domingo, 10 de julio de 2016

Estados Unidos de Europa

Cayó en mis manos un artículo de Marian L. Tupy en el que se hace un análisis crítico de la unión europea (UE) para el CATO Institute.

El autor de ese escrito confiesa que comenzó siendo un entusiasta defensor de la UE, pero el tiempo y los acontecimientos le han llevado a la conclusión de que permanecer en ese barco supone más costes que beneficios. La gota que colmó su vaso se derramó en 2005, cuando Bruselas ignoró el resultado del referéndum celebrado en Francia y Holanda en relación a la constitución europea:

Los burócratas de la UE se ven a sí mismos como los únicos sabios que conocen cómo debe organizarse la sociedad
(pero) ¿tienen esa clase de tecnócratas iluminados el derecho a decidir por la gente?
(si se sigue en esa línea) en algún momento alguno de los 28 estados elegirá un gobierno anti-UE.
Me temo que si la UE sigue ignorando a sus oponentes, el nivel de beligerancia en la eurozona aumentará”.

Tupy repasa algunos hechos que nos preocupan a los europeos desde hace tiempo: escaso crecimiento, alto desempleo, aumento del déficit y enormes deudas. A ello se añade el incremento de la tensión entre los ciudadanos europeos. La única solución, según él, es devolverle a los países competencias que ahora acapara Bruselas, reducir el número de regulaciones centrales y aumentar, de hecho, la flexibilidad de los intercambios entre los distintos estados miembros.

Schengen se ha revelado como una magnífica apuesta por la libre circulación de personas, pero el proteccionismo asociado a los servicios no se ha eliminado en la eurozona. El control de la actividad económica por parte de Bruselas no ha dejado de aumentar desde 1992. El intento de regular la vida de mas de 500 millones de personas de 28 países europeos es una malísima idea, según Tupy.

Los datos son elocuentes: la escalada de regulaciones ha ido acompañada por una reducción del crecimiento en Europa, como se puede ver en el siguiente gráfico.


Lejos de unificar, el € ha dividido a los países y también ha erosionado la confianza de los ciudadanos en la UE.

Las dificultades para gestionar eficientemente las políticas de inmigración en Europa se han convertido en un crucial problema. La política europea ha sido muy deficiente en su intento de integrar a los nuevos ciudadanos:

Los europeos conciben la nacionalidad según un criterio de etnicidad, no según el concepto de ciudadanía”.

La UE está experimentado un grave déficit democrático, al olvidarse de que las mayorías pueden ser tiránicas. La regla de la mayoría debe ponderarse por la separación de poderes y por las garantías constitucionales. El autor del artículo que estamos comentando subraya dos puntos en relación a esta supuesta deficiencia:

1.- Las identidades nacionales de los estados europeos han ido evolucionando por separado y han competido entre sí durante centurias. Eso no puede eliminarse con simple ingeniería social.

2.- Para la gente que reside en Europa, ser europeo significa vivir por estos lares, pero no conlleva ninguna clase de distinción política. Es una mera cuestión geográfica:

La identidad de los individuos no proviene de su conexión con principios abstractos como la libertad, la igualdad y la fraternidad, sino con ataduras culturales, religiosas, históricas y lingüísticas
(…) no existe un verdadero apoyo público a nada que se parezca a los Estados Unidos de Europa”.

Al menos un tercio de los asientos del Paramento Europeo es ocupado por los representantes de los llamados partidos populistas. Esos eurodiputados sostienen que la UE atenta contra las libertades de los estados miembros, pero los burócratas de Bruselas les tratan con desdén. De nuevo, una estrategia poco inteligente.

En resumidas cuentas, Tupy propone devolverle a los países de la eurozona competencias que nunca deberían haber sido entregadas a Bruselas. Pero eso será difícil porque la UE desea centralizar todo lo que sea legalmente posible para aumentar su propio poder y sus propios recursos.

En realidad, el argumento de Tupy podría, y desde mi punto de vista debería, llevarse un paso más allá, pero no del mismo camino. En una línea similar a lo descrito aquí y aquí. Lo que debería respetarse escrupulosamente –y promoverse con entusiasmo—es la autonomía del ciudadano, tal y como propuse en otro lugar hace algún tiempo.

