viernes, 27 de junio de 2008

¿POR QUE SE FUGAN NUESTROS CIENTIFICOS?

El informe INNOVACEF 2008, recientemente publicado, señala que los científicos españoles trabajan mejor en el extranjero que en su propio país. Los jóvenes investigadores califican con un suspenso el sistema I+D+i actualmente vigente.

En el extranjero: (a) su formación es mayor, (b) están más satisfechos con su trayectoria, (c) valoran el gasto de su organización para facilitar su trabajo, (d) colaboran más con otras organizaciones, (e) son más productivos, y (f) logran mayores beneficios económicos para los países que los contratan.

En España hay aproximadamente 48 mil jóvenes investigadores, mientras que fuera del país hay entre 3 y 10 mil. Sorprende que no se sepa a ciencia cierta cuántos científicos españoles hay desarrollando su actividad fuera del país. Mal síntoma.

¿Por qué se van?

Además de los puntos señalados previamente, que, desde luego, son relevantes, quienes se van experimentan dentro del país grandes problemas para obtener una beca o un contrato post-doctoral. Quien decide quedarse está abocado a la precariedad laboral. Quien se va, incrementa el capital humano de los países destinatarios. Nuestros cerebros, como es natural, se fugan en busca de horizontes más apetecibles. Los científicos son egoístas y extraordinariamente competitivos, y así debe ser. Su meta es llegar a la última frontera del conocimiento científico y no reparan en lo que debe hacerse para ello. Si deben abandonar su país, lo hacen. Si no es necesario, se quedan.

Así lo señala Edward O. Wilson en su obra “Consilience”: “más de la mitad de los doctores en ciencia son fracasados, al abandonar la investigación original después de, como máximo, una o dos publicaciones. El método científico es hacer lo máximo que uno pueda, sin limitación alguna. El descubrimiento original lo es todo. Como regla general, los científicos no descubren con el fin de saber, sino que saben con el fin de descubrir. Haz un descubrimiento importante y serás un científico de éxito en el sentido verdadero y elitista, en una profesión en la que el elitismo se practica sin pudor. No descubras nada y serás poco o nada en la cultura de la ciencia, no importa lo mucho que aprendas y escribas sobre ciencia”.

Es posible, pero solo posible, que la creación del nuevo Ministerio de Ciencia e Innovación pueda ayudar a que se produzcan mejoras visibles y que nuestros cerebros permanezcan donde pueden contribuir a incrementar nuestro capital humano, absolutamente esencial para que nos situemos donde nos corresponde como país, es decir, a la cabeza del desarrollo científico. No podemos albergar dudas sobre el hecho de que ese desarrollo científico está detrás de todo lo demás. Sin él, seguiremos en un lugar indefinido. Y eso sería una verdadera pena.

Igual que en el futbol, podemos hacerlo.
Así que ¿por qué no hacerlo?

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