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martes, 7 de julio de 2009

NIÑOS INTELIGENTES, ADULTOS NOCTÁMBULOS

Un colega y amigo ha llamado recientemente mi atención sobre un trabajo que merece la pena comentarse en un breve post. La ciencia no deja de sorprendernos.

Satoshi Kanazawa, Profesor de la London School of Economics, propuso hace tiempo la ‘hipótesis de la interacción Sabana-Inteligencia’. Su premisa es que la inteligencia humana ha evolucionado, como una adaptación específica, para resolver problemas evolutivamente nuevos, es decir, para los que no existían adaptaciones psicológicas prediseñadas.

La predicción que se deriva de la hipótesis es que los individuos más inteligentes tendrán menos dificultades con esa clase de problemas novedosos, pero que no destacarán ante situaciones familiares.

Cuando se aplica la hipótesis al caso de los valores y preferencias, se puede deducir que es más probable que las personas más inteligentes se adhieran a valores evolutivamente novedosos.

Si se repasan los hábitos de las sociedades tradicionales, se observa que, en ellas, el día comienza con el amanecer y termina con el atardecer. Es decir, nuestros antepasados se caracterizaron por un estilo de vida diurno. Por consiguiente, las actividades nocturnas podrían considerarse novedosas, evolutivamente hablando.

La ‘hipótesis de la interacción Sabana-Inteligencia’ predice, por tanto, que, en la actualidad, las personas más inteligentes serán más nocturnas que las menos inteligentes. En concreto, los niños más inteligentes serán adultos más nocturnos, acostándose y levantándose más tarde, tanto diariamente como los fines de semana, que los niños menos inteligentes.

La predicción se contrastó estudiando casi 11.000 casos de adultos a partir de una muestra original de más de 20.000 niños que habían sido evaluados en 132 colegios diferentes.

Y, en efecto, las gráficas muestran que cuanto más inteligente es el niño, mayor es la tendencia a acostarse y levantarse tarde en su vida adulta.

Conclusión: deje de pensar que los noctámbulos son unos gamberros y unos crápulas que solo piensan en divertirse. Simplemente usan un mayor trozo del suculento pastel, formado por las 24 horas que comprende un ‘día’, porque son más inteligentes. Por cierto, los que se echan la siesta no cuentan…

¿Se le ocurre alguna crítica a esta conclusión?