Continua Fresco con su visión escribiendo que “muchos psicólogos experimentales y sociólogos han mostrado que los efectos del ambiente juegan un gran papel al modelar nuestra conducta y nuestros valores. Si se refuerza la conducta apropiada durante la niñez, el niño se motiva para repetir la conducta reforzada”.
Pero veamos cómo contrasta esta idea con la declaración de una psicóloga, Judith Harris, cuya obra (El Supuesto de la Crianza) recibió el premio de la Asociación Americana de Psicología: “la herencia es una de las razones por las que los padres con problemas tienen a menudo hijos con problemas. Es un hecho simple, obvio e innegable; y sin embargo es el hecho más olvidado de toda la historia de la psicología. Juzgando la escasa atención que los psicólogos clínicos y del desarrollo le ha prestado a la herencia, pensarías que aún estamos en los días en que John Watson prometía convertir una docena de bebés en médicos, abogados, mendigos o ladrones” (p. 370).
Steven Pinker, autor que ha cultivado la divulgación psicológica, escribió ‘La Tabula Rasa’, obra en la que se expusieron algunas ideas fundamentales que destruyen de raíz la ingenua percepción de Fresco. El dogma de que la naturaleza humana no existe, constituye un síntoma de corrupción en las ciencias sociales, y, por extensión, de ingenieros sociales como Fresco.
Una mente maleable, como la que Fresco requiere para que su cambio social sea posible, sería rápidamente seleccionada por la naturaleza para su extinción. La realidad social existe únicamente dentro de un grupo de personas y depende de la capacidad cognitiva de cada una de ellas individualmente. La cultura constituye la diseminación de las ideas y prácticas de persona a persona. La comprensión que logremos alcanzar sobre nosotros mismos y nuestra cultura solamente se verá enriquecida por el descubrimiento de que nuestras mentes están compuestas por intrincados circuitos neuronales destinados al pensamiento, las sensaciones y el aprendizaje. Nuestras mentes no son tabulas rasas. Los mecanismos cerebrales se han diseñado para asegurar que, independientemente de las variaciones en el ambiente, el órgano se desarrolle para que pueda hacer su trabajo. Este hecho se lo pone realmente mal a Fresco.
Pinker discute el problema de la violación, comentando que los hombres desean a menudo tener sexo con mujeres que no desean tener sexo con ellos. El resultado es que algunos hombres usan su fuerza para conseguir lo que desean. ¿En qué sentido se puede afirmar que la cultura potencia este tipo de procedimiento para conseguir sexo?
Si negamos la naturaleza humana, ¿por qué no estimulamos a las mujeres para que asuman los episodios de violación? Según la doctrina de los teóricos de la socialización, Fresco entre ellos, somos materia bruta lista para ser modelada por los ingenieros sociales, por lo que sería perfectamente posible socializar a las mujeres para que vieran como algo natural que las violaran, evitando así su sufrimiento. Pero el hecho es que la naturaleza humana está ahí y esa es la razón principal por la que no cedemos derechos a los ingenieros sociales que pretenden cambiar cosas que nosotros no deseamos que cambien.
Por cierto, los niños observan modelos violentos en la TV, pero también observan a payasos, periodistas o cantantes. La pregunta relevante, que Fresco, como buen ingeniero social, decide ignorar, es por qué algunos de esos niños optan por imitar a un delincuente y no a un payaso, un periodista o un cantante.
Fresco insiste en la promoción de la cultura del hedonismo: “todo el mundo, independientemente de su raza, color o credo, tendrá el mismo acceso a todas las facilidades que puede aportar una cultura altamente productiva”.
Dice este ingeniero social que, en su sociedad, “la medida del éxito se basará en la materialización de los objetivos de cada cual, en lugar de en la adquisición de riqueza, de propiedades o de poder”. No deberemos preocuparnos por nada, ya que una sociedad basada en unos recursos inagotables y gratuitos, permitirán que nos dediquemos a la vida contemplativa.
Sin embargo, el escritor británico H. G. Wells ya imaginó una sociedad así en su obra ‘La Máquina del Tiempo’. Escribió: "me afligió pensar cuán breve había sido el sueño de la inteligencia humana. Se había suicidado. Se había puesto con firmeza en busca de la comodidad y el bienestar de una sociedad equilibrada con seguridad y estabilidad, como lema; había realizado sus esperanzas, para llegar a esto al final. Alguna vez, la vida y la propiedad debieron alcanzar una casi absoluta seguridad. Sin duda en aquel mundo perfecto no había existido ningún problema inútil, ninguna cuestión social dejada sin resolver. Y esto había sido seguido de una gran calma. Una ley natural que olvidamos es que la versatilidad intelectual es la compensación del cambio, del peligro y de la inquietud. Un animal en perfecta armonía con su medio ambiente es un perfecto mecanismo. La naturaleza no hace nunca un llamamiento a la inteligencia, en tanto en cuanto el hábito y el instinto no sean inútiles. No hay inteligencia allí donde no hay cambio ni necesidad de cambio. Solo los animales que cuentan con inteligencia tienen que hacer frente a una enorme variedad de necesidades y de peligros".
Más claro, agua.
Ahora solamente nos resta centrarnos en Venus…
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