Cayó en mis manos un artículo de Marian L. Tupy en el que se hace un análisis crítico de la unión
europea (UE) para el CATO Institute.
El autor de ese escrito confiesa que
comenzó siendo un entusiasta defensor de la UE, pero el tiempo y los
acontecimientos le han llevado a la conclusión de que permanecer en ese barco
supone más costes que beneficios. La gota que colmó su vaso se derramó en 2005,
cuando Bruselas ignoró el resultado del referéndum celebrado en Francia y
Holanda en relación a la constitución europea:
“Los burócratas de la UE se ven a sí mismos como los únicos sabios
que conocen cómo debe organizarse la sociedad
(pero)
¿tienen esa clase de tecnócratas iluminados el derecho a decidir por la gente?
(si
se sigue en esa línea) en algún momento alguno de los 28 estados elegirá un
gobierno anti-UE.
Me
temo que si la UE sigue ignorando a sus oponentes, el nivel de beligerancia en
la eurozona aumentará”.
Tupy repasa algunos hechos que nos
preocupan a los europeos desde hace tiempo: escaso crecimiento, alto desempleo,
aumento del déficit y enormes deudas. A ello se añade el incremento de la
tensión entre los ciudadanos europeos. La única solución, según él, es
devolverle a los países competencias que ahora acapara Bruselas, reducir el
número de regulaciones centrales y aumentar, de hecho, la flexibilidad de los
intercambios entre los distintos estados miembros.
Schengen se ha revelado como una
magnífica apuesta por la libre circulación de personas, pero el proteccionismo
asociado a los servicios no se ha eliminado en la eurozona. El control de la
actividad económica por parte de Bruselas no ha dejado de aumentar desde 1992.
El intento de regular la vida de mas de 500 millones de personas de 28 países
europeos es una malísima idea, según Tupy.
Los datos son elocuentes: la escalada
de regulaciones ha ido acompañada por una reducción del crecimiento en Europa,
como se puede ver en el siguiente gráfico.
Lejos de unificar, el € ha dividido a
los países y también ha erosionado la confianza de los ciudadanos en la UE.
Las dificultades para gestionar
eficientemente las políticas de inmigración en Europa se han convertido en un
crucial problema. La política europea ha sido muy deficiente en su intento de
integrar a los nuevos ciudadanos:
“Los europeos conciben la nacionalidad según un criterio de
etnicidad, no según el concepto de ciudadanía”.
La UE está experimentado un grave
déficit democrático, al olvidarse de que las mayorías pueden ser tiránicas. La regla de la
mayoría debe ponderarse por la separación de poderes y por las garantías
constitucionales. El autor del artículo que estamos comentando subraya dos
puntos en relación a esta supuesta deficiencia:
1.- Las identidades nacionales de los
estados europeos han ido evolucionando por separado y han competido entre sí
durante centurias. Eso no puede eliminarse con simple ingeniería social.
2.- Para la gente que reside en
Europa, ser europeo significa vivir por estos lares, pero no conlleva ninguna
clase de distinción política. Es una mera cuestión geográfica:
“La identidad de los individuos no proviene de su conexión
con principios abstractos como la libertad, la igualdad y la fraternidad, sino
con ataduras culturales, religiosas, históricas y lingüísticas
(…)
no existe un verdadero apoyo público a nada que se parezca a los Estados Unidos
de Europa”.
Al menos un tercio de los asientos del
Paramento Europeo es ocupado por los representantes de los llamados partidos populistas. Esos eurodiputados
sostienen que la UE atenta contra las libertades de los estados miembros, pero
los burócratas de Bruselas les tratan con desdén. De nuevo, una estrategia poco
inteligente.
En resumidas cuentas, Tupy propone
devolverle a los países de la eurozona competencias que nunca deberían haber
sido entregadas a Bruselas. Pero eso será difícil porque la UE desea
centralizar todo lo que sea legalmente posible para aumentar su propio poder y
sus propios recursos.
En realidad, el argumento de Tupy
podría, y desde mi punto de vista debería, llevarse un paso más allá, pero no
del mismo camino. En una línea similar a lo descrito aquí
y aquí.
Lo que debería respetarse escrupulosamente –y promoverse con entusiasmo—es la
autonomía del ciudadano, tal y como propuse en
otro lugar hace algún tiempo.
