En el último número (15 de septiembre de 2009) de la revista ‘Infocop-Online’, publicada por el Colegio Oficial de Psicólogos, se puede encontrar un artículo titulado ‘El temperamento infantil y la prevención”.
Confieso que cuando comencé a leer tuve una reconfortante sensación, pensando que, por fin, los psicólogos de mi país iban aceptando los hechos y se proponían, seriamente, trabajar a partir de ahí. Se decía que el niño “nace con un bagaje diferencial y característico” que, en su relación con el entorno, contribuye a configurar la personalidad adulta. Es más, se llegaba a declarar que las diferencias temperamentales valoradas en la infancia se relacionan con problemas de adaptación en la vida adulta. Hasta aquí todo en orden.
Sin embargo, la decepción no tardó en presentarse. La siguiente afirmación despertó mi perplejidad: “el hecho de que el temperamento sea modulable o plástico hace de él un constructo relevante para su consideración desde el ámbito de la prevención primaria y la intervención temprana”. ¿Qué significa esto? ¿Por qué parecemos estar obligados a decir lo que se quiere oir?
Se acabó la magia.
Sin embargo, un poco después se dice que “el adulto debe crear un clima familiar que reconozca el estilo temperamental del niño y fomente su adaptación”.
Vuelve la chispa.
De repente se afirma, sin tapujos, cosas como que un niño de temperamento complicado casa mal con un clima familiar inconsistente, o que unos padres estimulantes encajan con niños inhibidos pero desencajan con niños que espontáneamente buscan estímulos a su alrededor, es decir, que son buscadores de sensaciones.
Se acepta ahora que no hay recetas generales para criar a los niños del modo más apropiado posible, sino que la clave reside en encajar las piezas de las dos partes contratantes: los padres y sus retoños. Los segundos no son tan plásticos como se pensaba, así que si los primeros persiguen una serie de objetivos educativos, harán bien en sintonizar con la melodía al peque.
El temperamento no es plástico, conviene repetirlo, sino que es el que es. Sin embargo, es posible mover las piezas sobre el tablero familiar para maximizar los componentes positivos del temperamento del niño y reducir los negativos. En la medida de lo posible, claro. Los milagros son cosas del pasado.
Hay, en el artículo que se comenta, una jerga que sería deseable evitar en una publicación de esta naturaleza. En lugar de informar al lector, se le disuade de la tarea de comprender el mensaje principal.
Es una excelente noticia, en cualquier caso, que la Comunidad de Madrid se haya tomado en serio esta perspectiva diferencial y vaya inyectando recursos para que los psicólogos, informados adecuadamente, puedan hacer el trabajo que se espera de ellos. Los padres pueden ser enseñados a comprender el temperamento de sus niños y se les puede ayudar también a aprender a interactuar con ellos de un modo competente.
Es una vieja idea propuesta –y desarrollada formalmente—por el psicólogo David Lykken. Aunque ahora parece que otros (Rothbart, Thomas, Chess, etc.) se la apropian, quizá sin comprender muy bien su esencia.
De nuevo, interesante comentario sobre una asignatura pendiente para los psicólogos españoles. ¿Qué nos pasa que aceptamos de una matrona comentarios del tipo "uff cómo va a ser éste!!!" cuando sólo está viendo llorar al recién nacido, y luego sin embargo queremos que los niños sean plastilina?
ResponderEliminarCon la aceptación de los comentarios que matronas y neonatólogos hace, reconocemos esas diferencias que están entre nosotros y que tempranamente se manifiestan en la intensidad del llanto, enrojecimiento, fuerza de la succión,....indicadores tpodos ellos de temperamento. Estas diferencias se expresarán más tarde en rabia, miedo, actividad, impulsividad.... y entonces si algunos padres se quejan de lo molestos que resultan estos niños nos erigimos en salvadores que moldean temperamentos. Ese NO es nuestro papel.
No, como dice Roberto, esto es un binomio: hay dos partes implicadas: padres y niños y el ajuste es de relojero antiguo (este sí es nuestro papel) no de sintonización digital según lo que al adulto le convenga en cada momento.
M.A. Quiroga
Quizá, en sexta convocatoria, los psicólogos logren aprobar esa asignatura pendiente... Es posible que algún día acepten, realmente, no solo porque no hay más remedio, que las posturas radicales no son las que consideran simultáneamente a la persona y al entorno, sino las que se ciñen a considerar relevante solamente al entorno. Salu2, Roberto
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