Ni los estados ni los súper-estados deberían acaparar responsabilidades que pueden y deben ser dominio del ciudadano. Cada uno de los estados miembros es voraz, igual que lo es el súper-estado de Bruselas. Existe un tira y afloja que podría resolverse fácilmente quitándoles protagonismo a ambos y devolviéndoselo a su legítimo dueño.

Eso es algo que, si no hay cambios de última hora, defenderé y desarrollaré en el siguiente evento de EuroMind. Pero mantengamos, por ahora, la necesaria reserva sobre los detalles.


3 comentarios:

  1. ¿No es paradójico defender una visión europeísta y al mismo tiempo libertaria? Los libertarios apoyan todo lo que suponga la desaparición de los grandes estados (el Cato Institute apoya la secesión de todas las regiones que quieran separarse, por ejemplo, así como el Brexit; incluso a Ron Paul le he oído expresarse en este sentido).
    Es paradójico que uno de los argumentos de los libertarios sea la paz (consideran que el Estado causa las guerras) y al mismo tiempo estén a favor de que los individuos vayan armados hasta los dientes. Precisamente el problema de las armas, ¿no es una muestra de que su planteamiento es erróneo, si se tiene en cuenta todos los asesinados a balazos que ocurre en Estados Unidos? ¿Y que solo la regulación estatal podría paliar?
    Y justamente la Unión Europea nació para evitar más guerras: si tenemos que echar cuentas, parece que lo logró con gran éxito.

    La defensa del individuo puede ser emocionante y épica, como cuando Rand Paul recurrió al filibusterismo para defender los derechos individuales en contra de las escuchas del gobierno, pero en esa tensión entre individuo y Estado, el individuo no parece que lleve siempre la razón.

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  2. (Por cierto, ese gráfico que relaciona regulación y nivel de crecimiento es muy interesante. Uno de los tópicos argumentales que han insistido en el Brexit contra Europa ha sido precisamente ese exceso regulador. En fin, todo esto es un tema muy interesante, a ver si tenemos ocasión a debatirlo.

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  3. ¿No es paradójico defender una visión europeísta y al mismo tiempo libertaria?

    * El sincretismo puede resolver rancias paradojas. Estar convencido de que Europa es una buena idea que rendirá excelentes resultados a los ciudadanos, no es incompatible con minimizar las reglas y el control central de los detalles más nimios.

    Los libertarios apoyan todo lo que suponga la desaparición de los grandes estados (el Cato Institute apoya la secesión de todas las regiones que quieran separarse, por ejemplo, así como el Brexit; incluso a Ron Paul le he oído expresarse en este sentido).

    * No me consta que intelectuales libertarios como Murray apoyen la desaparición de los Estados Unidos de América.

    Es paradójico que uno de los argumentos de los libertarios sea la paz (consideran que el Estado causa las guerras) y al mismo tiempo estén a favor de que los individuos vayan armados hasta los dientes.

    Precisamente el problema de las armas, ¿no es una muestra de que su planteamiento es erróneo, si se tiene en cuenta todos los asesinados a balazos que ocurre en Estados Unidos? ¿Y que solo la regulación estatal podría paliar?

    * Es obvio que una buena idea puede materializarse de modos claramente cuestionables en determinados casos.

    * Canadá demuestra que el problema de las armas no está en las armas, si no en los individuos. El excelente documental de M. Moore ofrece una interesantísima comparativa USA-Canadá.

    Y justamente la Unión Europea nació para evitar más guerras: si tenemos que echar cuentas, parece que lo logró con gran éxito.

    * Es complejo aislar las variables causalmente relevantes.

    La defensa del individuo puede ser emocionante y épica, como cuando Rand Paul recurrió al filibusterismo para defender los derechos individuales en contra de las escuchas del gobierno, pero en esa tensión entre individuo y Estado, el individuo no parece que lleve siempre la razón.

    * Tanto el Estado como el individuo están sujetos a error.

    (Por cierto, ese gráfico que relaciona regulación y nivel de crecimiento es muy interesante. Uno de los tópicos argumentales que han insistido en el Brexit contra Europa ha sido precisamente ese exceso regulador. En fin, todo esto es un tema muy interesante, a ver si tenemos ocasión a debatirlo.

    * Quizá haya que contemplar seriamente sus argumentos y estudiar su diagnóstico de la situación. A menudo, evitar enrocarse en una discusión ayuda a encontrar puntos medios razonables e incluso a admitir errores.

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