Ni los estados ni los súper-estados deberían
acaparar responsabilidades que pueden y deben ser dominio del ciudadano. Cada
uno de los estados miembros es voraz, igual que lo es el súper-estado de Bruselas.
Existe un tira y afloja que podría resolverse fácilmente quitándoles
protagonismo a ambos y devolviéndoselo a su legítimo dueño.
Eso es algo que, si no hay cambios de
última hora, defenderé y desarrollaré en el siguiente evento de EuroMind. Pero mantengamos,
por ahora, la necesaria reserva sobre los detalles.
¿No es paradójico defender una visión europeísta y al mismo tiempo libertaria? Los libertarios apoyan todo lo que suponga la desaparición de los grandes estados (el Cato Institute apoya la secesión de todas las regiones que quieran separarse, por ejemplo, así como el Brexit; incluso a Ron Paul le he oído expresarse en este sentido).
ResponderEliminarEs paradójico que uno de los argumentos de los libertarios sea la paz (consideran que el Estado causa las guerras) y al mismo tiempo estén a favor de que los individuos vayan armados hasta los dientes. Precisamente el problema de las armas, ¿no es una muestra de que su planteamiento es erróneo, si se tiene en cuenta todos los asesinados a balazos que ocurre en Estados Unidos? ¿Y que solo la regulación estatal podría paliar?
Y justamente la Unión Europea nació para evitar más guerras: si tenemos que echar cuentas, parece que lo logró con gran éxito.
La defensa del individuo puede ser emocionante y épica, como cuando Rand Paul recurrió al filibusterismo para defender los derechos individuales en contra de las escuchas del gobierno, pero en esa tensión entre individuo y Estado, el individuo no parece que lleve siempre la razón.
(Por cierto, ese gráfico que relaciona regulación y nivel de crecimiento es muy interesante. Uno de los tópicos argumentales que han insistido en el Brexit contra Europa ha sido precisamente ese exceso regulador. En fin, todo esto es un tema muy interesante, a ver si tenemos ocasión a debatirlo.
ResponderEliminar¿No es paradójico defender una visión europeísta y al mismo tiempo libertaria?
ResponderEliminar* El sincretismo puede resolver rancias paradojas. Estar convencido de que Europa es una buena idea que rendirá excelentes resultados a los ciudadanos, no es incompatible con minimizar las reglas y el control central de los detalles más nimios.
Los libertarios apoyan todo lo que suponga la desaparición de los grandes estados (el Cato Institute apoya la secesión de todas las regiones que quieran separarse, por ejemplo, así como el Brexit; incluso a Ron Paul le he oído expresarse en este sentido).
* No me consta que intelectuales libertarios como Murray apoyen la desaparición de los Estados Unidos de América.
Es paradójico que uno de los argumentos de los libertarios sea la paz (consideran que el Estado causa las guerras) y al mismo tiempo estén a favor de que los individuos vayan armados hasta los dientes.
Precisamente el problema de las armas, ¿no es una muestra de que su planteamiento es erróneo, si se tiene en cuenta todos los asesinados a balazos que ocurre en Estados Unidos? ¿Y que solo la regulación estatal podría paliar?
* Es obvio que una buena idea puede materializarse de modos claramente cuestionables en determinados casos.
* Canadá demuestra que el problema de las armas no está en las armas, si no en los individuos. El excelente documental de M. Moore ofrece una interesantísima comparativa USA-Canadá.
Y justamente la Unión Europea nació para evitar más guerras: si tenemos que echar cuentas, parece que lo logró con gran éxito.
* Es complejo aislar las variables causalmente relevantes.
La defensa del individuo puede ser emocionante y épica, como cuando Rand Paul recurrió al filibusterismo para defender los derechos individuales en contra de las escuchas del gobierno, pero en esa tensión entre individuo y Estado, el individuo no parece que lleve siempre la razón.
* Tanto el Estado como el individuo están sujetos a error.
(Por cierto, ese gráfico que relaciona regulación y nivel de crecimiento es muy interesante. Uno de los tópicos argumentales que han insistido en el Brexit contra Europa ha sido precisamente ese exceso regulador. En fin, todo esto es un tema muy interesante, a ver si tenemos ocasión a debatirlo.
* Quizá haya que contemplar seriamente sus argumentos y estudiar su diagnóstico de la situación. A menudo, evitar enrocarse en una discusión ayuda a encontrar puntos medios razonables e incluso a admitir errores.