, secuestran los datos disponibles, monopolizan los procesos de revisión e impiden que esos escépticos publiquen sus reservas en revistas de impacto.
“Los científicos deben considerar cuidadosamente los argumentos de los escépticos, especialmente cuando el tema posee tanta relevancia pública, demostrando que están equivocados o aprendiendo de ellos. Intentar eliminarlos o desacreditarlos no es una estrategia ética, y, además, puede volverse contra ellos a largo plazo”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario