¿Qué nivel de credibilidad científica tiene la Psicología? ¿En qué se distingue un psicólogo de un psiquiatra? ¿Qué hacen normalmente los psicólogos? ¿Cómo se puede saber si un psicólogo es un buen profesional?
Realmente aquí hay varias preguntas, aunque quizá posean un poderoso factor común: ¿qué es realmente la Psicología?
Durante años los propios psicólogos se han preguntado por su propio estatus como ciencia, al menos en España. Recuerdo que, cuando era estudiante, mis profesores estaban obsesionados por demostrarnos a quienes estábamos sentados en los pupitres que la Psicología era una ciencia como las demás. Era, por tanto, fácil coquetear con la idea de que los docentes albergaban un cierto complejo de inferioridad. Afortunadamente, en la actualidad los psicólogos no tenemos esta percepción, aunque quizá la sociedad tenga una idea especial sobre la profesión del psicólogo.
Los psicólogos, y es importante dejar clara esta idea, no se dedican solamente, o incluso principalmente, a la psicoterapia. Hay muchos campos a los que se aplican los conocimientos atesorados por la Psicología científica. Aunque los estudiantes se matriculen preferentemente por su interés aplicado a la clínica, el abanico de posibilidades profesionales que se abre ante ellos es extraordinario.
La ciencia de la Psicología se aplica en la actualidad a la organización de los recursos humanos de una empresa, a la formación –tanto escolar como profesional—a la ciencia de los ordenadores, al marketing, al estudio del cerebro, a la asistencia sanitaria en general, al análisis estadístico de las tendencias conductuales de grupos de personas identificados por características demográficas como el sexo o la etnia, al estudio de la conducta delictiva, a los cambios que se producen con el envejecimiento, y un larguísimo etcétera.
Desde esta perspectiva, las diferencias entre un psicólogo y un psiquiatra resultan evidentes. El único tipo de psicólogo que se puede comparar cabalmente con un psiquiatra es el psicólogo clínico. Ambos se orientan al diagnóstico y tratamiento de personas con alguna clase de desadaptación social, como la ansiedad, el estrés, la depresión, el autismo, la discapacidad intelectual o la esquizofrenia. Poseen, por tanto, un objetivo compartido: diagnosticar e intervenir. El psiquiatra generalmente considera que el origen del problema clínico es orgánico, mientras que el psicólogo no parte de esta premisa –puede o no ser el caso. Una clara diferencia entre ambos es que únicamente el psiquiatra, debido a su formación médica, está acreditado para recetar sustancias que puedan incidir en el equilibrio orgánico del paciente. El psicólogo no puede hacerlo.
Cuando una persona se siente mal, la primera decisión a la que debe hacer frente es si acude a un psicólogo clínico o a un psiquiatra. Esta decisión se encuentra fuertemente relacionada con la de cómo se puede saber si un psicólogo es un buen profesional. Aunque sea incómodo tener que responder vagamente, si la premisa es la honestidad, entonces no queda más remedio que declarar que no existe una receta para ayudar a esa persona a tomar una decisión.
Es imposible saber, de entrada, que señas identifican a un buen profesional. Ni siquiera las presuntas referencias de éxitos previos resultan clarificadoras o, desde luego, definitivas. Es de sobra conocido en el mundo médico que el mismo profesional se ha enfrentado a casos supuestamente similares con resultados dispares. El Dr. House es una creación televisiva, ni más, ni menos.
Puede ser tentador pensar que un psicólogo con una dilatada experiencia es preferible a un psicólogo recién licenciado. Pero es una tentación que puede llevarnos a profundos y delicados desencantos. Quizá la principal característica que distingue a un buen profesional de alguien que lo es menos, es su seriedad, rigor y sinceridad. Un psicólogo que, de entrada, haga creer a su cliente que la terapia será capaz de cambiar su personalidad para siempre jamás, será, casi con total seguridad, un profesional que no es sincero. Por tanto, mi recomendación es mantenerse al tanto en las primera sesiones sobre cuál es la visión que caracteriza al psicólogo que se sienta al otro lado de la mesa. Si se sospecha que ese psicólogo no respeta la personalidad de su cliente, entonces puede ser una estrategia eficiente alejarse rápidamente de su consulta.
Un buen profesional le hará saber a su cliente que la terapia le ayudará, en el mejor de los casos, a que su personalidad sea lo menos disruptiva posible, a que sus hábitos desadaptados interfieran menos en su vida cotidiana. El Dr. House es una creación televisiva, pero está en lo correcto cuando declara, cansinamente, que la gente no cambia. Cuando el cliente –y, para el caso, el psicólogo—toma conciencia de este hecho, la situación fluye con mayor naturalidad, y, en consecuencia, las probabilidades de éxito aumentan.
Buena elección la de este cuadro de Guayasamín, uno de mis pintores favoritos. El "Picasso" latinoamericano; así llaman algunos ecuatorianos a este gran pintor.
ResponderEliminarMuchas gracias JC. Ciertamente el cuadro es genial. Al menos la entrada tiene algo interesante ;-)
ResponderEliminaren resumen, no tiene ninguna credibilidad científica mas que la confianza que debe tener el cliente en que las apreciaciones del psicólogo según el
ResponderEliminar"perfil" sean congruentes con la realidad del cliente y sus aseveraciones ayuden en algo a "mejorar" lo que este mal.