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martes, 23 de noviembre de 2010

Estimulación Cerebral y Razonamiento Matemático

Inducir una estimulación eléctrica en el cerebro puede tener un efecto positivo a medio plazo (seis meses) sobre algunas de nuestras capacidades intelectuales.

En la revista 'Current Biology' se publica un estudio que ofrece resultados sobre la capacidad para el razonamiento matemático.

Kadosh, R.C. et al. (2010). Modulating Neuronal Activity Produces Specific and Long-Lasting Changes in Numerical Competence. Current Biology 20, 2016–2020.

El método de estimulación supone usar una corriente directa transcraneal (TDCS, Transcranial Direct Current Stimulation): se proyecta una corriente débil y de intensidad constante para incrementar o atenuar la actividad neuronal regional.

La TDCS se ha venido usando con pacientes para ayudar al proceso de recuperación de las funciones perdidas por alguna clase de episodio traumático.

En el caso que nos ocupa del razonamiento matemático, la corriente se dirigió al lóbulo parietal de individuos con una capacidad matemática normal. La consigna era aprender una serie de símbolos desconocidos para ellos, mientras se les sometía a la estimulación para inhibir o activar, de manera selectiva, poblaciones de neuronas modulando su actividad.

Los resultados mostraron que la polaridad de la estimulación (ánodo o cátodo) aumentaba o degradaba la adquisición del procesamiento automático de números y la proyección de números en el espacio.

Se usó también una tarea de control, no relacionada con el procesamiento de los números, observándose una ausencia de efectos. Este hecho es relevante porque las intervenciones farmacológicas que se han probado hasta ahora poseen un efecto más inespecífico.

Los autores concluyen que este método puede contribuir a intervenir en casos de desarrollo anormal o cuando se produce un deterioro por un ictus o un proceso degenerativo.

La TDCS abre unas expectativas que se acercan a la ciencia ficción. Algunos científicos piensan que es el siguiente paso que debe darse en la exploración del cerebro, yendo más allá de simplemente observar cómo responde espontáneamente a ciertas situaciones o registrado sus características físicas. Sin embargo, otros, como mi colega y amigo Rex Jung, del Mind Institute, sospechan que la TDCS puede tener efectos desconocidos sobre el cerebro que deberían calibrarse antes de lanzarse a su uso discrecional en investigación.

jueves, 30 de julio de 2009

EL ESTUDIO DE LAS MONJAS

El famoso estudio de las monjas (The Nun Study --http://www.healthstudies.umn.edu/nunstudy/) ha revelado, recientemente, un dato fascinante.

Se estudió el cerebro de 38 monjas que habían fallecido y se comparó con los escritos de parte de ellas cuando ingresaron en el convento, cuando contaban 20 años de edad.

El resultado indicó que quienes tuvieron mayor capacidad lingüística en la juventud fueron menos propensas de mayores a desarrollar Alzheimer, pese a que sus cerebros tenían las marcas típicas de la enfermedad.

Actualmente no cabe duda de que la enfermedad de Alzheimer (AD) afecta de modo diferente a distintas personas. Un individuo en cuyo cerebro se aprecian graves placas, puede no mostrar síntomas que afecten a sus facultades mentales o cognitivas. Por el contrario, otro individuo con el mismo tipo de lesiones en las mismas áreas cerebrales, puede acabar con un caso agudo de la enfermedad. Por tanto, existe un enorme abanico de diferencias individuales.

El análisis de los escritos de las monjas (redactados cuando tenían 20 años) se basó en la cantidad media de ideas expresadas por cada diez palabras y se valoró también la complejidad gramatical de los textos.

El resultado es que la puntuación en fluidez verbal -a los 20 años- es un 20% superior en el grupo de mujeres que no desarrollaron problemas en su edad madura, en comparación con las que si los presentaron.

Según Juan C. Troncoso (responsable de este estudio) los “"resultados muestran que una prueba de capacidad intelectual a los 20 años puede indicar la probabilidad de mantener capacidades cognitivas normales cinco o seis décadas después, incluso aunque se tengan lesiones del Alzheimer en gran cantidad".

Los investigadores han encontrado un incremento significativo del tamaño de las células cerebrales en las monjas que tenían capacidades cognitivas normales aún con lesiones propias del Alzheimer, en comparación con quienes tenían problemas de memoria y con las que mantenían capacidades cognitivas normales sin signos de la enfermedad.

Una interpretación verosímil de estos hechos es que “las capacidades mentales a los 20 años son indicadoras de un cerebro que estará mejor preparado para afrontar las enfermedades a edad avanzada", según Troncoso.

En una palabra, si deseamos comprender la patología sería una estrategia eficiente estudiar los cerebros de las personas sanas. Centrarnos exclusivamente en quienes presentan trastornos puede resultar extraordinariamente contraproducente para el avance del conocimiento.